ANIVERSARIO

Un Sísifo permanente

¿‘Babelia’ ha ayudado a obtener un canon en el mundo de los libros, del arte, del cine, del teatro o de la música, o ha generado más confusión?

Portada del primer número de Babelia, de octubre de 1991.

Uno mira hacia atrás con el tope del cuarto de siglo y piensa en el esfuerzo incesante que ha supuesto recrear una y otra vez una revista cultural como Babelia en tiempo de cambios vertiginosos entre los que, por ejemplo, figura algo tan central como que cuando nació no existía entre nosotros Internet. Recuerdo a sus responsables empujando información cultural hacia la cima de la montaña sólo para que volviese a caer hasta el valle, desde donde la recogían y la empujaban de nuevo hacia la cumbre y así durante 25 años. El mito de un Sísifo permanente. Esto es un periódico. A veces, en ...

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Uno mira hacia atrás con el tope del cuarto de siglo y piensa en el esfuerzo incesante que ha supuesto recrear una y otra vez una revista cultural como Babelia en tiempo de cambios vertiginosos entre los que, por ejemplo, figura algo tan central como que cuando nació no existía entre nosotros Internet. Recuerdo a sus responsables empujando información cultural hacia la cima de la montaña sólo para que volviese a caer hasta el valle, desde donde la recogían y la empujaban de nuevo hacia la cumbre y así durante 25 años. El mito de un Sísifo permanente. Esto es un periódico. A veces, en lo más alto; otras, a ras de suelo.

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Cuando se aventura un balance de lo transcurrido ha de hacerse en relación con las expectativas puestas en el proyecto. Cuando nació Babelia quedó por escrito lo que se pretendía: “Actuar a contracorriente y hacer cultura en el sentido más amplio”, “estamos en tiempo de confusión ideológica y la obligación de un periódico como EL PAÍS es contribuir al rescate del pensamiento”. ¿Se ha conseguido? Cada uno de sus lectores tiene derecho a ponerle una nota en relación con estos objetivos. La mía siempre ha intentado tener en cuenta aquello que dijo en cierta ocasión Camus, invitado a hacer balance de los logros y fracasos de su experiencia en Combat, el periódico que dirigió. Camus respondió: “¡Al menos, no mentimos!”. Su biógrafo, Jean Daniel, desarrolla esta idea: “No me parece indiferente que hablara de su voluntad de combatir la mentira más que de su éxito en alcanzar la verdad. La mentira es más fácil de definir que la verdad, pues se trata de una relación con ella y no de su negación absoluta, mientras que las verdades son numerosas; ya lo sabemos, cada cual tiene la suya. Se puede estar en la mentira por omisión, por ocultación, por deformación de la realidad (…). Engañar, falsificar, manipular, disfrazar una realidad común a una sociedad”.

Los lectores de EL PAÍS y de Babelia —que se pueden considerar una especie de núcleo duro del primero— han señalado constantemente una doble alma del periódico: de mucha calidad y bien escrito, y una identificación genérica con la cultura y los valores de la socialdemocracia. Cada vez que el diario se alejaba de estas señas de identidad, Sísifo había de empezar a empujar otra vez.

Hace cinco años, cuando se cumplieron 20 de Babelia, sus responsables me pidieron un artículo parecido a éste. Recordé con orgullo que la revista cultural fue un reto de 32 páginas semanales en un momento en que cerraban las homólogas de otros periódicos internacionales (una subida del precio del papel cambiaba decisivamente la cuenta de resultados) e hice una serie de preguntas que siguen siendo igual de actuales durante este cuarto de siglo.¿Babelia ha ayudado a obtener un canon objetivo en el mundo de los libros, del arte, del cine, del teatro, o de la música, o ha generado más confusión?, ¿ha proporcionado orientación al lector separando el grano de la paja; ha filtrado, valorado, jerarquizado desde un punto de vista profesional?, ¿se ha ampliado el círculo de lectores por la calidad del producto ofrecido u obtiene un rechazo creciente?, ¿qué grado de influencia tiene Babelia como prescriptora honrada de la cultura?

Se repasa la lista de personas de la cultura que acudieron a su presentación el 17 de octubre de 1991 en la sala Teatriz de Madrid y destacan dos aspectos: la gran cantidad de amigos desaparecidos ya, y que estaba todo el mundo de la cultura. Todos querían escribir ahí, en el nuevo recipiente. En aquel acto se reivindicó el primer artículo de la revista, contra el papanatismo cultural, de Milan Kundera. ¿Se han cumplido aquellas señas de identidad?

Joaquín Estefanía fue director de EL PAÍS entre 1988 y 1993. En ese periodo apareció ‘Babelia’ como revista cultural del periódico.

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