Un cartel a la entrada las oficinas de la Superliga Argentina de Fútbol, en pleno corazón de Puerto Madero, uno de los barrios más modernos de Buenos Aires, da una idea de lo ocurre detrás de aquellas puertas: “Donde nacen las estrellas”. Argentina es una gran fábrica de futbolistas. Su factoría es la que más jugadores extranjeros ha aportado al fútbol español a lo largo de la historia. Con 550, la nación más austral de América dobla al segundo máximo proveedor de LaLiga, Brasil, que no alcanza los 300 nombres. La hegemonía se mantiene hoy. 28 jugadores argentinos y cinco entrenadores, más que ninguna otra nacionalidad, participan en LaLiga Santander.
¿Por qué llegan desde la otra punta del planeta? ¿Qué los distingue? ¿Quiénes son? ¿Cómo es el fútbol argentino? Hay quienes lo asocian a una despreocupada forma de jugar; otros, a la gambeta y la filigrana; muchos, a la agresividad y a lo canchero. Pero todos coinciden en algo: la pasión y la fidelidad por los colores tanto en el campo como en la grada es colosal. Hasta allí ha llegado también LaLiga para compartir experiencias y para impulsar el desarrollo profesional de un eterno diamante en bruto. Paula Robla, una de las delegadas de Global Network, el programa de internacionalización de la entidad española, afirma: “El fútbol de Argentina es para todo el mundo. Es un modelo de éxito en el desarrollo de las canteras. Cualquier niño y cualquier niña juega al fútbol desde pequeños, es parte de su día a día, está metido en la cultura. Y venimos a potenciarlo”.
Hace poco más de un año, en agosto de 2017, Argentina reprodujo el modelo español. Con la creación de la Superliga Argentina de Fútbol (SAF), la competición se separó de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Mariano Elizondo, presidente de SAF, y ex-CEO de Ideas del Sur, una de las productoras audiovisuales más importantes de Argentina, resume su concepción: “Nacimos para ordenar las finanzas de los clubes, por un lado, y la competición, por otro”. En 2017, el fútbol argentino estaba detenido por las deudas que las instituciones tenían con los jugadores. Elizondo, contable y experto en finanzas, se sentó con los directivos de cada club para elaborar una hoja de ruta económica: futuros ingresos y futuros gastos. Así de simple fue erradicar la deuda. Y el fútbol arrancó.
En un año, además, la Superliga pasó de recaudar algo menos de cuatro millones de euros en patrocinio a rozar los 20. “Antes no había una estructura de patrocinadores ni un plan para atraerlos”, subraya Elizondo. Ese es uno de los aspectos fundamentales de la colaboración de LaLiga, que formalizó su ayuda al fútbol argentino a través de la firma de un convenio en 2017. “Intentamos capacitar a los clubes para que creen paquetes de activos con los que captar patrocinios. Hay algunas entidades que, a día de hoy, aún no explotan todo su potencial comercial. Es algo que confiamos poder aportar de la mano de la Superliga”, agrega Robla, que se ha empapado de la cultura argentina en poco más de un año.
“El vínculo de cooperación con LaLiga también apunta a mejorar la competición. Hay muchas cosas en el fútbol español que se pueden tomar de referencia: el reglamento audiovisual, la seguridad en los estadios, la figura del director de partido…”, enuncia el presidente de SAF. Cuando LaLiga llegó a Buenos Aires su hermana argentina aún no tenía ni oficinas, recuerda Elizondo. “En las primeras semanas organizábamos conferencias entre Argentina y los departamentos de LaLiga en España para guiar la creación de la estructura de la Superliga: gestión de ofertas de patrocinio, reglamento de retransmisiones televisivas, licencias y aspectos de seguridad”, subraya la delegada de LaLiga.
Para desarrollar este último punto, la colaboración en materia de seguridad, LaLiga ha firmado un acuerdo con el Ministerio de Seguridad de Argentina. Es uno de los convenios más importantes de la entidad en el plano internacional que prevé la realización de programas de formación en ambos países sobre los sistemas más punteros de seguridad en los estadios. El programa se completa con campañas contra el racismo y la discriminación en el mundo del fútbol y en favor de la inclusión y la aceptación de diversidad. Robla también querría trasladar a España algo de su experiencia sudamericana. Y elige esto: “Queremos llevarnos de aquí la fidelidad que tienen los hinchas por sus equipos. Aquí si eres hincha de un club… ¡eres hincha de un club!”, señala.
La conexión hispanoargentina tiene más de un siglo. Y comenzó en el césped. Emilio Sagi-Barba, argentino hijo de españoles, debutó en el Barcelona en 1916. Y abrió las puertas a muchos de sus compatriotas que jugaron y triunfaron en España. Alfredo di Stéfano, Kempes, Maradona, Redondo, Simeone, Riquelme, Lionel Messi… son referentes en la historia de los clubes donde militaron. Óscar Ruggeri, campeón del mundo con la selección argentina en 1986, jugó en el Logroñés y en el Real Madrid, donde alzó un título liguero: “Todos los argentinos que se marcharon a España abrieron puertas. Por eso es importante ser profesional cuando sales al extranjero. No tienes que pensar en hacer tu vida y punto”, considera el exjugador, que fue entrenador y ahora es comentarista de fútbol en televisión. “Hay que hacer las cosas bien porque de esa manera le abres el camino a quienes vienen detrás y ese espíritu es muy característico de los argentinos que salen del país”, subraya Ruggeri, símbolo del fútbol aguerrido del Cono Sur.
De los 28 futbolistas argentinos que participan este año LaLiga Santander, cinco militan en el Leganés. También lo es su entrenador, Mauricio Pellegrino: “Odiamos perder. Más de lo que queremos ganar, odiamos perder… Con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva”, dice del carácter del futbolista argentino. Pellegrino llegó en 1998 al Barcelona y al año siguiente recaló en el Valencia, donde alcanzó dos finales de Champions y ganó dos veces LaLiga. “Se confía mucho en los argentinos. Hay mucha similitud con los españoles por el amor que tenemos por este deporte. Esa similitud cultural y el rendimiento que hemos tenido a lo largo de la historia, es nuestro distintivo”, asegura.
Pellegrino es uno de los cinco entrenadores argentinos que dirige en LaLiga Santander está temporada. Los otros cuatro son: Santiago Solari (Real Madrid), Antonio Mohamed (Celta), Diego Simeone (Atlético) y Eduardo Berizzo (Athletic). También lo era el destituido Leo Franco (Huesca). “Para mí, estar en el Leganés representa una gran oportunidad”, dice Pellegrino, que fichó por el club el pasado verano. “Me ha sorprendido muchísimo el gran apoyo que tenemos, la unión entre el equipo y su afición”, analiza el técnico. El Lega cumple su tercera temporada en la máxima categoría, algo que valora el técnico: “Disputar dos temporadas seguidas de LaLiga te permite superarte año tras año”.
El desarrollo del fútbol argentino no se detiene. Este año, la Superliga vivirá un hecho histórico. El sábado, Boca Juniors y River Plate, los dos clubes más grandes del país, disputarán el partido de ida de la final de la Copa Libertadores (la Champions americana) por primera vez. El mundo habla de ese partido. Las dos entidades son las que más jugadores han aportado a LaLiga. Y el crecimiento del fútbol argentino impulsa aún más el desarrollo de sus canteras.
Fernando Guarini es el director de fútbol amateur y divisiones inferiores de River: “La captación de talento se está estandarizando en todo el país. Antes eran muy pocos los clubes con capacidad para descubrir y formar jugadores. Históricamente, desde River hemos exportado muchos jóvenes a España porque venimos haciendo un trabajo en las categorías inferiores hace años. Llegan a Primera de otra forma, desde lo emocional, desde lo táctico, desde lo técnico… entrenan cinco veces por semana y tienen todo lo que necesitan”.
“Una vez estaba con el papá de un chico de las divisiones inferiores y me confesó: ‘Si tengo cuatro milanesas [filetes empanados], dos se las doy a él y una a cada uno de sus dos hermanos’. ¿Sabes la presión que tiene ese chico?”, resume Guarini. Así se vive el fútbol en Argentina y por ese proceso, que dura casi 10 años, pasan muchos de los jóvenes que luego terminan triunfando en Europa. En la última década, River ha vendido jugadores de su cantera al extranjero por más de 75 millones de euros, cinco veces más que el fichaje más caro de su historia (Lucas Pratto).
Boca Juniors ha estrenado hace poco más de un año un centro de alta competición para sus juveniles en Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires, resguardado por un enorme bosque. Y para el desarrollo de su cantera ha contratado a Claudio Vivas, exasistente de Marcelo Bielsa en la selección argentina. “No tenemos nada que envidiarle a nadie. Boca debe pensar en una estructura que no imite a la de nadie. Contamos con campos de entrenamiento a la altura de nuestro club. Gimnasio, área nutricional, psicología, tecnología, asistencia médica…”, subraya Vivas. La creación de infraestructuras modernas y adecuadas es, para Elizondo, presidente de la Superliga, otra de las enseñanzas de LaLiga, que “exige a los clubes que hagan obras. Eso queda. Y es algo que nos inspira”, dice.
Consciente de la gran fábrica que es el fútbol argentino, la Superliga interviene también en la competición juvenil para cuidar su desarrollo. “Se hicieron cargo del torneo, en el que participan 26 equipos. Y se mejoró la organización. Antes ni se llevaba el cómputo de tarjetas amarillas”, relata el coordinador del fútbol base de Boca. “Y se cambió el reglamento para que pudiera haber cinco cambios en los partidos y que todos los chicos que viajan puedan jugar”, apunta.
Con las cuestiones organizativas y de infraestructura cubiertas, los clubes se centran en tratar de mimar a los jugadores que están en edad de formación y mantenerles lejos de los problemas que puedan minar su crecimiento como deportistas y personas. “Hacemos talleres de educación sexual, de prevención de drogas, charlas con psicólogos, con nutricionistas…”, destaca Guarini, de River. “Muchas veces no alcanzas a solucionar problemas familiares, pero al pibe, que te interesa desde lo futbolístico pero también desde lo humano, lo contienes y lo proteges”, añade. “Hay muchos que no llegan a Primera: el barrio, una mala influencia, una lesión o la necesidad de salir a trabajar son obstáculos que tienen que superar durante 10 o 12 años”, explica.
Y en Boca también son conscientes de ello: “Siempre estamos en alerta para colaborar con el aspecto social. Todos los días aparecen diferentes casos. En este pizarrón anoto las peticiones: mi papá perdió el trabajo, mi papá nos abandonó, mi hermano está en la cárcel, mi mejor amigo se droga… Tenemos un área de psicología que se encarga exclusivamente de los aspectos individuales de los jugadores”, comenta Vivas.
¿Qué distingue al jugador argentino? Para Ruggeri, es la personalidad. Guarini, de River, apunta al factor genético. Y Vivas, de Boca, hace hincapié en la técnica de los futbolistas. Los tres coinciden en uno: el amor propio, el carácter y la ambición. “Cuando me llevaban a Logroño pasamos por el Bernabéu y dije a quienes estaban conmigo: ‘Yo voy a venir a jugar a este club”, recuerda Ruggeri, que además militó en Boca y en River. Muchos jóvenes también sueñan con triunfar algún día “del otro lado del charco”. Y cada vez, cumplir sus metas, parece más factible.
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