Argentina aburre hasta el enojo

La selección de Martino desperdicia su enorme superioridad ante Jamaica y termina encerrada en su área con el 1-0

Foto: AGENCIA_DESCONOCIDA | Vídeo: reuters- live!

Argentina solventó sin brillo alguno su compromiso con Jamaica, país invitado al torneo, y terminó incluso irritando a las decenas de miles de compatriotas que habían inundado Viña del Mar, como cada verano, para disfrutar de un duelo con tono de encuentro amistoso que no sirvió siquiera como partido de exhibición y celebración del partido 100 de Lionel Messi con su país. Solo Gonzalo Higuaín, tampoco sobrado de acierto, y un por fin activo Di María...

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Argentina solventó sin brillo alguno su compromiso con Jamaica, país invitado al torneo, y terminó incluso irritando a las decenas de miles de compatriotas que habían inundado Viña del Mar, como cada verano, para disfrutar de un duelo con tono de encuentro amistoso que no sirvió siquiera como partido de exhibición y celebración del partido 100 de Lionel Messi con su país. Solo Gonzalo Higuaín, tampoco sobrado de acierto, y un por fin activo Di María parecieron tomarse realmente en serio el partido en Argentina, que caminó por el césped durante la mayor parte del partido ante la poca agresividad jamaicana, hasta que en el minuto 80 los caribeños intentaron la heroicidad y pusieron en algún aprieto a la selección rioplatense.

La diferencia abismal entre ambos planteles dificulta el análisis del partido, totalmente falto de ritmo, que navegó entre periodos de tedio y silencio en las gradas, interrumpidos por palmas cuando Messi tocaba el balón o había algún regate u ocasión de gol, y naufragó finalmente entre pitos de los hinchas argentinos, que incluso llegaron a corear con oles el arranque final de fuerza jamaicano.

Su seleccionador, el alemán Wilfried Schaefer, ya había avisado de que defenderían a Messi sin faltas: la pulcritud con que cumplieron su promesa los caribeños fue insólita (diez infracciones, las mismas que los argentinos, con muchísima menos posesión). En los primeros diez minutos el equipo de Gerardo Martino había llegado ya cuatro veces al punto de penalti. Higuaín acertó a la quinta y anunció una goleada de escándalo que no cristalizaría, contagiados los argentinos del poco nivel del partido, la nula disputa por la posesión de la pelota y falta de definición.

Los hombres del ‘Tata’ (suspendido, vio el partido desde una cabina de televisión) rozaba el 80% de posesión con su 4-3-3 habitual, Higuaín en lugar del dolorido Agüero y Demichelis por Otamendi. Los ‘reggae boys’ se replegaban enteramente en su campo y no daban tres pases seguidos. El fajador delantero Brown estuvo a punto de pisar el área rival en el minuto 21, pero ante su soledad reculó y no llegó a cruzar la línea blanca salvo en los córners, que tampoco creaban peligro. Ni siquiera demostraron su consabida potencia física, salvo en algún prueba de velocidad de 50 metros por la banda en la que adelantaban hasta a Mascherano. (No en vano, Usain Bolt se plantea aceptar la invitación de Schaefer para probar con la selección cuando abandone el atletismo de máxima competición).

Pastore parecía estar fino, pero demasiado temeroso de robar protagonismo a Messi, y la primera parte tuvo cuatro ocasiones claras más (Higuaín, Messi, dos de Di María) que a falta de concreción no lograron entusiasmar al personal. El descanso no trajo buenas noticias. Argentina tenía todo preparado para una goleada motivadora, pero seguía jugando a paso de hombre. Sólo Di María aprovechaba la tarde para ultimar su puesta a punto física. Algunos detalles geniales de Messi, falto de socios móviles como los del Barcelona, fueron apenas pinceladas en un encuentro de bajísima intensidad. El ‘crack’ rosarino ha disparado más veces que nadie en la Copa, pero no terminan de salir las cosas. En el minuto 55 Di María volvió a tirar al larguero. Luego Messi casi emboca un vaselina. Expresiones de talento individual sin conexión entre sí. Las ocasiones se marraban y el partido seguía 1-0. La Pulga terminó otra vez fastidiado, desenganchado de sus compañeros, molesto por el pésimo juego del equipo en unos veinte últimos minutos preocupantes.

En semejantes condiciones de superioridad técnica y táctica, el retraso del gol de la tranquilidad afeaba cada vez más la conducta albiceleste. Había cinco pases sudamericanos por cada toque jamaicano. El sueldo de los once isleños cabe en el de cualquier estrella argentina. Y de forma asombrosa, aunque cueste creerlo, Argentina volvió a meterse atrás en el minuto 80, comenzó a perder los duelos individuales y acabó, como contra Paraguay y Uruguay, pidiendo la hora.

Sólo caben dos hipótesis para el patrón de juego argentino: o falta de resistencia física o un planteamiento de base equivocado por parte de Martino, que tampoco aprovechó para refrescar el equipo y probar con otros jugadores: dio entrada a Lamela, por ejemplo, en el minuto 82. Tévez lo había hecho poco antes, y sólo sirvió para encender los ánimos momentáneamente. Para entonces, Argentina ya era silbada en el estadio, jugando de local. El equipo volvió a perder el balón, el control y los rechaces. El enfado de Mascherano a final era evidente. Hasta la defensa, casi de vacaciones hasta ese momento, se vio forzada a emplearse al máximo para detener una aceleración final que, acompañada solo de más capacidad técnica, hubiese sacado los colores al subcampeón del mundo.

Al final del partido, todavía en el césped, algunos suplentes de Jamaica se sacaron un selfie con Leo Messi. Les regaló las fotos, pero no una sonrisa.

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