David Davis: “Si tengo que montar un ‘show’ hasta que juguemos bien, lo hago”
El técnico del Veszprem, que usa el cine y la ópera para motivar a la plantilla, es uno de los tres entrenadores españoles en la Final Four
Uno de los primeros días que David Davis (Santa María de Palautordera, 44 años) atravesó como entrenador la puerta del vestuario de Veszprem húngaro, en 2018, les puso a los jugadores un trozo de una película de Angelina Jolie, Wanted. No era un plan de ocio, sino una estrategia de motivación. “La trama me sirvió para preguntarles qué les gustaría leer sobre ellos en Google dentro de diez años. Para que vieran que el momento de cambiar las cosas es ahora”, explica al otro lado del teléfono. Este barcelonés de origen guineano, extremo izquierdo de éxito con España y el Ciudad Real, confi...
Uno de los primeros días que David Davis (Santa María de Palautordera, 44 años) atravesó como entrenador la puerta del vestuario de Veszprem húngaro, en 2018, les puso a los jugadores un trozo de una película de Angelina Jolie, Wanted. No era un plan de ocio, sino una estrategia de motivación. “La trama me sirvió para preguntarles qué les gustaría leer sobre ellos en Google dentro de diez años. Para que vieran que el momento de cambiar las cosas es ahora”, explica al otro lado del teléfono. Este barcelonés de origen guineano, extremo izquierdo de éxito con España y el Ciudad Real, confiesa que echa mano de todo lo que puede para incentivar a la plantilla. “La motivación es como ducharse a diario, un trabajo que va quedando ahí, una manera de pensar y de hacer”, advierte convencido. Ha recurrido a Hollywood, charlas TED, vídeos de todo tipo, libros, a la sofrología y hasta la ópera. “En la Final Four de 2019 les pasé un fragmento de La Cabalgata de las Valquirias, de Wagner”, confiesa.
Así que seguro que algo cae antes de cruzarse este lunes contra el Kiel alemán (20.30, Tdp) en la segunda semifinal de la F4 de la Champions de 2019/20, torneo congelado el pasado marzo por la pandemia y que se desplazó a estas Navidades para resolverlo de forma exprés en Colonia y con las plantillas de este curso entre los dos primeros clasificados de los dos grupos (Barça-PSG es el otro cruce, 18.00, Tdp), dejando en la cuneta al resto de conjuntos que tenían pendientes las eliminatorias. “Es el eterno dilema, decidir si se le da el mismo valor a esta Final Four. Para mí, si la gano, lo tendrá. Está claro que ha habido perjudicados pero, cuando ocurre algo extraordinario, hay que intentar salvar la situación”, afirma.
“Quien no mejora es porque no quiere, en la Red lo tienes todo. Salvo que prefieras ver vídeos de gatitos, claro”
El triunfo sería histórico para el Veszprem, que nunca ha levantado el título. Y no ha sido por falta de intentos: se ha clasificado para seis de las últimas siete F4 y ha perdido tres finales recientes; la última en 2019, con Davis al frente. “Pienso mucho a la americana. Para ganar, antes hay que fracasar”, apunta. Aunque, si se le pide un favorito, se arranca con el PSG. “Siempre vence el tapado, y como todos dicen que no va a hacer nada…”, apunta el campeón mundial en 2005 con la selección, y ganador de tres Champions con el extinto Ciudad Real.
Su escuela
Retirado en 2013, antes del Veszprem, donde dirige a los hispanos Jorge Maqueda y Rodrigo Corrales, fue asistente de Raúl González en el Vardar -se llevaron la Champions de 2017- y estuvo al frente de Egipto. Más allá de la pizarra, en el tú a tú se describe como un tipo sin atajos. “Trato de no perder la perspectiva de cuando era jugador. No puedo decirle a la plantilla: ‘a las diez en casa’. Son jóvenes, tienen que vivir”, explica. “Yo soy cercano. Si quieren hablar, hablamos. Si quieren discutir, discutimos. Y si tengo que sacar el látigo, lo saco. Ya les aviso: como unos partidos juguemos mal, voy a montar un show hasta que lo hagamos bien. Y lo hago, me da igual. Lo que quiero es que el equipo rinda. Que estén contentos es cosa suya. Yo estoy encantado de ir todos los días a trabajar. Y porque un día les pegue un grito no significa que al siguiente aparezca de morros”, abunda.
Reconoce que tenía que haber aprovechado más la etapa de jugador. “Es lo que pensamos todos. Ves las cosas, pero no las sabes analizar”, admite. “Tampoco es igual ahora que hace 20 años, diez o incluso cinco. Todo ha cambiado para bien con las nuevas tecnologías. En estos momentos, quien no mejora es porque no quiere. Ahí está todo: libros, dietas, cómo entrenan otros, cómo se recuperan o las experiencias de otros deportistas. Si lo quieren ver, claro. Si quieren estar todo el día con vídeos de gatitos… Sinceramente, no sé si lo hacen, aunque a mí como entrenador me da la vida”, zanja.
“Con los técnicos españoles, los jugadores se dan cuenta de que hay otra forma de hacer las cosas”
Davis es uno de los tres técnicos españoles en esta Final Four. Además de él, están Xavi Pascual en el Barcelona y Raúl González en el PSG. Ya es una costumbre. En las últimas 11 ediciones, siempre ha habido, al menos, un representante, reflejo de una hegemonía en los banquillos inversamente proporcional a la potencia de la Liga. “Siento que influimos en los jugadores, se dan cuenta de que hay otra manera de hacer las cosas. A mí me siguen llamando para preguntarme por técnicos y también lo hacen colegas por si les puedo echar un cable”, señala el catalán, elegido mejor entrenador de la Champions 2019/20.
Su estilo conecta con dos equipos imprescindibles para entender este fenómeno: el Valladolid y el Ciudad Real. En Pucela (1999-2005) bebió de las fuentes de Juan Carlos Pastor (seleccionador de la España campeona del mundo en 2005) y en Ciudad Real (2005-2011), cuna del último gran club nacional al margen del Barça, de Talant Dujshebaev. “Todos tenemos algo en común, ese juego tan pillo y que vamos a una. Pero luego cada uno aplica su sistema. Yo no tengo ningún problema en decir que soy de la escuela de Pastor y Talant”, concluye. Su primer obstáculo en la F4 será la corriente alemana del Kiel.