Al-Gollum

No estoy enganchado a El intermedio, pero sí a su presentador, El Gran Wyoming

El Gran Wyoming, en 'El intermedio'.

Sus mensajes son inquietantes. Gente que nos ha regalado el perpetuo asombro ante su arte o algo tan terapéutico como impagable llamado risa están pensando en su futura retirada. Hablo de Messi y de Wyoming. A los creyentes siempre les quedarán sus dioses y la certeza de ir a los paraísos si han seguido las reglas que dicta su fe, pero los agnósticos sin familia lo tenemos jodido si desapar...

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Sus mensajes son inquietantes. Gente que nos ha regalado el perpetuo asombro ante su arte o algo tan terapéutico como impagable llamado risa están pensando en su futura retirada. Hablo de Messi y de Wyoming. A los creyentes siempre les quedarán sus dioses y la certeza de ir a los paraísos si han seguido las reglas que dicta su fe, pero los agnósticos sin familia lo tenemos jodido si desaparecen los artistas que han hecho más grata nuestra existencia.

Aseguraba Wyoming con tono jocoso en una entrevista reciente: “Me odia, exactamente, media España”. Exagera. Digo yo que no puede haber tanta gente sin sentido del humor, incapaz de pillarle en alguna ocasión la gracia a un showman, caricato, cómico, que lleva más de cuarenta años provocando carcajadas en los receptores. Y quiero imaginar, por salud mental, que entre ese público hay de todo, no solo izquierdosos y gente de mal vivir.

No estoy enganchado a El intermedio, pero sí a su presentador. Hay secciones y personajes a los que quito el sonido. No les pillo el punto. Escucho y miro con placer (no me denuncien, por favor) a Sandra Sabatés. Tiene presencia, autoridad, personalidad, voz, tono, e interpreta un papel complicado como ser sparring del monstruo. Él, dotado de un ingenio torrencial, asegura que se limita a ser fiel a un guion escrito por otros. Esta semana ha tenido un momento glorioso. Me cuentan que se puede recuperar en Internet. El mimo Woyming transforma al alcalde Almeida en Gollum, la criatura esquizoide de El señor de los anillos. Es a propósito de su dadaísta y oportunista cambio de opinión sobre la circulación en Madrid Central. Dura tres minutos. Y es tan brillante como divertido. Eres grande, Wyoming.

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