La ‘liga’ de selecciones más apasionante desafía a la pandemia

La Conmebol mantiene su formato de todos contra todos a pesar del coronavirus. Brasil, Uruguay, Argentina y Colombia aspiran a refrendar su clasificación directa al último Mundial

El argentino Lionel Messi en un partido de la Copa América en 2019.PEDRO UGARTE (AFP)

La implacable pandemia ha trastocado el torneo más preciado del fútbol sudamericano. Ese que no entrega un trofeo, sino la anhelada clasificación a la Copa del Mundo. Las largas, apasionantes y reñidas eliminatorias a Catar 2022 de la orgullosa región que se suele vanagloriar de su superioridad técnica y su mística de calle para plantar cara a Europa arrancan esta semana con un semestre de retraso, marcadas a fuego por las restricciones provocadas por el coronavirus.

Pese a todo, y aún en medio de convocatorias que se han desmoronado ante las negativas de muchos clubes o las cuarentenas ordenadas por autoridades sanitarias, los grandes ídolos ya están de este lado del Atlántico. Argentina cuenta con Messi, que se mantuvo a regañadientes en el Barcelona, y Brasil con Neymar, ansioso por refrendar su estatus después de haberse quedado con las manos vacías a pesar de llevar al PSG a la final de la Champions. Colombia se encomienda a un James Rodríguez renacido como deslumbrante figura del Everton, inesperado líder de la Premier League, mientras Uruguay se consuela con la presencia de Luis Suárez, ahora en el Atlético, ante la ausencia de Edinson Cavani.

En Sudamérica, la nueva normalidad cruza por volver a ver a sus selecciones sobre el césped, así se juegue en condiciones nunca vistas en el año de los estadios vacíos. El jueves, en una jornada inaugural prevista originalmente para finales de marzo, Argentina recibe a Ecuador, Uruguay a Chile y Paraguay a Perú. El viernes, Colombia es local frente a Venezuela y Brasil ante Bolivia. El martes se disputa la segunda fecha y, si no surgen imprevistos, en noviembre se disputarán otras dos jornadas.

Al Mundial se va en esmoquin, a la eliminatoria en uniforme de combate, apunta el veterano periodista argentino Jorge Barraza, columnista de varios periódicos de la región. “Este, que en su momento fue muy cuestionado por todo el periodismo, es un formato maravilloso”, valora sobre el calendario de todos contra todos que se mantiene intacto desde la ruta al Mundial de Francia en 1998. “No solamente por una cuestión económica, que es muy importante para las asociaciones, sino porque es apasionante. Todos tienen que jugar contra Brasil, contra Argentina, ir al Centenario de Montevideo. Es parejo para todos”. Hay quien señala que los campeonatos largos terminan por beneficiar a las potencias. “Favorece a los mejores, y nosotros no podemos estar en contra de la excelencia”, zanja el cronista.

“Las eliminatorias suramericanas son las más competitivas del planeta porque los diez países llegan con expectativas y sueños de clasificarse”, valora el británico Tim Vickery, experto en fútbol suramericano y columnista de ESPN. “El gran desarrollo que hemos visto desde 1996 es que los países tradicionalmente débiles se han hecho más fuertes, y esa es una de las razones por las cuales Suramérica ha batallado tan duro para mantener este formato de maratón. Cualquier partido de visitante es difícil, es una competición fascinante”, apunta. “El sistema es justo. El que clasifica es porque hace 18 partidos en los que lógicamente hay que trabajar mucho, y bien, para poder conseguir la clasificación”, lo secunda el entrenador colombiano Luis Fernando Suárez, quien ha dirigido a Ecuador y Honduras en Mundiales.

Como ocurrió camino al más reciente Mundial, la mayoría de los boletos solo se resuelven en el último suspiro. Sudamérica se despidió de Rusia con el orgullo herido ante la incontestable superioridad de Europa. Ese hundimiento provocó un ‘juego de tronos’ en los banquillos que apenas comenzaba a asentarse cuando irrumpió la covid-19. Después de once meses sin reunirse a entrenar por cuenta de la crisis sanitaria y los cierres de fronteras, las selecciones con mayor continuidad parecen partir con alguna ventaja. Brasil renovó a Tite, Uruguay a Óscar Tábarez y Perú a Ricardo Gareca. En un segundo bloque, Carlos Queiroz en Colombia, Lionel Scaloni en Argentina, Reinaldo Rueda en Chile y Eduardo Berizzo en Paraguay al menos ya tuvieron como laboratorio de pruebas la Copa América del año pasado para echar a andar nuevos ciclos. César Farías fue nombrado en Bolivia al terminar el torneo continental, mientras que José Peseiro en Venezuela y Gustavo Alfaro en Ecuador, contratados en este 2020, ni siquiera han conocido a sus jugadores.

Cada tanto se renuevan las especulaciones sobre el número mágico que necesita una selección sudamericana para llegar a la Copa del Mundo. En una región donde todos se sacan puntos y para la mayoría de los aspirantes el desenlace suele reservarse hasta la última fecha, es difícil decirlo con precisión. A los cuatro cupos directos se añade el comodín del repechaje para el quinto clasificado. Reclamo de puntos mediante, el último boleto a Rusia –vía repesca– lo consiguió Perú con 26 puntos, y Chile se quedó por fuera con ese mismo puntaje. En la ruta al 2010, a Uruguay le alcanzaron apenas 24 para llegar por el camino del repechaje, y sin embargo fue semifinalista en Sudáfrica. Colombia, en cambio, se quedó afuera de Japón y Corea 2002 por diferencia de goles a pesar de acumular 27 puntos.

La última eliminatoria fue irregular principalmente por dos motivos, apunta el columnista Barraza. En primer lugar, debido a que ese reclamo de puntos alteró la clasificación con un insólito resultado. Chile demandó –y ganó– los dos puntos que cedió ante Bolivia por una alineación indebida en el empate sin goles en Santiago. De paso, arrastró a Perú a reclamar por el mismo motivo los tres puntos de su derrota 2-0 en La Paz en esa doble fecha. De no mediar esa protesta, hubiera clasificado Chile, que al final igualó en puntos con Perú. La eliminatoria también fue irregular por el proceso institucional de Argentina, que fue caótico después de la muerte de Julio Grondona, mandamás por décadas de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). “Fue una asociación primero acéfala, luego intervenida, con unas convulsiones tremendas, y en medio de todo eso estaba compitiendo. Clasifica prácticamente de milagro, y por Messi”, recuerda Barraza.

“Pese a todos los vaivenes, volvieron a clasificar Brasil, Uruguay, Argentina, Colombia. Esto te marca que los que tienen los mejores jugadores finalmente llegan”, destaca. Las grandes paradojas fueron las eliminaciones de Ecuador, que se desplomó después de un arranque de ensueño, y Chile, que venía de ganar dos ediciones de Copa América con su generación dorada. Los dos gigantes sudamericanos cambiaron de técnico en el camino, pero con fortunas muy distintas. Mientras Brasil apabulló desde que Tite relevó a Dunga después de seis fechas, Argentina siguió dando tumbos hasta el último momento. La albiceleste pasó de Gerardo Martino a Edgardo Bauza, y de este a Jorge Sampaoli para los últimos cuatro partidos. Solo aseguró su paso con su victoria frente a Ecuador en la última fecha.

Esos son los antecedentes más recientes de cara a unas eliminatorias que arrancan plagadas de incertidumbre. “Todos se ven perjudicados. Va a ser difícil que alguien tenga una ventaja frente a la situación actual. Hay una equidad de angustias tan profunda, que es difícil encontrar un ganador o un perdedor en esta dinámica tan loca en la que estamos metidos”, señala el periodista colombiano Nicolás Samper. “Realmente estamos asumiendo un riesgo”, lo complementa el inglés Vickery al recordar que una decena de jugadores del Flamengo de Brasil se contagiaron en su excursión a Ecuador para disputar la Copa Libertadores. “Especialmente cuando los equipos juegan de visitante podemos tener brotes de coronavirus, y los jugadores podrían regresar a Europa contagiados”, subraya. En su incipiente –y frágil– reactivación, el fútbol sudamericano ha optado por enfrentar a la pandemia.

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📈 Metodología de la proyección de trayectorias

Para los últimos seis Mundiales, ha habido cuatro liguillas CONMEBOL con 10 equipos cada una, siempre estos mismos. En otras dos ocasiones había 9. Basado en las ocasiones con estos 10 equipos, definimos una serie de rangos de probabilidad aproximada de clasificación según los puntos posibles, que van de 0 (18 partidos perdidos) a 54 (18 partidos ganados).

Entra seguro: está en 43 (la máxima puntuación nunca lograda por un equipo en la liga de clasificación –Argentina: 43 para el Mundial de 2002– o más). 42 también es la puntuación máxima en una liga con 4 equipos empatados al máximo (12 victorias, 6 empates).

Casi seguro: está en 34 (el líder con la puntuación más baja nunca lograda; Brasil para el Mundial de 2006) o más; hasta 42.

Muy probable: está en 31 (un punto por encima del cuarto puesto más alto logrado nunca) o más.

>50%: está al menos en 29 (en tres de cuatro ocasiones, esa puntuación ha significado clasificación).

<50%: está en 27-28 (clasificados 1 de cada 4 y 2 de cada 4, respectivamente).

Muy improbable: está entre 26 y 23; ningún equipo se ha clasificado directamente pero es el abanico de acceso frecuente a repesca (quinto puesto).

Fuera casi seguro: está por debajo de 23; en ninguna ocasión se ha clasificado nadie directa o indirectamente en este rango de puntuación.

El ejercicio presentado aquí con la liguilla de 2015-2018 muestra cómo encajan las trayectorias reales de los distintos equipos, con las ideales de cada franja.

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