SEQUÍA EN NUEVO LEÓN

Infraestructura, consciencia y sustentabilidad. Repensando el futuro del agua

Nuevo León tiene por delante una tarea compleja y a contrarreloj en materia hídrica. ¿Cuáles son los escenarios posibles de no invertir en políticas públicas, infraestructura y un mejor uso del agua? Expertos hablan al respecto

Residentes de García, Nuevo León, sin agua corriente durante días en julio de 2022.Gary Coronado (Getty Images)

En México, los problemas que explican la crisis del agua son multifactoriales y complejos, además se viven día a día en escenarios y marchas distintas, aunque todos con algo en común: un sentido de urgencia y llamado a la colaboración mutua entre industria, campo, gobiernos y sociedad civil. En Nuevo León, la presencia o ausencia de lluvias, fenómeno que ha perdido su cualidad estrictamente cíclica gracias al cambio climático, puede ser un problema o una “bendición” dependiendo del terreno, contexto y especialmente la realidad de quienes la viven día a día.

Tan sólo el año pasado (2022), el estado se declaró en situación de sequía y desabasto crítico, lo cual se encontró con una infraestructura insuficiente y desgastada, a la par de un crecimiento poblacional desmedido.

Además de la falta de lluvia, el mal manejo de presas, así como fugas continuas y una inversión insuficiente en infraestructura por parte del gobierno anterior, el estrés hídrico agravó la problemática, poniendo en jaque la capacidad de sus presas principales: La Boca, Cerro Prieto y El Cuchillo, que con 8.500 litros por segundo representan el 60% del agua total disponible. Al momento de agotarse las dos primeras presas, lo que se provoca es un déficit de -3.500 litros por segundo.

De acuerdo con información de la CONAGUA, Monterrey -una de las ciudades más importantes y productivas de México- tiene el reto de abastecer el equivalente a 600 albercas olímpicas cada día, es decir 16.000 metros cúbicos por segundo, todos los días. Pero para lograrlo, enmedio existen desafíos por sortear: un campo que desperdicia cerca del 57% del agua que recibe debido a la falta o el mal estado de la infraestructura, fenómenos naturales como la evaporación, la infiltración en la tierra y las fugas, así como la falta de tecnificación y un uso doméstico irresponsable, derivando en una ausencia de líquido suficiente para abastecer las necesidades de la entidad.

Sin embargo, Nuevo León ha puesto cartas en el asunto de forma ejemplar. El estado ha comenzado a revertir la problemática de forma sensible, además de que este 2023 la llegada de lluvias previo a lo esperado representó un alivio importante. Pero el alivio aún se encuentra lejos. Expertos como Horacio Martínez, Director del Instituto para la Protección Ambiental de Nuevo León (IPA), esto debe tomarse con relativa cautela (“optimismo cauteloso” lo llama él), haciendo un llamado claro a no bajar la guardia a lo que viene.

La conciencia ambiental y la resiliencia ante un mundo cambiante y en constante crisis climática, asegura Martínez, deben venir acompañados de una gobernanza justa y eficaz en la materia, así como una innovación hídrica y una sustentabilidad clara, en mancuerna con un diseño urbano bien planificado.

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“Para el 2048, 2049 vamos a cruzar la marca de diez millones de habitantes en el área metropolitana, pero puede suceder muchos años antes si continuamos con esta tendencia de crecimiento acelerado, lo cual agregaría mayor complejidad a la situación”, asegura el directivo del IPA.

El campo mexicano, el sector con mayor desperdicio de agua.Gerardo Huitron (Getty Images/iStockphoto)

Resiliencia hídrica

Pese a que el desafío hídrico es complejo, dispar y multifactorial, lo cierto es que Nuevo León, aunque aún tiene un reto importante como pieza clave frente a la crisis del agua, ha trabajado también de forma conjunta, superando intereses políticos, comerciales e incluso entre las necesidades particulares de colonos con necesidades y posibilidades aparentemente contradictorias, de cara a un futuro en común: aprovechar y cuidar el agua que se tiene.

En perspectiva, Eduardo Vázquez Herrera, director ejecutivo de Agua Capital (Fondo de Agua de la Ciudad de México), pone sobre la mesa las diferencias entre las dos principales urbes del país (Monterrey y CDMX) bajo una misma problemática.

“La perspectiva es entender cómo va a aproximarse este fenómeno cada año y ver qué tenemos que hacer con un enfoque preventivo y proactivo para que las decisiones no se tomen de manera apresurada. Esto nos llevará a entender nuevos modelos de gestión de agua, nuevos modelos de toma de decisiones, así como herramientas presupuestales políticas, regulaciones y esquemas de participación social para poder enfrentar mejor esta circunstancia. En Monterrey hay una afectación significativa en el caso de las áreas naturales, pero también existen muchos esfuerzos que se están haciendo para evitar la deforestación de las principales fuentes de agua, que son estos cuerpos naturales, además del uso intensivo del agua para la agricultura, que es el principal usuario del agua en esa región (...). Es un tema que tenemos que trabajar con un enfoque de resiliencia hídrica, como tal se está desarrollando y estableciendo; una serie de acciones y estrategias orientadas al manejo del agua con una perspectiva de economía circular, así como mayor tratamiento, reuso y captación”, afirma el especialista.

Una severa sequía en el norte de México secó al menos al 95% la capacidad de los 39 millones de metros cúbicos de la presa Rodrigo Gómez (también conocida como embalse La Boca) el martes 19 de julio de 2022 en Santiago, Nuevo León.Gary Coronado (Los Angeles Times via Getty Imag)

Además del desinterés por una colaboración urgente integral entre ambientalistas, gobiernos, empresas, agricultores y sociedad en general, la falta de trabajo alrededor del estrés hídrico en Nuevo León podría apuntar a un escenario de desabasto aún mayor, en donde el racionamiento extremo, las enfermedades, la baja productividad y el impacto en los índices de desarrollo conlleven a problemáticas incluso de seguridad nacional, en un mañana que se presume ya no tan lejano.

Para los expertos, el futuro del agua en la entidad se enfoca siempre en el trabajo en equipo, así como en el incremento y ejercicio eficaz de los presupuestos asignados y una disposición abierta e integral de todos los involucrados. “Los expertos hablan que debemos tener un presupuesto fijo y constante durante los próximos diez años para estos proyectos, por alrededor de 130.000 millones de pesos al año. Lo que suena a una cantidad exorbitante, pero no lo es tanto si lo comparamos con un presupuesto de egresos de la Federación (8,6 mil millones de pesos), que es el que se tiene actualmente. Hablamos además de un tema fundamental: la supervivencia. Lo descongelamos a su vez como un tema de seguridad nacional. Dentro del Consejo Consultivo del Agua buscamos aliados estratégicos a quiénes sumar, que tengan avances en la materia y con quienes compartamos experiencias; expertos en el aspecto técnico del agua, que aporten. Tenemos que ir con los tomadores de decisiones, ya sea a través de foros importantes, llevando los mensajes que se necesitan…Lo importante es que esto sea constante, planeado y creciente, en donde se combinen alternativas de evolución y solución”, reflexiona Raúl Rodríguez, presidente del Consejo Consultivo del Agua.

Para los siguientes años, no sólo Nuevo León sino todo México tendrá que seguir trabajando en el uso eficiente del agua, en su cuidado permanente y la transformación de una cultura de uso sustentable de este recurso natural. Una meta que, si bien es posible, aún luce lejana y es más urgente de lo que pensamos.

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