¿Por qué hace más calor ahora mismo en Escandinavia que en España?
Una intensa y temprana ola de calor, “empeorada por el cambio climático”, según los expertos, sacude el norte de África y sube por Italia, Grecia y los Balcanes hasta los confines de Europa
“¡Es el mundo al revés!”, resume el veterano meteorólogo Francisco Martín, coordinador de la revista especializada RAM. En Finlandia, las temperaturas máximas medias en esta época del año rondan los 19°- 21°, pero los termómetros están marcando desde el 25 de junio hasta 30° y 32°, es decir, entre 10° y 12° por encima de lo normal, mientras que España, a más de 4.000 kilómetros al sur, disfruta de ...
“¡Es el mundo al revés!”, resume el veterano meteorólogo Francisco Martín, coordinador de la revista especializada RAM. En Finlandia, las temperaturas máximas medias en esta época del año rondan los 19°- 21°, pero los termómetros están marcando desde el 25 de junio hasta 30° y 32°, es decir, entre 10° y 12° por encima de lo normal, mientras que España, a más de 4.000 kilómetros al sur, disfruta de más de una semana de temperaturas suaves para estas alturas de año, sobre todo el norte y en el oeste, con unos valores entre 5° y 10° más bajos de lo habitual. ¿Por qué?
La razón es que Finlandia está inmersa en una fuerte y temprana ola de calor con un gigantesco radio de acción: el zarpazo de fuego va de Argelia ―49°― y Túnez a Italia ―40°―, Grecia y los Balcanes y sube por el centro y el este de Europa ―Suiza, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Polonia y este de Alemania― hasta los países nórdicos y el Ártico, donde se han batido 24 récords de temperatura más alta en junio en la zona noruega ―entre ellos 32,5° en el punto más septentrional de la Europa continental, Tana Bru―y donde la ciudad rusa de Norilsk ha igualado su máxima de todo el año con 32°. La calima que acompaña a la masa de aire cálido llega a Alemania y Polonia. En cambio, a España le afecta una vaguada o lengua de aire frío.
“Es una cuestión de circulación atmosférica”, explica Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). “Europa está entre dos áreas de bajas presiones, una en el Atlántico, al oeste de las islas Británicas, y otra, en el mar Negro. Entre ambas hay altas presiones: una dorsal anticiclónica o lengua de aire cálido que procede de latitudes bajas y que se extiende al norte. Esa dorsal estabiliza la atmósfera y, en latitudes tan altas como Escandinavia, la noche es muy cortita. Un último factor es que entre las dos áreas de bajas presiones se canaliza un viento cálido del sur que, tras recorrer Europa, llega muy recalentado a esta península”. España es el revés de la misma moneda. “El área de bajas presiones del Atlántico inyecta aire fresco y vientos del oeste y noroeste a la península Ibérica”, lo que suaviza las temperaturas.
Pero, ¿cómo de extraordinaria es la situación? El índice EFI (siglas en inglés de Extreme Forecast Index), con el que se cuantifica la rareza de un fenómeno extremo, arroja valores muy altos para la franja central y oriental de Europa, con unas temperaturas alcanzadas que están en los percentiles 98% y 99%. “Esta ola de calor está siendo inusualmente fuerte, pero no del todo sin precedentes. Hemos tenido algunas aún más intensas en junio, por ejemplo la del año pasado. En el ámbito local, por supuesto, se han sufrido las temperaturas de junio más altas registradas”, ratifica Mika Rantanen, de la Unidad de Investigación del Impacto del Cambio Climático del Instituto Meteorológico de Finlandia. Las últimas estaciones en batir su récord de calor de junio han sido Pori, en la costa occidental, y la estación más septentrional, Utsjoki Nuorgam, ambas con 32,9°. Y las mínimas están siendo también de órdago: se han registrado noches tropicales, en las que el termómetro no baja de 20°, en la costa y cerca de lagos.
¿Y qué relación puede tener con el cambio climático? “El vínculo entre olas de calor y cambio climático está robustamente establecido en la ciencia del clima, por lo que podemos decir que, aunque el cambio climático no las causa, sí hace que la situación sea peor”, explica Rantanen, que estima que “las temperaturas probablemente son uno o dos grados más altas, en comparación con una situación en la que no hubiera cambio climático”.
Chorro polar
“El cambio climático claramente hace que las olas de calor sean más tempranas, más frecuentes y más intensas”, coincide Del Campo, que apunta, además, a que detrás de la situación actual está la llamada corriente en chorro o chorro polar, que normalmente circula de forma lineal de oeste a este con vientos muy intensos y que ahora está más ondulada. “La parte de la onda que queda embebida con aire polar tiene temperaturas más bajas ―como le ocurre a España―, mientras que en la cresta ―toda la extensa zona de la ola― se disparan”, detalla. Esta corriente más serpenteante hace que “las situaciones frías y cálidas sean más frecuentes y persistentes y que la dorsal llegue a latitudes tan altas” y, aunque “hay mayor incertidumbre, existen estudios que señalan que el calentamiento global es el que está alterando los patrones de circulación”. Además, el calentamiento global hace que “las masas de aire cada vez sean más cálidas y, como las temperaturas medias son también más altas, los extremos también lo son”.
Estos cambios en la corriente en chorro también los subraya el meteorólogo e investigador de la Aemet Juan Jesús González Alemán, que explica que está “pasando cada vez más de ser zonal a meridional, de sur a norte o de norte a sur” y que hay “indicios que apuntan a que la causa de que los movimientos meridionales sean más frecuentes e intensos es el cambio climático”. Otros estudios lo relacionan también con el deshielo del Ártico, aunque hay cierta incertidumbre. González recuerda que las predicciones de cambio climático señalan que las latitudes altas y polares “se están calentando más que las latitudes bajas”, por lo que las olas de calor allí cada vez serían más habituales y duras en comparación con su climatología.
Francisco Martín añade que el mismo patrón que explica lo que ocurre en Finlandia y España se repite en Rusia, donde hay tremendas anomalías frías, y en las olas de calor que estos días afectan a China y a Japón, donde llevan “seis jornadas seguidas de infierno” y han sufrido el día más caluroso de junio de su historia, con 40,2°. “Una de las teorías del calentamiento global antropogénico es que favorece chorros con más meandros, más amplificados y cuasi estacionarios, justo lo que está ocurriendo”, reitera Martín.
¿Y cómo es para un finlandés vivir a temperaturas típicas de España? “Los finlandeses no se han acostumbrado bien a este calor. Si la situación se prolonga, puede tener implicaciones sanitarias, sobre todo para los mayores”, teme el investigador finlandés, que apunta a que la ola terminará en su país “a más tardar el lunes y las temperaturas se normalizarán la próxima semana”. Habrán sido 10 días a 30°.
“Por supuesto que nos encanta el clima cálido, ya que el verano suele ser muy corto aquí, pero en los últimos años hemos tenido fuertes olas de calor que han comenzado a preocupar a los finlandeses”, añade Rantanen. “Sí, en los países nórdicos están asustados y pensando en cómo adaptarse al cambio climático, porque hace unos años ver los 30° era una rareza y ahora llevan viéndolos cuatro veranos consecutivos y durante varios días”, ratifica Daniel Santos Muñoz, del Instituto Meteorológico de Dinamarca. Ahora, los escandinavos sueñan con aires acondicionados y “muchos ciudadanos piensan en instalarlos o lo están haciendo ya, algo impensable hasta ahora en países con veranos muy suaves y breves”. “Sus casas están ideadas para retener el calor, no para defenderse de él”, explica Santos, que cuenta que se están suspendiendo actividades e incluso trabajos porque los edificios tampoco están adaptados.
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