La marea roja que mata a los peces en la Bahía de San Francisco
Un incremento de contaminantes en el agua, junto a las altas temperaturas, ha provocado una proliferación de plantas que ha provocado el fenómeno
El lago Merrit es un pequeño paraíso en el centro de Oakland (California). Los vecinos solían acudir allí a relajarse, montar en barca en su agua transparente o tomar el almuerzo en el césped de su ribera. Desde hace unos días se ha convertido en un estanque fangoso de color negro del que han aflorado toneladas de peces muertos. Este enclave, conectado a través de un canal a la bahía de San Francisco, muestra la punta del iceberg de...
El lago Merrit es un pequeño paraíso en el centro de Oakland (California). Los vecinos solían acudir allí a relajarse, montar en barca en su agua transparente o tomar el almuerzo en el césped de su ribera. Desde hace unos días se ha convertido en un estanque fangoso de color negro del que han aflorado toneladas de peces muertos. Este enclave, conectado a través de un canal a la bahía de San Francisco, muestra la punta del iceberg de un problema que lleva semanas afectando a más de 30 kilómetros de la costa de California. La aparición de una alga, cuyo nombre científico es Heterosigma akashiwo, ha dejado el agua sin oxígeno, provocando una marea roja que ha afectado a decenas de especies marinas. Joel Jacuinde, de 30 años, suele correr por los alrededores del lago, hasta que un olor nauseabundo lo ha empujado a la orilla. “Jamás había visto algo así en los 10 años que llevo viviendo aquí. Me entristece mucho ver esto, antes se podían contemplar peces enormes a través del agua, moviéndose de un lado a otro”, comenta antes de volver a colocarse sus auriculares y continuar la carrera.
En un extremo del lago una docena de operarios subcontratados por el Ayuntamiento de Oakland, protegidos por máscaras, gafas y trajes, trabajaban para retirar los peces, algunos en descomposición, otros moribundos. Eran toneladas de especies: lubinas, moluscos e incluso algunas rayas murciélago. Uno de los trabajadores se lamentaba de la faena pendiente: “Hemos empezado a las ocho de la mañana, terminamos a las cinco de la tarde, pero dudo mucho que hoy nos dé tiempo a retirarlo todo”.
Desde el Departamento de Infraestructuras del Ayuntamiento de Oakland apuntan como causa de la proliferación de esta alga al aumento de nutrientes como nitratos, fertilizantes y otro tipo de deshechos en el agua, por lo que han pedido a los ciudadanos reducir el riego de sus jardines y evitar tirar desperdicios al lago y a las cuencas fluviales. Ayer ya no había peces muertos, pero tampoco signos de vida en el agua marrón, salvo largas manchas de algas y algunos grupos de gaviotas.
La presencia de algas es normal durante el verano, pero lo que ha sorprendido ahora es la magnitud del fenómeno. El organismo dedicado a vigilar la calidad del agua en San Francisco dijo recientemente que había hallado las concentraciones más altas de clorofila en 40 años al sur de la bahía. Este pigmento que ayuda a las plantas a tener el color verde también es un indicador de la densidad de las algas.
Jon Rosenfield, un científico de Baykeeper, asociación ecologista dedicada a defender el entorno de la Bahía de San Francisco, asegura que esta floración lleva más de un mes y cubre toda la Bahía, por lo que el alcance y duración de este problema no tiene precedentes. El científico culpó, en declaraciones a la agencia Reuters, a vertidos de 40 centros de tratamiento de aguas residuales.
En las últimas semanas, la comunidad científica ha debatido las causas que han llevado a la proliferación del alga. Esta comenzó a aflorar a finales de julio. El incremento de fauna muerta flotando sobre el agua era un signo de que la situación no mejoraba con el paso de las semanas. Es la peor marea roja vista en San Francisco desde 2004, cuando una ola de calor provocó la muerte de miles de ejemplares.
Las autoridades de la ciudad temen que la ola de calor que afecta a California empeore la situación. Un fenómeno ambiental conocido como domo de calor ha disparado hasta en 11 grados centígrados más las temperaturas promedio de la temporada.
En Alameda, una pequeña ciudad residencial frente a San Francisco, discurren canales que son perfectos para la práctica de deportes acuáticos. En esta península se encuentra una larga playa a la que suelen acercarse bañistas y surfistas. Hace tres semanas que sus aguas se han oscurecido. El departamento de Medio Ambiente de la ciudad tuvo que lanzar una alerta pidiendo a sus vecinos evitar el baño y mantener a sus mascotas alejadas del agua hasta que desaparezca el alga. Comúnmente las algas desaparecen en una semana, pero en esta ocasión han persistido.
A 30 minutos en coche de Alameda se encuentra, en la costa de Fremont, el Parque Natural de Don Edwards. Es un gran humedal que sirve de refugio a muchas especies de aves. Aquí los cadáveres están más esparcidos a lo largo de la extensa costa. Merav Vonshak, de 45 años, bióloga y voluntaria naturalista, documenta con su cámara fotográfica los cadáveres que va encontrando. La mayoría son ejemplares adultos de esturión de gran tamaño. Trabaja con un gran grupo de gente a través de la aplicación Anaturalist contabilizando la muerte de estos peces y tomando muestras de agua para luego comprobar en el microscopio la concentración de microalgas por zonas. “Algunos compañeros vieron hace días que el agua del lago Merrit en Oakland se estaba quedando sin oxígeno, y que esto ocurría en otras zonas de la bahía. Solo queremos que la gente se conciencie de que tenemos este grave problema y que desde las instituciones hagan lo necesario para que esto no vuelva a pasar. Pensamos que probablemente esto se deba en parte al cambio climático, pero otras veces es por los vertidos ilegales desde los ríos o por otros factores locales que podríamos controlar”, asegura Vonshak.
En el límite del parque natural se encuentra el muelle para pescadores de Dumbarton. Pero estos días no se ha visto a nadie lanzando la caña allí. Las capturas están tendidas sobre la playa, que se encuentra sembrada de esturiones en descomposición. Allí, Shad Davis, natural de Fremont, dedica su tiempo libre desde hace meses a limpiar la playa de plásticos y basura. “Hace una semana empecé a encontrarme muchos peces muertos de pequeño tamaño, el agua había cambiado de color y cada día que volvía los peces eran de mayor tamaño, hasta encontrarme estos que estamos viendo hoy que pueden llegar a medir un metro”, apunta. Tras 10 minutos recorriendo la playa, Shad regresa al aparcamiento, no hay mucho plástico que recoger hoy.