Sacrificar árboles de aguacate para salvar la cosecha en la Axarquía

La comarca malagueña, principal productora de esta fruta en Europa, sufre las consecuencias de la sequía por la escasez de lluvia y las bajas reservas hídricas

La agricultora Nazaret Medina revisa una plantación de aguacates donde se han arrancado gran parte de los árboles por la escasez de agua que sufre la comarca de la Axarquía.Garcia-Santos (El Pais)

Los aguacates se asfixian. El calor, la falta de lluvia y la escasez de recursos hídricos por la sequía hacen que este verano muchos de estos frutos caigan al suelo o tengan un tamaño minúsculo en los campos de la comarca malagueña de la Axarquía, principal productora de este fruto en Europa. No hay agua siquiera para mantener con vida a todos los árboles de las 7.000 hectáreas de cultivo de la zona. Por eso, algunos agricultores han tomado la decisión de talar ejemplares. Es la consecuencia de que su principal suministrador de riego,...

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Los aguacates se asfixian. El calor, la falta de lluvia y la escasez de recursos hídricos por la sequía hacen que este verano muchos de estos frutos caigan al suelo o tengan un tamaño minúsculo en los campos de la comarca malagueña de la Axarquía, principal productora de este fruto en Europa. No hay agua siquiera para mantener con vida a todos los árboles de las 7.000 hectáreas de cultivo de la zona. Por eso, algunos agricultores han tomado la decisión de talar ejemplares. Es la consecuencia de que su principal suministrador de riego, el pantano de la Viñuela —del que también depende el consumo humano—, acumule apenas 20,73 hectómetros cúbicos cuando puede albergar 165. Está al 12,6% de su capacidad, cerca de su mínimo histórico. Los ecologistas critican que la Junta de Andalucía no controle el enorme incremento de la superficie de aguacate y mango, ambos de regadío y desarrollados en una zona tradicionalmente de secano.

Pasear por el entorno del pantano de La Viñuela es conocer la viva imagen de la sequía y las previsiones solo indican que seguirá vaciándose durante las próximas semanas. Una situación que, con el cambio climático, se producirá más cada año. El sector calcula que la producción de la próxima temporada —entre noviembre y marzo— caerá a las 20.000 toneladas, la mitad de la anterior.

El aguacate es uno de los principales motores económicos de la Axarquía, al este de la provincia de Málaga. Es un fruto que llegó en los años sesenta del siglo pasado y ahora se le conoce como oro verde por su buen rendimiento y el precio al que se adquiere en el mercado. Hay grandes cooperativas que comercializan la producción de cientos de agricultores y la exportan a todo el mundo, igual que ocurre con el mango, otro subtropical cuya presencia supera ya las 4.000 hectáreas en este rincón de Málaga, el 80% de toda España. Son cultivos que se han adaptado al clima local, pero que requieren mucha más agua de la que cae. Y con un pantano en horas bajas —ha obligado a tres municipios de la comarca a cortar el agua de las duchas de la playa para ahorrar— la situación empeora. Un déficit “estructural”, como reconoce la Asociación Española de Tropicales, que afecta sobre todo al aguacate.

Según los especialistas, este fruto requiere unos 7.000 metros cúbicos por hectárea y año (5.500 en el caso del mango) para ofrecer las condiciones óptimas. Es casi cinco veces más que el límite de 1.500 metros cúbicos que tienen ahora los agricultores a raíz de los planes de ahorro de agua impulsados en los últimos meses por la Junta de Andalucía. Como consecuencia, numerosos terrenos carecen de agua suficiente, lo que hará caer la producción a la mitad. También influye la disminución del calibre: los frutos serán más pequeños, aunque al menos serán más sabrosos. Siempre que lleguen a buen puerto, porque muchos —tanto aguacates como mangos— están cayendo al suelo antes de madurar. Es el mecanismo del árbol para sobrevivir.

Nazaret Medina muestra la sequía en la zona. Garcia-Santos (El Pais)

Los camiones con grandes cubas de agua para regar estas tierras ya no son una rareza por los caminos de la intrincada geografía de la Axarquía. No hay muchas alternativas más, ya que numerosos pozos de los que se utilizaban están secos —los acuíferos también están bajo mínimos— o con altas concentraciones de sal y en esta área la existencia de balsas para acumular agua de lluvia es escasa.

Las balsas que hay tampoco sirven de mucho, como ha ocurrido a Domingo Medina, presidente en funciones de la Asociación Española de Tropicales, que en primavera vio cómo la balsa que tiene en una de sus plantaciones no consiguió llenarse con la lluvia. Medina decidió entonces arrancar un millar de árboles y hacer una gran poda a otros 200, que ya están rebrotando. De esta manera ha conseguido salvar a otros 6.000, que sí podrán recibir algo de agua. “Es preferible sacrificar una parte para regar la otra y que sobreviva” relata el agricultor. “Es nuestra forma de vivir y nos estamos muriendo. Esto está cayendo como un castillo de naipes: vamos uno tras otro los agricultores”, contaba otro campesino, Francisco Ruiz, hace unos días en Andalucía Directo mientras paseaba por una de sus fincas, en la que ha arrancado unos 600 ejemplares y que se pasará al cultivo de mango. Como ellos hay “unos cuantos agricultores más”, según Medina.

Mala gestión de los recursos hídricos

Para Rafael Yus, portavoz de Ecologistas en Acción en la Axarquía, la situación que se vive es consecuencia de la falta de previsión. “El problema no es tanto la sequía como la gestión que se hace de los recursos”, asegura. El especialista cree que la administración andaluza no ha controlado el enorme incremento de la superficie de aguacate y mango, ambos de regadío y desarrollados en una zona tradicionalmente dedicada a especies de secano como el olivo, la vid o el almendro.

Un tronco de un aguacate talado por la sequía. Garcia-Santos (El Pais)

“Es algo impensable para nuestros antepasados, pero que tiene un alto precio: el hiperconsumo de agua y, con ello, el potencial colapso hídrico de la Axarquía”, recoge en sus conclusiones el estudio titulado La burbuja de los cultivos subtropicales y el colapso hídrico de la Axarquía, publicado en 2020. Su principal coordinador, el propio Yus, asegura que la dificultad actual era previsible desde el inicio de la expansión de los subtropicales: “Cuando se ponen en marcha cultivos con una alta demanda de agua, lo primero que habría que plantearse es qué pasa si falta esa agua. Más aún cuando aquí ha habido un crecimiento irracional de la superficie de regadío [aguacate y mango] cultivada y la llegada de fondos de inversión o bancos al negocio”.

La investigación da como soluciones el uso de aguas regeneradas —que ya se ha puesto en marcha en esta comarca malagueña, pero con cifras aún insignificantes—, el aumento de la eficiencia del riego o el uso de variedades de aguacate menos exigentes de agua. Es precisamente lo que proponen desde el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora, ubicado en esta comarca y dependiente del Centro de Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Allí investigan para conseguirlo.

“La idea es poder encontrar una variedad que soporte suelos más salinos y condiciones adversas que nos depara el futuro, como la sequía”, explicaba hace unos meses el investigador Iñaki Hormaza a este periódico. Los empresarios —que miran con recelo la importancia que dan las administraciones al turismo y la poca atención que, dicen, les prestan a ellos—proponen también la construcción de una planta desaladora. Es algo a lo que, según los ecologistas, debería recurrirse “solo en situaciones muy graves” y que, además, encarecería el precio del agua para los agricultores, por lo que la producción de aguacate ya no sería tan rentable.

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