FÚTBOL | 33ª jornada de Primera División

El Valencia pasa el rodillo

El equipo de Benítez imprime un gran ritmo y barre a una flojísima Real Sociedad

Ha llegado como un tiro el Valencia al final del campeonato. Va sobrado de fuerza. De orden siempre lo estuvo. Y ahora también de talento, porque con Aimar y Baraja en el campo no puede ser de otra manera. Si Aimar alcanza el Mundial en este estado excepcional, será sin duda una de las estrellas.

Si Baraja sigue de esta guisa en Corea y Japón, Camacho está de enhorabuena. Bien es cierto que la Real no fue ayer rival para tomarse en serio: actuó con una desidia descomunal. Sin pizca de orgullo.

Pero, en todo caso, Benítez parece haber encontrado el equilibrio que buscó durante gra...

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Ha llegado como un tiro el Valencia al final del campeonato. Va sobrado de fuerza. De orden siempre lo estuvo. Y ahora también de talento, porque con Aimar y Baraja en el campo no puede ser de otra manera. Si Aimar alcanza el Mundial en este estado excepcional, será sin duda una de las estrellas.

Si Baraja sigue de esta guisa en Corea y Japón, Camacho está de enhorabuena. Bien es cierto que la Real no fue ayer rival para tomarse en serio: actuó con una desidia descomunal. Sin pizca de orgullo.

Pero, en todo caso, Benítez parece haber encontrado el equilibrio que buscó durante gran parte del campeonato: ha juntado a Albelda, Baraja y Aimar, y éstos forman una línea formidable.

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CLASIFICACIÓN

1. Real Madrid
62
2. Valencia
62
3. Deportivo
58
4. Barcelona
54
5. Celta
54
6.Betis
53
7. Athletic de Bilbao
48
8. Málaga
48
9. Alavés
48
10. Espanyol
44
11. Valladolid
42
12. Sevilla
40
13. Las Palmas
38
14. Villarreal
37
15. Real Sociedad
37
16. Mallorca
37
17. Osasuna
35
18. Zaragoza
35
19. Rayo Vallecano
34
20. Tenerife
32

Mestalla y la crítica en pleno se han puesto definitivamente a los pies de Pablito Aimar, que empezó ayer con un exceso de retórica en su juego, tal vez embriagado por el empacho de elogios. Claro que, como se trata de un futbolista inteligente, rectificó y pasó a jugar al toque. Al primero, se entiende, con el que desmontó de inmediato a la desorganizada defensa realista. Y a veces ni siquiera hizo falta ese toquecito, bastaba con fintar con el cuerpo y dejar pasar la pelota para la llegada de Rufete, por ejemplo. El goce habitual, vamos.

Claro que Aimar es de los más beneficiados por el regreso de Baraja después de tanto tiempo de ausencia: se encuentran siempre.

La Real fue un desastre de los pies a la cabeza. Montó la tienda de campaña en torno a Westerveld, pero allí no hubo nadie capacitado para cerrarla. Entraron los valencianistas con plena libertad, con la pertinente licencia de la zaga realista. Tantos problemas con los centrales como ha sufrido la Real durante la temporada, y el Valencia que los tiene para dar y regalar. Se lesionaron hace unas semanas Ayala y Pellegrino, la pareja más sólida de la Liga, entraron en escena Djukic y Marchena, y no se resiente la defensa, que sigue siendo la más infranqueable. Huelga decir que los dos laterales son cosa seria: Curro Torres por la disciplina y el orden; Carboni por el derroche de oficio y de facultades.

En la Real, en cambio, la inseguridad de Westerveld y Kvarme, por dar dos nombres, fue manifiesta. En punta, Kovacevic anduvo irreconocible: ni rastro de aquel potente ariete que se bastaba para barrer él solito todo el área hace un par de temporadas, antes de su aventura italiana. Resultó pan comido para el joven Marchena. Olabe soltó lastre tras el descanso e introdujo a Khokhlov para que acompañara a Kovacevic. Todavía fue peor para los realistas: con más espacios, Aimar y Baraja plasmaron más si cabe su superioridad. La segunda parte fue un homenaje de Mestalla a sus jugadores, o viceversa; el caso es que los chicos de Benítez prosiguieron su exhibición sin reparar en la cómoda ventaja.

La grada se dedicó a premiar a sus favoritos, y en estos casos ya se sabe que Carboni, de 37 años, ocupa un lugar de preferencia. De hecho, el público le pidió al italiano que lanzara todas las faltas con tal de tener así motivos más concretos para ovacionarle. La hinchada recuerda el único gol de Carboni como valencianista: de falta, claro. Fueron llegando suplentes al encuentro con ganas de sumarse al festín. Y uno de ellos, Mista, se fabricó otro golazo para cerrar la jarana. Tan exigente siempre con sus jugadores, ayer Mestalla no encontró argumento alguno para la discrepancia. Todo fueron merecidos parabienes.

Los jugadores del Valencia abrazan a Baraja después de marcar éste el primer gol del partido.EFE