Rosalía y C. Tangana, 2022: apuntémoslo ya como un año increíble en la música española
Con sus discos y conciertos, y como nombres propios de España con una proyección enorme en el extranjero, ambos creadores han elevado a una dimensión nueva al pop español
Desde hace muchos años, la música española ha gozado de una gran salud artística por la diversidad de propuestas, pero este año debería ser recordado porque Rosalía y C. Tangana, sus dos grandes últimas estrellas, han ensanchado de una forma extraordinaria el horizonte de nuestra música. Grabaciones y conciertos que, en su conjunto como nombres propios de España con una proyección enorme en el extranjero, han elevado a una dimensión nueva a la ...
Desde hace muchos años, la música española ha gozado de una gran salud artística por la diversidad de propuestas, pero este año debería ser recordado porque Rosalía y C. Tangana, sus dos grandes últimas estrellas, han ensanchado de una forma extraordinaria el horizonte de nuestra música. Grabaciones y conciertos que, en su conjunto como nombres propios de España con una proyección enorme en el extranjero, han elevado a una dimensión nueva a la música española.
La irrupción de ambos ha dado un vuelco al panorama español. Es algo que ya se podía decir con sus anteriores trabajos: Ídolo (2017), en el caso de C. Tangana, y, más aún, El mal querer (2019), en el caso de Rosalía. Y ahora, en 2022, ya se debe afirmar con rotundidad tras El Madrileño (2021) de C. Tangana y Motomami (2022) de Rosalía. Son discos que, más allá de su gran triunfo comercial, han replanteado los puntos cardinales del mapa sonoro español. Lo han renovado, ampliado y diversificado hasta el punto de que para llegar a la parte alta del mundo musical español no hace falta regirse por los preceptos rígidos de antes. No es que sea algo nuevo, pero nunca antes ser mainstream había molado tanto, es decir, había significado algo tan independiente y distinto.
La cúspide del pop en España, visto tradicionalmente casi como un brazo prolongado de una industria musical española asociada al reduccionista funcionamiento de la radiofórmula, pasa ahora por estos iconos musicales que se rigen por su propia libertad y sus planteamientos fuera de las viejas órbitas. Es un logro importante, pero también es un gusto ver cómo lo que más impacta, como son ellos, refleja un proceso creativo que inspira tanto a los artistas de los márgenes. Más allá de los que tienen problemas generacionales que quizá no puedan resolver ya nunca, es muy difícil encontrar jóvenes artistas -y no tan jóvenes- que no reconozcan aprendizajes valiosos de lo que están haciendo Rosalía y C. Tangana. No se trata de que te gusten o no, de que te gusten mucho o no tanto, es que su triunfo es poner en valor a dos grandes cabezas creadoras, que no atienden a los despachos ni son teledirigidas como antaño.
Rosalía juega en la liga de las grandes estrellas mundiales y lo ha conseguido por sí misma. Motomami será uno de los discos del año para España, pero también para Latinoamérica y EE UU. Su salto ha sido tan estratosférico que ya es digno de estudio. Y todo este proceso tan rápido siempre ha sido intentando diferenciarse del resto de estrellas desde su propia personalidad artística. Si la Rosalía se transforma, impresiona ver cómo esa transformación alcanza hasta tan lejos y hasta tantos niveles en todo el planeta. Su gira ha sido una demostración de reivindicar su figura, sola, con estudiadísima sobriedad y centrada en coreografías que, con sus guiños de aires flamencos, buscan elevar el aspecto visual. Su carisma es incuestionable. La polémica que se generó sobre esta gira es otro ejemplo más de la triste polarización que la figura de Rosalía arrastra desde que triunfó.
Sobre el escenario, C. Tangana ha hecho todo lo contrario: rodearse de una enorme e impresionante orquesta para dar un músculo de vieja escuela a música de barniz electrónico de ahora. Personalmente, conecté más con este show más que con el de Rosalía, pero quizá por empatizar más con el rollo de verbena que con el poder de las coreografías y las bases pregrabadas. No es algo excluyente: ambas giras son dos giras que empujan a lugares nuevos para la música española, que demuestran un conocimiento impresionante de los tiempos actuales y de las posibilidades de los espectáculos.
C. Tangana también tiene mucho valor en buena parte por todo lo que ha conseguido desde donde venía. Hace tres años, estaba en el ojo del huracán porque algunos colectivos buscaban cancelarle por algunas letras machistas de sus canciones. Era visto como el trapero chulo al que frenar. Con El Madrileño, se inventó un personaje y el concepto del nuevo pop español. Podía haberle salido mal o regular, pero le salió redondo. Sus sociedades con artistas españoles y extranjeros como El Niño de Elche, La Húngara, Ketama, Omar Apollo, Jorge Drexler, Kiko Veneno o Andrés Calamaro validaron su propuesta ambiciosa. Su gira de este año ha ido más allá: ha hecho bailar hasta a quienes querían cancelarle. Su show es el show del año, entendido como algo más que un concierto. Tangana ha sabido recuperar el corazón verbenero español desde una posición de estrella y lo sabe enlazar con ese mismo latido en Latinoamérica en su parte de ranchera, salsa, cumbia... Cualquiera que haya ido a un concierto de C. Tangana este año sabe que ha cambiado el paradigma de los conciertos en España desde su espectáculo visual y narrativo a través de la música.
Conclusión: la música española, como escena e industria, debería celebrar a Rosalía y C. Tangana. Más aún celebrar que ambos coincidan y en tan poco tiempo hayan sabido proyectarse tan alto y tan firmes. Como a toda estrella, incluso como a todo creador, hay siempre matices posibles que pueden hacernos reflexionar o hacernos dudar sobre el verdadero valor de su arte. De acuerdo, pero el pop español está en un nuevo momento histórico por Rosalía y C. Tangana.