Athletic y Real Sociedad, un siglo de mal humor

La rivalidad comenzó con el nacimiento de ambos clubes y solo ha ido alterando los motivos

Ziganda da instrucciones a Iñigo Martínez.Miguel Toña (EFE)

A pesar del estruendo que supone que un jugador de la Real Sociedad sea fichado por el Athletic, de una forma hostil que aparentemente pone en armas a unos y otros, la realidad es que la rivalidad entre ambos clubes es congénita y fue en el pasado más violenta que la actual. La Sociedad de Foot-ball de San Sebastián se fundó en 1907 y participó en el campeonato de España utilizando el nombre del Club Ciclista San Sebastián para ...

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A pesar del estruendo que supone que un jugador de la Real Sociedad sea fichado por el Athletic, de una forma hostil que aparentemente pone en armas a unos y otros, la realidad es que la rivalidad entre ambos clubes es congénita y fue en el pasado más violenta que la actual. La Sociedad de Foot-ball de San Sebastián se fundó en 1907 y participó en el campeonato de España utilizando el nombre del Club Ciclista San Sebastián para cumplir con los requisitos de la competición, denominándose oficialmente Sociedad de Football de San Sebastián. Ese mismo año se proclamó campeón de España. El Athletic se había creado en 1898. Y el primer conflicto saltó en 1909, en el campo de Ondarreta, cuando MacGuiness marcó en fuera de juego y el Athletic, tras las protestas y una fuerte bronca, abandonó el terreno de juego para regresar poco después. El periódico Heraldo de Madrid tituló lo sucedido como una sentencia para el futuro: “San Sebastián contra Bilbao”. El Athletic protestó en una carta al director, donde tras pedir disculpas por el error de abandonar el campo, exigía del público que guardase con “los sportmen forasteros las debidas consideraciones en lugar de traducir su apasionamiento en irritantes e incultas manifestaciones de odio”.

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Así empezaron las fraternales relaciones entre ambos clubes vascos que han vivido, más de un siglo después, su última confrontación con el caso de Iñigo Martínez. En aquellos tiempos, se sucedieron las espantadas, año tras año (hoy no acudo yo, hoy no acudes tú), los enfrentamientos entre aficiones, los finales a bastonazos en los albores del siglo XX. Incluso una denuncia del conjunto donostiarra, contra los extranjeros ilegales el Athletic profesionales británicos encubiertos que no cumplían con la legislación deportiva española. A raíz de aquello, el Athletic decidió que ningún extranjero volvería a jugar en el equipo rojiblanco.

En 1989, 80 años después de su fundación, la Real Sociedad, abrumada por los fichajes de Bakero, Beguiristain y López Rekarte por el Barcelona y el temor permanente al Athletic, que acabó fichando a Loren en una ruinosa operación económico-deportiva, decidió dar por finalizada su política de jugar solo con futbolistas vascos y abrir su plantilla al mercado de extranjeros (Aldridge fue el primero en llegar en 1989). Lo que vino después fue un rosario de contrataciones con algunos aciertos, muchísimos errores y demasiadas estridencias y fracasos sonoros. En 2002, la Real amplió el mercado y fichó a Sergio Boris, del Oviedo, primer jugador español, no vasco ni extranjero, cerrando el círculo de su mercado futbolístico. La transición estaba hecha.

De Heynckes a Toshack, más allá de las fronteras

La rivalidad entre Athletic y Real la escenificaron sin pelos en la lengua dos entrenadores de acusada personalidad. Jupp Heynckes, tan alemán, tan campeón del mundo, dijo que los mejores jugadores vascos deberían estar en San Mamés. “Mi equipo tenía que estar subvencionado por las instituciones públicas”, afirmó. Toshack, técnico de la Real, saltó como un resorte: “Ya estoy harto de que que el Bilbao muestre desprecio por todo lo demás. Lo único que le faltaba era un alemán”. “A mí la Real me importa menos que un accidente de bicicleta en China”, respondió Heynckes, y así hasta que ambos zanjaron, por cansancio, la polémica. La rivalidad vasca (a la que luego se añadió Osasuna, a donde acudió y acude el Athletic muy a menudo) había traspasado sus propias fronteras un siglo después.

“Iremos a por el crack del vecino”, declaró sin ambages el entonces presidente del Athletic, Pedro Aurtenetxe, poco antes de que pagase 300 millones de pesetas por el fichaje de Loren, delantero centro de la Real Sociedad. “Sin estar mal en Bilbao, puede que fuese una mala decisión a nivel deportivo”, afirmó el actual director deportivo de la Real en la presentación de Héctor Moreno, fichado tras la marcha de Iñigo Martínez al Athletic. Antes dejó una fase para el misterio: “El motivo de mi traspaso solo lo sabemos las personas que estaban entonces en la Real y yo mismo (…) y las circunstancias ahora son completamente diferentes”.

Lo cierto es que su caso fue el primero de los pocos que ciertamente han alterado las débiles relaciones entre ambos clubes. Desde entonces han sido muchos los futbolistas que han cogido la A-8, la autopista que une Donostia y Bilbao, usando el carril en dirección a la capital vizcaína. Pero pocos han sido decisivos: Iturrino, Billabona, Zubiaurre (importante judicialmente), Xabi Castillo, Díaz de Cerio, Elustondo..., entre otros, han tenido un papel muy menor en el Athletic. Pero han valido para avivar el incendio.

El caso de Loren desató los conflictos institucionales entre ambos clubes, que han llegado hasta el presente: ruptura de relaciones (una figura diplomática) y cláusulas anti- Athletic en los traspasos, que aún hoy se exigen en la plantilla. Pero la gran revolución la protagonizó el fichaje de Joseba Etxeberria, cuando el Athletic abonó los 550 millones de pesetas de su cláusula, con solo 17 años tras un gran Mundial sub-17 en Qatar. Eso sí se pareció a la guerra de 1909 entre Athletic y Real. Con insólita madurez, Etxeberria encajó los golpes y su familia sufrió la desidia de sus vecinos en Elgoibar.

Etxeberria, Zubiaurre...

En el Athletic se tiene la sensación de que la Real (directivos y aficionados) celebran, o asumen, que sus futbolistas fichen por otros equipos que no sean el Athletic. Nadie reprocha a Illarramendi que se fuera al Real Madrid, o a Xabi Alonso al Liverpool, a Uralde o López Ufarte al Atlético. Y Etxeberria colmó su vaso eligiendo Bilbao. El hoy entrenador del Amorebieta (club convenido al Athletic en 2ªB) nunca entendió por qué Uranga, presidente de la Real, estaba dispuesto a venderlo al Betis y no al Athletic.

Iñigo Martínez, en su presentación como nuevo jugador del Athletic.LUIS TEJIDO (EFE)

El problema, sin embargo, trasciende a los conflictos de vecindad, esos que nacieron ya en la placenta de ambos clubes. La Real reclamaba el respeto a su huerto de cantera, en un presunto acuerdo tácito que el Athletic nunca ha hecho suyo. La cantera rojiblanca siempre la ha definido en todos los territorios vascos y por lo tanto en todos los equipos sin establecer fronteras ni aranceles, más allá del pago de las cláusulas o los acuerdos económico-deportivos con equipos de cantera de otras ciudades vascas. El Antiguoko donostiarra ha sido un permanente caballo de batalla entre ambos clubes. El caso de Zubiaurre, fichado por el Athletic en 2005, llegó a los tribunales en un largo proceso que acabó condenando al Athletic al pago de cinco millones por un futbolista que solo pudo jugar cuatro partidos antes de emigrar a la Segunda División y convertirse en un fracaso judicial.

Pero la historia continúa. Iñigo Martínez ha sido el último eslabón de una historia interminable. Las redes sociales amplifican cualquier enfado. El excentral de la Real parece preparado para soportar la presión en el clásico que resta esta temporada en Anoeta. Muy lejos quedan los tiempos en que Rafa Iriondo, de la mítica delantera del Athletic, acabó jugando en la Real. Alguien tan volcánico como Javier Clemente , tan vizcaíno, también se sentó en Anoeta, lo mismo que Amorrortu, responsable habitual de la cantera de Lezama (y por lo tanto de muchas de las acciones del Athletic en Gipuzcoa). Eran otros tiempos, paréntesis en la batalla, como aquellas cenas de fraternidad que según los veteranos dicen que hacían jugadores de ambos equipos.

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