La paradoja de los contenedores cerrados con tarjeta de acceso: ¿por qué logran que se recicle más?
Aunque parezca contradictorio, la recogida separada de residuos funciona mejor cuando los cubos tienen una boca más estrecha o cuando directamente están cerrados
Una persona va a tirar una bolsa de residuos para su reciclaje y se encuentra que no puede abrir el contenedor de la calle: para activar su apertura se necesita una tarjeta de acceso que no tiene. Su reacción es subir una foto a las redes sociales y quejarse escandalizado de cómo es posible que en España se quiera que la gente separe los desperdicios si los cubos de basura están cerrados. Parece contradictorio, sin embargo, la realidad es justo al revés. Los datos muestran que con estos contenedores cerrados se consigue un mayor porcentaje de separación por parte de los ciudadanos para reciclar los desechos domésticos. Es más, no solo aumenta la cantidad de residuos que se recogen en estos cubos en cuestión, que suelen ser los marrones (para la materia orgánica), sino también en los que hay al lado de otros colores.
Como se explica en este reportaje de Clemente Álvarez sobre la gestión de los residuos municipales, si bien el país acumula un gran retraso con respecto a la legislación europea en reciclaje, algunos municipios van muy por delante del resto y ya han empezado a usar este tipo de contenedores inteligentes, que solo se abren con una tarjeta de acceso. Esto ocurre, por ejemplo, en Barcelona o San Sebastián.
Desde hace años se ha comprobado que cuando los contenedores de reciclaje tienen una boca estrecha mejora la separación de los residuos (pues la gente que no separa no hace el esfuerzo de meter la bolsa por el agujero). En este caso, se va todavía más allá y se cierra por completo el cubo. Una explicación de por qué esto aumenta la separación es que la tarjeta para abrir los contenedores identifica a los usuarios y, aunque en la actualidad no se puede saber qué residuos son los que mete cada persona, este mayor control sí empuja a los ciudadanos a ser más cuidadosos con su basura. Otro argumento es que el uso de estos contenedores suele estar también asociado a descuentos en la tasa de basura para premiar la colaboración de los vecinos para separar los residuos. Sin embargo, el caso de Pamplona rompe todas estas teorías.
En la ciudad navarra las tarjetas se usan solo como llaves impersonales para abrir los contenedores de materia orgánica, pues una resolución de la Agencia Española de Protección de Datos prohíbe al Ayuntamiento identificar a los ciudadanos. Aún así, con estos contenedores la recogida selectiva sube del 40 al 60%. Como señala David Campión, presidente de la Mancomunidad de Comarca de Pamplona, “hay quien dice que es por una sensación de control, aunque tú sepas que no te están controlando, y hay quien dice que es simplemente porque se incorpora a la separación un sector de la población mayoritario, pues hemos visto que suben todas las fracciones, no solo la orgánica”. Pamplona está ahora modificando la ordenanza para poder identificar a los ciudadanos e introducir también descuentos en la tasa de basura. “Antes, por mucha campaña de concienciación que hiciéramos, veíamos que no avanzábamos”, comenta Campión.
[Lee aquí el artículo completo de Clima y Medio Ambiente: El viaje de la basura: de los municipios que aún no tienen ni contenedor de orgánico a los campeones del reciclaje]