Opinión

‘First Dates’: Comedias de enredo

El nuevo programa de Cuatro resulta una comedia de enredos con materia prima natural, a ratos bastante divertida

Tras las monjas de Mediaset, llega Fist Dates, corolario de amantes en ciernes con Carlos Sobera como celestino mayor. Lo estrenaron el domingo en Cuatro y Telecinco simultáneamente. El formato junta a dos aspirantes a encamarse tras pagar la cuenta en un restaurante de dudosa maña y tiene una ventaja sobre el guirigay del convento: hay más donde elegir para el casting. No abunda, y se nota, b...

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Tras las monjas de Mediaset, llega Fist Dates, corolario de amantes en ciernes con Carlos Sobera como celestino mayor. Lo estrenaron el domingo en Cuatro y Telecinco simultáneamente. El formato junta a dos aspirantes a encamarse tras pagar la cuenta en un restaurante de dudosa maña y tiene una ventaja sobre el guirigay del convento: hay más donde elegir para el casting. No abunda, y se nota, buena materia entre adolescentes dispuestas a ser novicias, pero llenan las esquinas solitarios con gancho televisivo dispuestos a descubrir su media naranja.

Fue el caso de Dani, gaditano, y Xantal, catalana. Ella irrumpió motivada y con ganas de rumba. No tardó en felicitar a Cupido: “¡Qué ojos!”. Él, sencillamente, se dejó adular… Lo malo es que la chica llevaba un cinturón con esposas en la parte trasera. Cuidado, majo. Carlos, fan de Luis Cobos y Sarita Montiel, musicólogo gay y un riesgo para la capa de ozono con su laca para el tupé, conectó con un joven dandi de Cuenca, enfermero y entregado “al vintis” (vintage).

Alicia yonocomopan no triunfó tanto en su monólogo de tratamientos de belleza y filosofía barata. Protagonizó un ambiguo rollo crepuscular ametrallando con su soliloquio al muermo dedicado al import / export, que se limitaba a asentir. Y no hubo ninguna química desde la primera mirada entre el friki cachas informático antigalán y la bloguera sexual valenciana que le tocó en suerte. O desgracia.

La emoción de First Dates no reside en premios ampulosos ni descuartizamientos de psicología enfermiza con famoseo agudo que mueven otros programas de la casa. Resulta una comedia de enredos con materia prima natural, a ratos bastante divertida. A un Sobera discreto y guasón, le sobran quizás las camareras tipo conejito de playboy. No así el maromo de la barra, que entra en complicidad callada con el presentador y recibe a los participantes con su cóctel de coña.

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