Davidovich: “Tras ganar Wimbledon, me daba miedo jugar”
El malagueño se abre paso entre la élite después de superar la presión de un gran éxito como júnior
Sus apellidos y su pelo rubio, casi plateado como el de un vikingo, conducen al despiste. Hasta que se le oye hablar: “Parezco guiri, pero soy español, ¿eh?”. Malagueño de pura cepa, Alejandro Davidovich Fokina (La Cala del Moral, 21 años) salpica la conversación con EL PAÍS con su gracejo y su característico acento, que empezó a hacerse familiar para el aficionado hace cuatro años. Entonces, recién alcanzada la mayoría de edad, ...
Sus apellidos y su pelo rubio, casi plateado como el de un vikingo, conducen al despiste. Hasta que se le oye hablar: “Parezco guiri, pero soy español, ¿eh?”. Malagueño de pura cepa, Alejandro Davidovich Fokina (La Cala del Moral, 21 años) salpica la conversación con EL PAÍS con su gracejo y su característico acento, que empezó a hacerse familiar para el aficionado hace cuatro años. Entonces, recién alcanzada la mayoría de edad, se destapó sobre la hierba de Wimbledon y elevó el título como júnior, en un pasaje que marcó un punto de inflexión en su carrera. “Para bien, pero también para mal. Fue un pelotazo, pero esos dos meses siguientes no podía estar en una pista de tenis, y lo digo de forma literal”, precisa.
Hoy día ya ha conseguido adentrarse en la élite. Ocupa el 46º peldaño del listado mundial de la ATP y va generándose su propio espacio en el circuito, pero aquellos días ingleses le enseñaron el doble pliegue del éxito. “Notaba que tenía más ojos sobre mí y sentía mucha más presión. Al final, tenía 18 años y era lo más grande que había ganado en mi vida. Sentía que tenía que demostrar que podía hacerlo bien en cada torneo, y eso no ayuda. No me daba pánico jugar, pero sí miedo. Después, el trabajo con el psicólogo y el día a día me permitieron seguir adelante. De alguna manera, con el tiempo me he dado cuenta de que es un miedo necesario, que hay que afrontar y superar; se trata de eso, de superar los miedos e ir moviendo las fichas hacia adelante”, cuenta.
Desde que levantaba un par de palmos del suelo, el andaluz fue un niño eléctrico. Puro nervio. Empezó a pelotear en el paseo marítimo de su pueblo con su padre –antiguo boxeador, ruso, como su madre– y a los 12 años empezó a recibir la ayuda terapéutica de Antonio de Dios con el objetivo de enfocar en la buena dirección semejante torrente de energía. “Y poco a poco voy canalizándola, cada vez soy más estable…”, bromea; “antes era un tema tabú. Parecía que tener un psicólogo era decir algo así como: ‘este tío está mal…’. Y nada de eso. No vas a superar tus miedos o potenciar tus fortalezas tú solo, es imposible. Debes tener a tu lado a alguien que te guíe y sepa cómo funciona tu cabeza”, prosigue.
Tenía más ojos sobre mí y sentía mucha más presión, pero necesitas pasar por eso
En cualquier caso, su espíritu sigue intacto. “Todavía conservo ese corazón de niño chico. Al final, ese punto de locura define mi juego. Cada jugador tiene su estilo y si yo perdiera esa esencia, se notaría mucho en mi juego”, puntualiza Davidovich, que resolvió su debut en el torneo con un 6-4, 6-4 y 6-3 al kazajo Mikhail Kukushkin, y se medirá con el neerlandés Botic Van de Zandschulp (6-7(5), 6-7(4), 6-2, 6-2 y 6-3 a Hubert Hurkacz).
“Tengo mis momentos y hago algunas locuras que otros tal vez no harían [suele recurrir al saque por abajo y se viralizó un willie extraordinario (golpe por debajo de las piernas, de espaldas) que le hizo a Djokovic durante un entrenamiento en Marbella], pero el tenis va aportándote tranquilidad con los años y cada vez estoy más calmado, porque si juego todos los puntos con ese puntito de ansiedad, no estaría donde estoy ahora ni seguiría creciendo”, añade Davidovich, un joven polifacético que se relaja con la cocina y disfruta con los platos de dj; también comprometido con la causa animalista.
Por eso, ha diseñado una plataforma de apoyo para facilitar el cuidado y la adopción de perros, gatos y otras mascotas. “Cuando empezó lo del covid, vi una noticia que decía que los abandonos se habían multiplicado en un 25% en España, y me pareció tristísimo; aparte de eso, somos el país con el porcentaje más elevado de abandonos en Europa, lo cual no dice nada bueno. Cuando leí eso, mi chip cambió”, expone antes de reconocer que “hasta hace un año no veía tenis, cero”; luego, sin embargo, ha ido rectificando, “porque ver a otros te inspira, y conforme vas entrando en el circuito, necesitas aprender qué hacen los jugadores en ciertos momentos. Si Rafa, Djoko o Federer fallan, ¿cómo no voy a hacerlo yo? Aprendes a relativizar”.
“Todavía conservo ese corazón de niño chico, pero esa locura define mi juego
Durante el curso pasado, interrumpida y extraña su primera temporada en el circuito ATP, el malagueño logró progresar hasta los octavos del US Open, convirtiéndose en el primer español de 21 años que alcanzaba la cota desde Rafael Nadal (Open de Australia 2008). En este, su cartilla de rendimiento refleja igualmente resultados meritorios, con los octavos de Roma, los cuartos de Montecarlo y Montpellier, y las semifinales de Estoril.
“Soy muy joven y todavía estoy encontrándome, pero tengo hambre y voy a ir a por todas. Estoy asentando la cabeza”, dice convencido; “¿hasta dónde llegaré? No lo sé. Una vez que entré entre los 100 mejores, todo ha ido más rodado. Quiero estar ahí arriba porque ese es mi sitio, entreno a ful cada semana. No me gusta perder ni a la petanca. Dentro de 10 años me gustaría estar en el top-3; eso sí, el día que se retiren estos tres [Nadal, Federer y Djokovic], porque si no parece complicado… [risas]”.
WWW.ADOPTAS.ORG, POR LOS ANIMALES
Dice Davidovich que, puesto a elegir, de entre los cuatro grandes le gustaría conquistar Wimbledon. “Porque me encanta, y además gané allí en 2017”. También le ilusiona disputar la Copa Davis y poder participar en unos Juegos, y se extiende al explicar su proyecto destinado a ayudar a los animales abandonados (www.adoptas.org).
“Un animal no es un juguete, pero la gente todavía no está demasiado concienciada en España. Algunos piensan que los tienes durante un tiempo y luego puedes tirarlos por ahí. Pero no, no puede ser. Estamos en el siglo XXI. Me enfurece que se desprecie la vida de un animal, así que hemos creado una plataforma en la que somos intermediarios entre las protectoras y las personas que desean adoptar. Queremos crear una serie de filtros y canales con el objetivo de agilizar y facilitar el proceso. Desde hace unos meses estamos trabajando en una fundación para ayudar a las protectoras a obtener recursos, tanto en el tema de las comidas como en el de la atención veterinaria”, detalla.
“Hemos visto que en otros países ha funcionado esta fórmula, así que vamos a por ello. Ya hemos conectado con más de 30 protectoras de toda España y estamos muy contentos porque la evolución está siendo muy positiva”, concluye el tenista.
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