HBO ha muerto, ¡viva HBO!

Con su coartada de tele por pago, rompió la gazmoñería de las cadenas en abierto y trató al espectador como adulto

Imagen de la serie 'Juego de Tronos', de HBO.

Supongo que lo tendrán estudiado y habrán decidido que la marca no tira. Ahora se llama Max, que suena a chicle o refresco isotónico, y HBO pronto dejará de significar nada. Perdida su connotación de prestigio, se esfumará también su denotación y quedará arrumbada en el desván de las chorradas que le gustaban a papá. El año pasado, una colaboradora de la edición británica de Vogue llamada Riann Phillip escribió una crónica titu...

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Supongo que lo tendrán estudiado y habrán decidido que la marca no tira. Ahora se llama Max, que suena a chicle o refresco isotónico, y HBO pronto dejará de significar nada. Perdida su connotación de prestigio, se esfumará también su denotación y quedará arrumbada en el desván de las chorradas que le gustaban a papá. El año pasado, una colaboradora de la edición británica de Vogue llamada Riann Phillip escribió una crónica titulada: “Tengo 23 años y acabo de ver por primera vez Sexo en Nueva York: aquí están mis impresiones”. Sus impresiones, obviamente, eran horrorosas, y a lo mejor precipitaron la decisión de los dueños actuales de HBO de borrar la marca. Sin pretenderlo, Phillip había escrito un obituario como aquel que comentó Borges, quien, preguntado por la noticia de su muerte publicada en un periódico, dijo: “La noticia no es falsa, tan solo precipitada”.

Al sentenciar generacionalmente una de sus series insignia, Phillip anunció la muerte de HBO unos meses antes de que se certificase la defunción. Hoy no solo podemos dar por muerto el canal, sino todo lo que representó, esa edad de oro de las series que empezó siendo un reclamo periodístico y acabó siendo un cliché paródico. Podemos dar por muertos y remuertos a Tony Soprano, al McNulty de The Wire y, por supuesto, a los Lannister, a los Stark y a la madre de todos los dragones. Ya despedimos (sin kaddish, pero tristes) a Larry David, otro chamán de la tribu. Toda esa tele que se quiso vestir con las galas del cine y se sacudió la vulgaridad de la caja tonta hasta proclamar “It’s not TV, it’s HBO” se ha ido definitivamente al trastero. Ojo, no al museo de historia o de antigüedades, sino a una de esas naves de los polígonos que alquilan cuartos con candado.

No mueren solo unas siglas ni unas series que atentan contra la sensibilidad de la generación Z. Con HBO muere también una ambición, una elegancia gamberra, una manera frívola y profunda de ver la vida, un esnobismo socarrón, un gusto entusiasta por la ironía y la ambigüedad y un rechazo radical de la moraleja como forma de terminar una historia. HBO, con su coartada de tele por pago, rompió la gazmoñería de las cadenas en abierto y trató al espectador como adulto. Justo lo contrario de lo que quiere el espectador de hoy. Descanse en paz.

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