Un estudio estima que 43.000 personas mueren al año en las ciudades europeas por la falta de zonas verdes
Los fallecimientos en el centenar de urbes españolas analizadas en el informe ascienden a 3.809, de los que el 25% corresponden al área metropolitana de Barcelona
La ausencia de zonas verdes en las ciudades tiene impactos negativos en la salud de sus habitantes. La falta de acceso a esas áreas verdes en un millar de ciudades de 31 países europeos —los Veintisiete de la UE además del Reino Unido, Suiza, Noruega e Islandia— está detrás de casi 43.000 muertes anuales, según las estimaciones de un estudio que se publica este viernes en la revista The Lancet Planetary Health. Para llegar a esa cifra los investigadores parten de unas recomendaciones contenidas en ...
La ausencia de zonas verdes en las ciudades tiene impactos negativos en la salud de sus habitantes. La falta de acceso a esas áreas verdes en un millar de ciudades de 31 países europeos —los Veintisiete de la UE además del Reino Unido, Suiza, Noruega e Islandia— está detrás de casi 43.000 muertes anuales, según las estimaciones de un estudio que se publica este viernes en la revista The Lancet Planetary Health. Para llegar a esa cifra los investigadores parten de unas recomendaciones contenidas en un informe de la oficina regional de Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que propone que los ciudadanos tengan acceso a un espacio verde a una distancia lineal de 500 metros desde su domicilio, el equivalente a cinco minutos andando.
Evelise Pereira, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y primera autora del estudio, explica que las áreas verdes tienen “beneficios para la salud física y mental” según han determinado multitud de investigaciones científicas. “Solo con poder ver una zona verde se aprecian beneficios en la salud mental”, añade esta investigadora. “Los espacios verdes están asociados con disminución de la mortalidad por causas naturales”, recalca el estudio, que enumera beneficios asociados a la posibilidad de realizar ejercicio físico en esas zonas o la disminución de la contaminación también vinculada a la presencia de vegetación.
Pereira explica que para realizar su análisis han tomado los datos de 978 ciudades y 49 áreas metropolitanas de más de 50.000 habitantes de los 31 países europeos seleccionados. Los investigadores han dividido las urbes en cuadrículas de 250 por 250 metros para determinar el acceso a esas zonas verdes. Para calcular el espacio verde existente en cada localidad, el estudio ha utilizado el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), un indicador que toma en consideración cualquier tipo de vegetación, desde el arbolado de las calles a los jardines en propiedades privadas, y que se obtiene a partir de imágenes de satélite. Esos datos los cruzaron con los de mortalidad por causas naturales de cada ciudad en 2015 para llegar a los fallecimientos que se podrían haber evitado en ese año si se cumpliera en cada ciudad con la recomendación de la OMS de acceso a las zonas verdes.
En el millar de ciudades europeas analizadas la cifra de fallecimientos asciende a 42.968. En España, donde se han estudiado un centenar de aglomeraciones urbanas y ciudades, se cifran en 3.809 las muertes anuales. “El impacto en España es menor que en otras zonas de Europa”, apunta Pereira. Si solo se tienen en cuenta las capitales, Bruselas, Copenhague, Budapest, París y Atenas son las ciudades del continente con los peores resultados debido a la falta de acceso a los espacios verdes. Madrid sale muy bien parada y es la quinta con menos impactos negativos por este motivo. El estudio incluye los datos del área metropolitana de Madrid y estima 620 muertes relacionadas con el bajo nivel de acceso a zonas verdes.
El área metropolitana de Barcelona, según los criterios utilizados para el estudio, está en mucha peor situación que la capital española y más alejada de las recomendaciones de la OMS. Para Barcelona, además, se estima una mortalidad de 924 personas, lo que supone que acumula casi el 25% de las muertes vinculadas a la falta de acceso a las zonas verdes en el centenar de urbes españolas analizadas. En el caso de la capital catalana le perjudica su alta densidad de población y la dispersión de los parques y zonas verdes, señala Pereira.
Esta investigadora admite también que su estudio tiene una limitación importante: la dificultad para evaluar los efectos positivos sobre la salud de las llamadas zonas azules, es decir, los ríos, los lagos y la costa. “No hay evidencias suficientes que nos ayuden a cuantificar esos impactos”, señala respecto a la ausencia de estudios en este campo.
Clasificación
A partir de los datos del estudio publicados en la revista científica The Lancet, el Instituto de Salud Global de Barcelona ha elaborado una clasificación sobre las áreas urbanas con peor acceso a las zonas verdes y que más alejadas están de las recomendaciones de la OMS.
En el caso de España, las cinco ciudades que salen peor paradas son Gijón, A Coruña, Cádiz, La Línea de la Concepción, Ferrol, Ceuta, Barcelona y Santander. En el lado opuesto, Santa Lucía de Tirajana, Valdemoro, Elche, Lorca y Telde son los que están más cerca de las recomendaciones de acceso a las zonas verdes de la Organización Mundial de la Salud.
La configuración urbana de las ciudades europeas, con muchos años de historia y alta densidad de población, dificulta el acceso a las zonas verdes, explica Pereira. Pero esta investigadora apuesta fijarse en los ejemplos de ciudades que se están “rediseñando” respetando su esencia. “Por ejemplo, recuperando antiguas zonas industriales o usando edificios públicos como colegios para aumentar las zonas verdes”, sostiene Pereira, quien también resalta como positivo algunas experiencias como las supermanzanas en las que reservan espacios para la vegetación.
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