Arcarons, pionero y maestro

Ya estoy en el Dakar. Quién me lo iba a decir. Era un sueño de infancia y, como tal, nunca sabes si llegará a convertirse en realidad, pero al final aquí estoy montada en mi Honda CRF450X, con la ropa de carreras y el casco enfundado, y con un compañero de fatigas excepcional.

A veces pienso que soy afortunada porque estar en el podio de salida de esa aventura loca que de pequeña me tenía enganchada delante del televisor no es moco de pavo. Y por si fuera poco, lo hago de la mano de uno de mis ídolos de la infancia; ni más ni menos que Jordi Arcarons.

Cierto, él nunca llegó a gan...

Ya estoy en el Dakar. Quién me lo iba a decir. Era un sueño de infancia y, como tal, nunca sabes si llegará a convertirse en realidad, pero al final aquí estoy montada en mi Honda CRF450X, con la ropa de carreras y el casco enfundado, y con un compañero de fatigas excepcional.

A veces pienso que soy afortunada porque estar en el podio de salida de esa aventura loca que de pequeña me tenía enganchada delante del televisor no es moco de pavo. Y por si fuera poco, lo hago de la mano de uno de mis ídolos de la infancia; ni más ni menos que Jordi Arcarons.

Cierto, él nunca llegó a ganar el Dakar como piloto -sí lo hizo en tres ocasiones como manager de Nani Roma y Marc Coma-, pero fue un pionero; el español que enseñó a otros qué tenían que hacer para lograr lo que él acarició tantas veces. Él fue el maestro de algunos privilegiados, y ahora yo soy una de ellos.

La mezcla de sensaciones, la alegría, la ilusión, y una gran puesta en escena en el centro de Buenos Aires con miles de aficionados, termina pudiendo con la entereza que quieres mantener. Ahora que no nos oye nadie lo puedo decir: por un instante estuve a punto de soltar la lagrimilla. Lo que no pude reprimir fue que se me pusiera la piel de gallina. Ya estoy aquí. Estoy en el Dakar y tengo la ligera impresión de que cuando esto termine no voy a querer marcharme.