Ojo al dato

‘Buenas noches y saludos cordiales’, escrito por el periodista Vicente Ferrer, recorre la extensa trayectoria vital y profesional de José María García

Portada del libro Buenas noches y saludos cordiales, de Vicente Ferrer.

Hay días en los que parece que nada cambia pero en los que, en realidad, todo está cambiando. En la noche del domingo 7 de abril de 2002, el periodista José María García se sentó ante el micrófono, se santiguó, besó la medalla de la Virgen de Covadonga que llevaba en el cuello y saludó a sus oyentes. Comenzó con la quiniela —hubo siete acertantes del pleno al 15— y se despidió dando paso al programa de toros. Sonó una cuña anunciando que el siguiente martes había jornada de ...

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Hay días en los que parece que nada cambia pero en los que, en realidad, todo está cambiando. En la noche del domingo 7 de abril de 2002, el periodista José María García se sentó ante el micrófono, se santiguó, besó la medalla de la Virgen de Covadonga que llevaba en el cuello y saludó a sus oyentes. Comenzó con la quiniela —hubo siete acertantes del pleno al 15— y se despidió dando paso al programa de toros. Sonó una cuña anunciando que el siguiente martes había jornada de Champions League, y que allí estaría García para dirigir el programa. Pero no lo hizo. Nadie sabía que aquella había sido su última vez al frente de un programa radiofónico.

Buenas noches y saludos cordiales (Córner), escrito por el periodista Vicente Ferrer, recorre la extensa trayectoria vital y profesional de García, uno de los principales iconos de la radio española de finales del pasado siglo. A través de la narración del propio García y de la de numerosísimas fuentes, Ferrer presenta no solo el retrato del locutor, sino el de toda una época de España.

Es una historia de periodismo, de deporte y de poder. También de éxito —fue uno de los pioneros en llevar el deporte a la noche, se convirtió en una de las voces más influyentes de su generación y su contrato estaba en torno a los 12 millones de euros— y de frustración —cuando por fin logró ponerse al frente de un imperio mediático se desgastó en dos años de luchas internas y algunas controversias con matices políticos—.

García fue capaz de crear un universo propio —no exento de polémicas y de encontronazos con la justicia— en el que el insulto de la calle se colaba en las ondas. “Abrazafarolas”, “chupópteros” o “correveidiles” eran palabras que, con el tono adecuado, podían sonar como el mayor de los agravios. Aquellas preguntas telegráficas —”¿minuto y resultado?”— y aquel “¡ojo al dato!”, que acompañaba con una característica manera de mover las manos al hablar en antena, formando un círculo con los dedos pulgar e índice, son parte de la historia de la radio en España.

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