El desafío de construir 90 viviendas en el centro de la Ciudad de México
Eduardo Cadaval y Clara de Solà-Morales firman un edificio que le da una vuelta a la construcción en el interior de la capital mexicana
La Ciudad de México se construyó en un antiguo lago. “Los Teotihuacanos fundaron la ciudad en un lugar muy poco conveniente para hacer crecer una mega ciudad: un valle cerrado a 2.300 metros de altura”, explica el arquitecto Eduardo Cadaval. Cuenta que el lago se fue deseca...
La Ciudad de México se construyó en un antiguo lago. “Los Teotihuacanos fundaron la ciudad en un lugar muy poco conveniente para hacer crecer una mega ciudad: un valle cerrado a 2.300 metros de altura”, explica el arquitecto Eduardo Cadaval. Cuenta que el lago se fue desecando y generando una capa de lodos en el subsuelo. Esos “lodos”, que son el suelo de la metrópolis, multiplican la intensidad de los sismos y provocan hundimientos.
Cadaval explica que el reglamento de construcción de la ciudad de México estipula tres códigos de construcción, dependiendo la zona de la ciudad: la del antiguo lago, la zona de transición y la zona de las montañas. En la zona del antiguo lago, que coincide con el centro de la ciudad, el coeficiente de seguridad es mucho mayor y por eso es mucho más caro construir. Eso explicaría, en parte, el abandono de ese barrio porque además de la carestía de la construcción, esa zona es donde los terremotos se sienten más intensamente. Con esos problemas de partida, repoblar el centro de la capital es un asunto complicado: al alto precio se junta el miedo.
Pero hay más problemas. La principal fuente de agua potable de la ciudad es el agua del subsuelo, del antiguo lago. Cuando esta se empezó a extraer, el suelo perdió resistencia. Y los edificios comenzaron a hundirse. O a inclinarse. Cadaval cuenta que hoy, en el centro, están casi todos inclinados. Excepto los que están cimentados en profundidad: en la base del lago. “Esos permanecen mientras buena parte de la ciudad se hunde”. Ese es el contexto en el que él y su estudio, Cadaval y Solà-Morales, han levantado un edificio de apartamentos, en la Plaza del Reloj Chino, frente al Palacio de la Gobernación, que aspira a lidiar con esos dos problemas y tiene, además, vocación de barrio. Veamos por qué.
Los arquitectos apostaron por levantar una fachada continua, que se asimilase a la línea curva de la plaza circular. Esa continuidad actúa de nexo de unión entre edificios circundantes de alturas variadas. Pero, más allá del diseño del ritmo de las ventanas, las dimensiones de los pisos y su distribución espacial, lo primero que tuvieron que hacer con su propuesta fue aligerarla. De esa necesidad derivó el diseño. Idearon para hacerlo un sistema de cimentación capaz de asimilarse al ritmo de hundimiento del resto de la ciudad, para así evitar diferencias entre las cotas de la calle y las del inmueble. Ese sistema tenía que ser, naturalmente, económicamente viable. Para conseguirlo eligieron materiales ligeros, sin acabados. “El coste de la estructura es tan alto que se comió cualquier partida de acabados y decidimos dejar el bloque de cemento visto”, declaran. También prescindieron de una planta de aparcamiento soterrado.
Cadaval explica que construir en el centro de la Ciudad de México es “como construir en Venecia, excavas y tienes agua, así que necesitas una bomba sacando agua 24 horas, siete días a la semana”.
Este edificio reúne así varias paradojas. Intenta contribuir a que no se vacíe el centro urbano. Colabora con la ciudad, levantando comercios en convivencia con las 90 viviendas de entre 50 y 140 metros cuadrados. Y, a la vez, entiende no solo el urbanismo, también presta atención al subsuelo. La paradoja es que el material visto en unos apartamentos céntricos y caros, es el mismo que el empleado “en el 90% de las viviendas que se levantan en México en los barrios menos afortunados de la ciudad”, apunta Cadaval.
El arquitecto mexicano explica que esa es su forma de dignificar ese material tan presente en todo el país. Los apartamentos disfrutan de un patio en común, una calle peatonal interna que “por ahora las condiciones de seguridad de la ciudad no permiten que sea 100% pública”. Sin embargo, el inmueble está preparado. La configuración del edificio lo permitiría. El arquitecto explica que, por ahora, una reja que se esconde en un jardín, cierra el paso al patio interior. Pero quiere ser optimista: “Vencidas otras dificultades, querría soñar que algún día podremos quitar la reja que divide uno y otro y este espacio se incorpore a la ciudad”.