Nicolás Olea: “Las embarazadas no deberían usar cosméticos con disruptores endocrinos”
El catedrático de Medicina, que lleva tres décadas estudiando el efecto de las sustancias químicas en la salud, celebra que la Comisión Europea se plantee prohibir muchas sustancias químicas pero critica la tardanza en hacerlo
La Comisión Europea acaba de arrancar un proceso para restringir el uso de miles de sustancias químicas presentes en productos cotidianos, entre las que se encuentran varios disruptores endocrinos, que alteran el equilibro hormonal. Nicolás Olea (Granada, 67 años) lleva más de tres décadas estudiando el efecto de estos compuestos en el organismo, que van desde obesidad y diabetes a infertilidad y problemas en el aprendizaje. Este catedrático de Medicina de la Universidad de Granada sabe que la futura prohibición tendrá que ser acordada con los Estados miembros de la UE y puede tardar años, pero considera que ya no hay marcha atrás. “Llevamos 30 años denunciándolo y ahora parece que al fin las Administraciones empiezan a escuchar”, resume.
Pregunta. ¿En qué productos están presentes los disruptores endocrinos?
Respuesta. Muchos objetos cotidianos los tienen, sobre todo embalajes de plástico, pero también cosméticos, ropa y hasta alimentos.
P. ¿Qué efectos producen sobre la salud?
R. Los disruptores endocrinos hackean el mensaje hormonal y producen efectos como déficit neuroconductual, problemas en el aprendizaje, e incluso están relacionados con la incidencia de síndromes como asperger y autismo. Otros efectos son la endometriosis y la mala calidad seminal, que se traduce en aumento de la infertilidad. De hecho, cada vez hay más clínicas de reproducción asistida en todas nuestras ciudades. También producen disrupción metabólica, que conlleva obesidad, hipertensión y diabetes tipo 2, y que pueden generar muchos problemas de salud y un gasto sanitario enorme para el país.
P. ¿Esa exposición es igual para todas las personas?
R. Los efectos más perjudiciales se producen por exposiciones tempranas a disruptores endocrinos en las primeras etapas de la vida (embrión, feto y primera infancia). Las exposiciones que ocurren en ese momento tienen consecuencias tardías, la gente más expuesta es la joven. El medio en el que se desenvolvía la infancia en los años cincuenta y sesenta era de madera, mármol y vidrio, pero a partir de entonces fue de plástico, y eso está teniendo efectos negativos. Además, las pruebas de seguridad de estas sustancias nunca tienen en cuenta el efecto combinado de disruptores endocrinos.
P. ¿Qué aconsejaría entonces que evitaran embarazadas y bebés?
R. Muchos cosméticos y perfumes llevan disruptores endocrinos, así que habría que evitar todos los que los lleven: hay que buscarlos sin dimeticona, canfeno y fenoxietanol. Este último se encuentra también en el gel hidroalcólico para las manos. También hay que alejarse de aquellos que lleven benzofenonas, parabenos y filtros ultravioletas. En alimentación, mejor no comer atún, mero y otros pescados grandes que tienen mucho mercurio, y también las cabezas de las gambas, que llevan cadmio. Si puedes, come de cercanía, de temporada, no procesado y ecológico: con eso evitas el procesado y, muchas veces, el envasado, que también suele aportar disruptores endocrinos. Hay que cuidarse de las exposiciones cosméticas y alimentarias porque llegan a la leche materna en 12 horas.
P. ¿Qué le parece la hoja de ruta de la UE para prohibir miles de estas sustancias?
R. Es una iniciativa muy buena, porque por fin la Comisión Europea asume que la disrupción endocrina existe. Es la puntilla definitiva para los perfluorados, que hacen que el papel y el cartón sean impermeables a la grasa y al agua, así que están presentes en muchísimos envases alimentarios. Unos 800 tipos de ellos tienen acceso directo al organismo, así que tendrán que retirarse del mercado cuando se confirme la prohibición. El documento también menciona los PVC, que son plásticos muy contaminantes y con un sistema de reciclado pésimo, pero además en ellos se usan los ftalatos, que permiten convertir un PVC duro en un elemento flexible como el vinilo y que también son disruptores endocrinos. La hoja de ruta también habla de suprimir los bisfenoles, y no solo el bisfenol A, que tiene 432 primos [sustancias similares] de los cuales 43 son disruptores endocrinos (como el bisfenol F o el bisfenol S).
P. ¿Algunas de estas sustancias se han prohibido ya?
R. En 2011 se prohibieron los productos de bisfenol A (BPA) para bebés aplicando el principio de precaución, pero antes se usaban para los biberones. En 2020 la UE ya reguló los tiques de caja con bisfenol A, que manejaban muchas mujeres jóvenes, pero se siguen usando otros bisfenoles, que tienen el mismo efecto sobre el organismo. Además, en los últimos meses se ha prohibido el nonilfenol en productos de limpieza, el clorpirifós (insecticida), el mancozeb (funguicida)... También se han prohibido juguetes con ftalatos, un material que flexibiliza el plástico, que sin embargo está presente en suelos de guarderías hechos con PVC, y también en guantes de plástico y cortinas de ducha. En cuanto a los perfluorados, que también se usan en aislantes térmicos como el goretex, la Comisión ha prohibido ya siete, pero el catálogo tiene unos 4.700. Todos estos productos han estado más de 30 años en el mercado, y de pronto un día son malos. ¿Quién asume la responsabilidad de todos esos años de exposición?
P. ¿Qué falta por regular?
R. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria [EFSA, en inglés] puso el dedo en la llaga en febrero al someter a consulta la reducción del bisfenol A en las aplicaciones alimentarias en 100.000 veces, algo que se espera que llegue a final de año. La evidencia es apabullante para que desaparezcan de los productos de aplicación humana, pero es imperdonable que tarden 30 años en hacerlo. La hoja de ruta de la Comisión, por su parte, habla mucho de productos industriales, pero habla menos de cosméticos y perfumes, así que no mencionan benzofenonas, parabenos y filtros ultravioletas. Hay como 1.500 disruptores endocrinos y todavía queda mucho por hacer. La acción es valiente, pero muy lenta.
P. ¿En qué notaremos estos cambios en nuestra vida diaria?
R. Los platos de un solo uso de los restaurantes suelen llevar perfluorados; los cubiertos de plástico, ftalatos; las latas de conserva, bisfenoles; y las botellas de agua, ftalatos. Así que en el futuro habrá menos plásticos en envases y aplicaciones alimentarias, lo que reducirá la exposición humana a disruptores endocrinos y también los residuos. Habrá que volver a los recipientes reutilizables en los restaurantes. La nueva ley de residuos ya habla de que hay que eliminar los plásticos de un solo uso y de impulsar el agua del grifo. En cuanto a las resinas epoxi, fuente de bisfenol a, están presentes en el interior de las latas de conserva, así que será necesario buscar otro material para ellas.
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