La apuesta

La tensión. Eso ha perdido el Madrid este año o al menos eso le cuesta encontrar

Cristiano se lamenta de una cosasión fallida ante el Málaga.Denis Doyle (Getty Images)

Una de las virtudes de Renfe es su implacable lógica interna: cuanto más largo es el trayecto, menos posibilidades hay de cargar el móvil. En un tren entre Pontevedra y Vigo, cuando uno está enchufando el cargador tiene que bajarse ya del tren; entre Madrid y Pamplona, como no hay enchufes a veces da tiempo a leer un libro. ¡Un libro! En el siglo XXI.

Así fue cómo acabé echando mano de un ejemplar viejo que tenía por la bolsa de Gay Talese, El silencio del héroe, donde se recopilan sus primeras crónicas deportivas. Es sabido que Talese se fue a hacer el servicio militar sabiend...

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Una de las virtudes de Renfe es su implacable lógica interna: cuanto más largo es el trayecto, menos posibilidades hay de cargar el móvil. En un tren entre Pontevedra y Vigo, cuando uno está enchufando el cargador tiene que bajarse ya del tren; entre Madrid y Pamplona, como no hay enchufes a veces da tiempo a leer un libro. ¡Un libro! En el siglo XXI.

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Así fue cómo acabé echando mano de un ejemplar viejo que tenía por la bolsa de Gay Talese, El silencio del héroe, donde se recopilan sus primeras crónicas deportivas. Es sabido que Talese se fue a hacer el servicio militar sabiendo que al volver a la vida civil sería periodista deportivo, y sin embargo volvió. Claro que hacer la mili en EE UU a mediados del siglo XX era jugar muy fuerte. En el libro, Talese dice sobre Hemingway: “Rehacía una y otra vez sus frases hasta darles tensión: al final todo era tan esencial que no podías añadir ni quitar nada sin que todo se desmoronara”. Es una gran frase que enseguida apliqué al amor, porque como es natural estoy enamorado, y al Madrid, porque empiezo a sospechar que soy bastante madridista.

Había visto el día anterior el partido del Madrid ante el Málaga, y había pensado en la cantidad de pases prescindibles que se daban. No en el inicio de la jugada, algo lógico, sino al final, cuando el Madrid rodeaba al Málaga en la primera parte. Incluso entonces, en sus mejores minutos, el Madrid destensaba los pases, los convertía en superficiales y desactivaba las posiciones de ventaja. La escritura, el amor, el fútbol. No existen sin tensión: no existen sin el miedo a perderlo todo. Ese miedo construye la belleza. De tal forma que incluso perdiendo puede contemplarse un instante lo que ha podido ser, lo que hubiera llegado a convertirse si una apuesta tan alta llegase a funcionar. Como el Madrid de Queiroz, más o menos.

La tensión. Eso ha perdido el Madrid este año o al menos eso le cuesta encontrar. La elaboración del juego sintiéndose amenazado por lobos. Contra el Málaga se llegó otra vez a puerta, se remató bien —incluso extraordinariamente bien, como Cristiano—, pero nunca hubo sobre el campo la tensión de un equipo jugándose una Liga. Esa manera de jugar al alza que vendría a ser como la prosa que quería tener Talese: un juego en el que todo sea tan esencial que cualquiera que dé un pase de más o un pase de menos destruya la obra de todos.

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