Tres científicas reciben el Premio Fronteras por demostrar la importancia del comportamiento social en la evolución y conservación de las especies

La fundación BBVA galardona a Susan Alberts y Jeanne Altmann por sus hallazgos a través del estudio de la estructura social de 2.000 babuinos, y a Marlene Zuk por su investigación sobre la implicación de los parásitos en las interacciones de los animales

Las científicas Susan Alberts, Jeanne Altmann y Marlene Zuk, galardonadas con el XV Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Conservación.OSCAR FRASSER (OSCAR FRASSER)

Las científicas estadounidenses Susan Alberts, Jeanne Altmann y Marlene Zuk han recibido este jueves el Premio Fronteras del Conocimiento por demostrar el papel clave del comportamiento social en la evolución de los animales y la importancia para la conservación de especies. Esta es la XV edición que celebra la Fundación BBVA, en la que reconoce cada año las contribuciones de varios académicos del campo de los estudios científicos, la tecnología, las humanidades y la creación artística.

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Las científicas estadounidenses Susan Alberts, Jeanne Altmann y Marlene Zuk han recibido este jueves el Premio Fronteras del Conocimiento por demostrar el papel clave del comportamiento social en la evolución de los animales y la importancia para la conservación de especies. Esta es la XV edición que celebra la Fundación BBVA, en la que reconoce cada año las contribuciones de varios académicos del campo de los estudios científicos, la tecnología, las humanidades y la creación artística.

Las tres científicas galardonadas han recibido el premio en la categoría de Ecología y Biología de la conservación. El jurado de los premios ha destacado que estas científicas “han ampliado el conocimiento sobre la importancia evolutiva del comportamiento como motor de la supervivencia, la reproducción y la adaptación de los animales”, demostrando “la necesidad de incorporar las interacciones sociales a los planes de conservación de especies”.

Altmann, catedrática emérita de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Princeton, fundó en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia, en 1971 un innovador proyecto de investigación que durante más de cinco décadas ha estudiado el comportamiento de los babuinos. Y al que se adhirió Susan Alberts, catedrática de Biología y Antropología Evolutiva en la Universidad de Duke, en 1983.

En la actualidad, las dos científicas codirigen esta investigación que ha realizado el seguimiento de 2.000 primates, desvelando cómo las interacciones entre machos, hembras y crías a lo largo de varias generaciones determinan la estructura social de estos animales.

Las especialistas descubrieron “el auténtico cuidado paternal”, refiriéndose al importante papel que desempeñan los machos en el cuidado de sus crías. Tanto machos como hembras, se aparean con varias parejas, pero los machos son capaces de identificar a sus propias crías y proporcionarles cuidados. Otro de los resultados que vislumbró la investigación es la función tan importante que tienen las hembras dentro de las manadas, semejante a la de los machos. Pasando de ser aliadas a competidoras y viceversa en periodos de tiempo muy cortos, un hecho determinante en cualquier sociedad compleja. El premio ha dado pie a que las galardonadas de Amboseli reivindiquen que los babuinos pueden servir como modelos para estudiar la capacidad de adaptación de muchos otros animales a la degradación ambiental.

Grillos silenciosos que buscan sobrevivir

La tercera de las premiadas, Marlene Zuk, catedrática de Ecología, Evolución y Comportamiento en la Universidad de Minnesota, ha explorado la relevancia que tienen los parásitos en el comportamiento social de los animales. “Antes pensábamos que lo único que hacían estos organismos era transportar enfermedades. Pero en realidad, desempeñan un papel en cómo los animales eligen a sus parejas o cómo interactúan entre ellos”.

Los grillos macho, por ejemplo, cantan para atraer a las hembras, de modo que la selección natural suele favorecer a los machos que cantan más y mejor. Pero este cántico de seducción no solo atrae a las hembras, sino que además llama la atención de una mosca parasitaria, ha explicado Zuk. Estas moscas depositan sus larvas en los grillos, y las larvas se alimentan de los insectos desde dentro, comiéndoselos vivos. La ecóloga observó qué, a lo largo de unas pocas generaciones, las poblaciones de grillos mutaron convirtiéndose en silenciosos, para evitar morir devorados por las larvas de moscas. El grillo tuvo que decidir entre transmitir sus genes o sobrevivir. “Este conflicto de presiones de selección que actúan en direcciones completamente opuestas ha llamado la atención de los científicos desde Darwin”, enfatizó Zuk.

La ecóloga insiste en la importancia del estudio de estos animales diminutos. “No podemos conservar algo si no sabemos que está ahí. Mucha gente piensa que lo que queremos conservar es la llamada megafauna carismática, los elefantes y los pandas, pero yo estoy igual de preocupada por conservar las pequeñas cosas”, declaró la ecóloga.

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