Márquez: “En Montmeló he vuelto a ser Marc”
El piloto, que suma su tercera caída en cinco carreras desde que volvió después de tres operaciones en el húmero derecho, se divierte mientras lidia con la Honda
Solo los pilotos saben cuánto duelen las caídas a 200 km/h. Y cuánto más no poder subirse a la moto durante meses. Solo Marc Márquez conoce su propio calvario: fractura en el húmero derecho, pseudoartrosis, tres operaciones. La última, el pasado diciembre, duró más de ocho horas. No ha dejado de tomar antibióticos desde entonces. Sus defensas andan por los suelos. Pero su moral parece a prueba de malas noticias. Y de caídas en competición. Tras nueve meses...
Solo los pilotos saben cuánto duelen las caídas a 200 km/h. Y cuánto más no poder subirse a la moto durante meses. Solo Marc Márquez conoce su propio calvario: fractura en el húmero derecho, pseudoartrosis, tres operaciones. La última, el pasado diciembre, duró más de ocho horas. No ha dejado de tomar antibióticos desde entonces. Sus defensas andan por los suelos. Pero su moral parece a prueba de malas noticias. Y de caídas en competición. Tras nueve meses de ausencia, volvió a correr en Portugal (fue séptimo), le siguió Jerez (noveno), se cayó en Le Mans, en Mugello y, de nuevo, ayer en Montmeló. Las sensaciones, sin embargo, fueron distintas esta vez. Le dio para algo más que en Italia: siete giros completos, unos cuantos adelantamientos y la percepción de que si resistía el tirón de los de delante tres giros más podría llegar cerca del podio a final de carrera. No lo hizo. Pero su cara era otra.
Quizá por la conversación que tuvo con Mick Doohan días atrás —”Fue una charla interesante, me va bien conocer su experiencia; me sentí como un niño en el cole, escuchando todo lo que me podía explicar”, confesaba este jueves—, quizá porque el tiempo juega a su favor, Márquez sintió que su cuerpo no le lastraba tanto en este gran premio de Cataluña. Si Doohan ganó cinco títulos consecutivos entre 1994 y 1998 después de que un doctor quisiera amputarle la pierna tras un terrible accidente en Assen en 1992, él también puede reponerse.
“Para mí es duro verme 13º [esa fue su clasificación del sábado], pero hay que aceptarlo. Lo fácil hubiera sido decir ‘no estoy bien, ya volveré cuando esté preparado’, pero he decidido afrontarlo y no ser cobarde”, asumía antes de la carrera de este domingo. Formó en parrilla con una idea: disfrutar. “Hasta ahora había afrontado todas las carreras de la misma manera: tenía que gestionar muy bien los esfuerzos. Hoy me he dicho: salgo a por todas y hasta que mi cuerpo aguante. Hoy he sido Marc, he pilotado como quería. Han sido las siete mejores vueltas en todo el año”, concedió al terminar.
Su problema no es solo suyo y de su físico —tiene el hombro dolorido, le cuesta adoptar una buena posición encima de la moto, todavía debe recuperar fuerza y trabajar la resistencia—, sino también de Honda y de una moto que da problemas a todos sus pilotos: a Nakagami y a Àlex Márquez, del LCR, y también al recién llegado al Repsol Honda, Pol Espargaró (también él se cayó ayer). “Nos cuesta meter la moto en las curvas y no tenemos agarre en aceleración”, explica Márquez. Hoy hay un test en Montmeló y buscará soluciones.
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