De Angelis, un pianista a 300 km/h

Fue uno de los pilotos más carismáticos de la historia, el arquetipo de una época acabada

Elio de Angelis, en 1983.Hoch Zwei (Getty Images)

“Elio de Angelis no pudo evitar ser guapo y rico”, dijo una voz en off de TVE el día en que Elio de Angelis murió a los 28 años en el circuito Paul Ricard de Marsella, el 14 de mayo de 1986. Había tal fatalismo en la frase que por un instante podía pensarse que a De Angelis le habían consumido la belleza y el dinero. Lo cierto es que lo había matado un cóctel explosivo que mezcló la pasión por la velocidad y un catastrófico dispositivo de seguridad en el Paul Ricard. Aquel día de entrenamientos privados,...

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“Elio de Angelis no pudo evitar ser guapo y rico”, dijo una voz en off de TVE el día en que Elio de Angelis murió a los 28 años en el circuito Paul Ricard de Marsella, el 14 de mayo de 1986. Había tal fatalismo en la frase que por un instante podía pensarse que a De Angelis le habían consumido la belleza y el dinero. Lo cierto es que lo había matado un cóctel explosivo que mezcló la pasión por la velocidad y un catastrófico dispositivo de seguridad en el Paul Ricard. Aquel día de entrenamientos privados, Nigel Mansell, Alain Prost y Alain Jones corrieron hasta el bólido estrellado de su compañero para tratar de girarlo y apagar ellos mismos el fuego a la espera de que llegasen los servicios de seguridad, que tardaron ocho minutos; para completar el cuadro cuenta el periodista Javier Rubio que entremedias llegó un comisario que vació el extintor en dirección al piloto en lugar de a las llamas.

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No se sabe qué produjo el accidente porque el único testigo, un mecánico de Benetton, vio el Brabham de De Angelis volando por el circuito cuando levantó la cabeza del cronómetro. Cuando lo rescataron, su corazón no latía; consiguieron reanimarlo cuatro minutos después, pero De Angelis no volvió a recuperar el conocimiento. Solo tenía una fractura de clavícula: había muerto asfixiado. De esta forma se partía en dos la carrera de uno de los pilotos más carismáticos de la historia de la F-1. “Elio DeAngelis era el arquetipo del piloto de una época acabada: para él, la elegancia primaba sobre la eficacia”, dijo de él el periodista y expiloto Johnny Rives. Tenía unas manos prodigiosas y su futuro era ser concertista de piano (en YouTube se conservan varios conciertos de él). Pero, como dijo, su pasión no tenía precio. Dejó las partituras, los escenarios y el piano por la gasolina, las pistas y el volante; compitió (y ganó dos grandes premios, San Marino y Austria) en una época legendaria en la que cruzaron sus vidas en las carreras Nelson Piquet, Keké Rosberg, Niki Lauda, Ayrton Senna, Gilles Villeneuve, Alain Prost o Nigel Mansell.

Su carrera fue con Lotus, de donde salió enfadado porque el equipo empezó a dirigir su cariño a un brasileño recién llegado airado y genial, Ayrton Senna. Cuatro años antes que De Angelis habían muerto Villenueve y Paletti, ocho años después murieron, en el mismo fin de semana en San Marino, Roland Ratzenberg y el propio Senna. El diseño del casco del príncipe italiano, blanco con dos líneas negras y rojas a cada lado, lo llevó en homenaje toda su carrera Jean Alesi. Este 26 de marzo, De Angelis hubiera cumplido 60 años.

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