Tribulaciones apocalípticas
George R. R. Martin se encomienda a Faulkner para justificar su tránsito entre géneros en Un corazón atribulado
George R. R. Martin se encomienda a Faulkner para justificar su tránsito entre géneros en Un corazón atribulado (Gigamesh), última entrega de su Autobiografía Literaria: “Los conflictos de un corazón atribulado son lo único (…) sobre lo que vale la pena escribir”. Sus incursiones en la ficción superheroica para la serie Wild Cards abren una valiosa selección donde el pasado del universo de Juego de tronos se da la mano con la metaficción.
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George R. R. Martin se encomienda a Faulkner para justificar su tránsito entre géneros en Un corazón atribulado (Gigamesh), última entrega de su Autobiografía Literaria: “Los conflictos de un corazón atribulado son lo único (…) sobre lo que vale la pena escribir”. Sus incursiones en la ficción superheroica para la serie Wild Cards abren una valiosa selección donde el pasado del universo de Juego de tronos se da la mano con la metaficción.
La guerra larga (Fantascy), uno de los últimos trabajos del malogrado Terry Pratchett, escrito en colaboración con Stephen Baxter, es otro de los platos fuertes para el lector de ciencia-ficción, que, por otro lado, haría bien en no dejar escapar La conspiración contra la especie humana (Valdemar), un ensayo del maestro del terror de culto —y firme creyente en el pesimismo filosófico— Thomas Ligotti con afiladas observaciones sobre el transhumanismo. De él también se publica Grimscribe. Vidas y obras (Valdemar).
El Imperio Romano steampunk que imagina J. Valor Montero en La república pneumática (Fantascy) y la pesadilla apocalíptica y road movie de atasco (con caso de habitación cerrada incluido) de Pronto será de noche (Valdemar), de Jesús Cañadas, acreditan la ambición conceptual de la ficción local de género.