Diego Schwartzman, un ‘Peque’ muy grande

El argentino Schwartzman, rival de Carreño en los cuartos (18.00), rompe el patrón del circuito con su estatura: con 1,70m es el jugador más bajo: "El tenis es para todo el mundo, no sólo para los altos"

Schwartzman, durante un partido en el US Open.TIMOTHY A. CLARY (AFP)

Diego Schwartzman (Buenos Aires, 25 años) es bajito, el tenista de menor estatura del top-100 y de todo el circuito junto al japonés Yohihito Nishioka. Ambos alcanzan el 1,70, pero el argentino se ha ganado estos días el corazón de la grada de Nueva York, que se pregunta cómo demonios un jugador tan pequeño (pesa 64 kilos) puede hacer tanto daño en un territorio de gigantes como el tenis. Para hacerse una idea, basta decir que la altura media en la élite masculina es el 1,85 y que el croata Ivo Karlovic mide casi medio metro más (41 centímetros) que él, por primera vez en los cuartos ...

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Diego Schwartzman (Buenos Aires, 25 años) es bajito, el tenista de menor estatura del top-100 y de todo el circuito junto al japonés Yohihito Nishioka. Ambos alcanzan el 1,70, pero el argentino se ha ganado estos días el corazón de la grada de Nueva York, que se pregunta cómo demonios un jugador tan pequeño (pesa 64 kilos) puede hacer tanto daño en un territorio de gigantes como el tenis. Para hacerse una idea, basta decir que la altura media en la élite masculina es el 1,85 y que el croata Ivo Karlovic mide casi medio metro más (41 centímetros) que él, por primera vez en los cuartos de un gran escenario. Enfrente estará Pablo Carreño.

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“Espero que la gente entienda que el tenis es para todo el mundo, no sólo para los altos”, explica el 33 del mundo, que al haberse filtrado entre los ocho mejores del US Open dará el lunes un salto significativo en el ranking. “A veces ayuda ser alto, porque puedes sacar muy rápido y desde el fondo puedes pegarle más fuerte y porque sus brazos son más grandes que los míos, pero yo siempre fui así y siempre intenté mejorar sin pensar en cuánto medía”, agrega el bonaerense, hincha de Boca Juniors, devoto de Juan Román Riquelme y un asiduo en las gradas de La Bombonera.

El caso es que lejos de ser un condicionante, su escasa envergadura ha ayudado a forjar una mente de granito y, en consecuencia, a un competidor feroz que esta temporada vive su momento más dulce. En Nueva York ha ganado a torres como Carlos Berlocq (1,83), Janko Tipsarevic (1,80), Marin Cilic (1,98) y Lucas Pouille (1,85), y ahora afronta al gijonés Pablo Carreño (1,88), con el que ha hecho buenas migas. “Sí, entre los argentinos y los españoles hemos creado un grupo para darle a la PlayStation. Yo juego con el Alavés y Pablo juega con el Sporting, porque es de allí, pero el que va líder soy yo…”, bromea.

El Peque, así se le apoda, está en Nueva York en boca de todos. Y su ascensión no es casual. Tutelado por Juan Ignacio Chela, suple la carencia de la envergadura con un juego cerebral y un despliegue muy dinámico. Este año tuteó a Rafael Nadal en la arena de Montecarlo y a Djokovic en la de Roland Garros, y aunque en su expediente solo figure un trofeo (Estambul 2016) se está haciendo poco a poco un espacio propio en las cotas altas del tenis. “Tal vez lo que he hecho yo pueda servir de ejemplo para otros chicos jóvenes”, expone el jugador judío, que comenzó a empuñar la raqueta a los siete años.

Hoy (18.00, Eurosport) desafiará a Carreño, otro tenista que sin hacer ruido ha ido escalando. El español desembarcó hace tres meses en los cuartos de París y ahora tiene una oportunidad de oro en Queens, aunque por el camino debe dejar a su amigo Schwartzman, el pequeño muy grande.

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