Europa alivia al Real Madrid

El Real, ya clasificado antes de jugar, cambia de actitud respecto a Ipurua, expone al mejor Llorente que se ha visto y supera a una Roma que falló un gol increíble y luego regaló otro a Bale

Bale felicita a Lucas Vázquez tras el segundo gol del Madrid.FILIPPO MONTEFORTE (AFP)

Para este Real Madrid de congojas y tiritonas, en Roma todo fueron alivios. Salió de Italia ya clasificado para octavos como primero de grupo. De paso, emergió el mejor Llorente que se ha visto por el primer equipo y advirtió la plena recuperación de alguien con la pujanza de Carvajal. Y no fue menor el partido de Lucas y el carrete final para novatos como Valverde y Mariano.

Tras el descarrile de Eibar, en Roma, con otra actitud, todo le fue de cara. Antes y ...

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Para este Real Madrid de congojas y tiritonas, en Roma todo fueron alivios. Salió de Italia ya clasificado para octavos como primero de grupo. De paso, emergió el mejor Llorente que se ha visto por el primer equipo y advirtió la plena recuperación de alguien con la pujanza de Carvajal. Y no fue menor el partido de Lucas y el carrete final para novatos como Valverde y Mariano.

Tras el descarrile de Eibar, en Roma, con otra actitud, todo le fue de cara. Antes y durante el partido. En la previa ya supo que el CSKA había pegado un petardazo con el Viktoria Pilsen, lo que daba la clasificación automática a los blancos. Y antes del calentamiento, otro respiro: Dzeko, puñal romanista en ataque, no estaba entre los reclutados por molestias físicas. Para este Madrid tan anómalo, todo desahogo es poco. Al menos mientras Solari intenta dar con el formato adecuado.

En el olimpo romano, el técnico argentino puso en marcha otra contrarreforma. Por un lado, sacó del pozo a Llorente, un fantasma para Zidane, Lopetegui y, hasta esta cita, para el propio Solari. Y otra decisión contundente: Isco, jugador que se tenía por medular en este equipo, fue degradado —de la suplencia de las últimas jornadas a la grada—.

Sin Casemiro, Llorente fue el mejor Casemiro posible. Al ancla de Solari, el canterano respondió con el aplomo categórico que se le había visto en el Alavés. Ni rastro de ese futbolista apocado en sus infrecuentes ratillos con el Madrid. En Roma, Llorente paró, templó, tiró de pico y pala y siempre fue una solución, nunca un problema. Sin Isco, y con Asensio de nuevo cortado, el Madrid fue un equipo más simétrico, con Lucas al tajo, comodín en ataque y en defensa. Sin embargo, tan confuso anda este Real que ni siquiera con la consistencia de Llorente, Lucas y el reaparecido Carvajal fue un equipo cuajado, armónico hasta que la Roma le obsequió con el primer gol.

Es un Madrid que aún se busca. Como síntoma, Courtois. El belga lo mismo patea al cielo, que se compromete al juego corto. El Real hace la goma, lo mismo se estira que se encoge. De esa indefinición casi saca provecho la Roma en su único asedio de la noche. A la media hora, en una jugada con varias derivadas, Varane, Carvajal y Courtois sucesivamente evitaron el tanto local. Una jugada cerrada con obús de Kolarov. En la colonia de Olsen solo había referencias de un disparo de Modric y alguna aventura del omnipresente Kroos.

Con el partido trabado, sin gobierno, y condicionado por un césped selvático, otro consuelo hizo girar el duelo del lado visitante. En el último parpadeo del primer acto, Ünder falló el gol de su vida, un gol parvulario. Carvajal se enredó con un taconazo, Zaniolo asistió a Ünder y el chico se vio ante una portería sin portero u otros centinelas, y a un pie de la raya de gol. El turco mandó la pelota al cuarto anfiteatro. Había un descanso por medio, pero tan sonados dejó la acción a los muchachos de Di Francesco, que de vuelta de la tregua todo conspiró en su contra.

Error y cambio de dirección

Fazio forzó una cesión a su guardameta y el sueco disparó al aire. El viento frenó el despeje, con el balón congelado en las alturas, y el argentino Fazio cometió una pifia. Su cesión de cabeza a Olsen fue en dirección a Bale, que estampó el gol y dejó la primera evidencia de que estaba en Roma. Nada se había sabido del galés hasta entonces. Para descorche madridista, al menos Bale no fue Ünder. Antes de dar con el juego, el Madrid ya había dado en la diana.

El emboque del británico cambió el choque por completo. La Roma, que tampoco está para un do de pecho, se fundió, convertida en una escuadra destartalada. El gol le supuso una puñalada y el Madrid encontró horizontes por todos los rincones del Olímpico. Una gozada para Bale, con sus piernas de jamaicano. Una suerte para Marcelo, al que siempre le fue más la marcha ofensiva. Al partido de puertas abiertas hacia Olsen se sumaron Kroos —febril toda la jornada— y Modric. Y, por supuesto, Lucas, autor del segundo tanto, estupendamente asistido por Benzema.

De alivio en alivio, el Madrid sacó la cadena a la Roma, encontró la forma de reanimarse tras el varapalo de Ipurua y despejó su tránsito en la Liga de Campeones hasta los octavos de final. En Europa ya ha despejado el camino. Ahora le toca dar con la senda adecuada en la Liga, donde el tiempo apremia.

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