El ‘Hubble’ se cae: el estudio de SpaceX y NASA que podría darle un empujoncito y una nueva vida
Los satélites de órbitas bajas, como el telescopio espacial ‘Hubble’, pierden altura con el tiempo. Colocarlo en una órbita más alta, más estable, podría darle unos años más
Desde hace unos meses tenemos un nuevo y flamante observatorio en el espacio, se llama James Webb Space Telescope, y nos va a permitir analizar cosas que ni siquiera sabíamos que se podían estudiar. El caso es que para tener una visión lo más complementaria posible de lo que ocurre ahí fuera necesitamos otros telescopios tanto en tierra como en el espacio. Entre ellos el famoso Hubble.
El Hubble en su forma de telescopio, el astrónomo tras el cual fue nombrado ya se retiró hace tiempo del mundo, es un millennial a punto de cumplir 33 años que está tan en buena forma como casi siempre, a pesar de que algunos periodistas se empeñen en que lo hemos jubilado porque ya tenemos otro, un sucesor. Nada más lejos de la realidad.
La clave está en que para entender lo que vemos en el rango de energías en las que opera Webb necesitamos saber lo que ocurre en el rango que observa el Hubble y viceversa. Además, entre otras cosas, Hubble es el único ojo que tenemos en el cielo en el ultravioleta, que es la luz involucrada en los fenómenos muy calientes: estrellas jóvenes, masivas, moribundas, discos de acreción y fenómenos violentos de todo tipo. Casi nada.
De ahí el interés que ha suscitado el anuncio de la firma del acuerdo entre NASA y SpaceX, en colaboración con el programa Polaris, para realizar un estudio sobre la viabilidad de utilizar la nave Dragon para mover el telescopio Hubble a una órbita más estable. Lo explico.
El telescopio Hubble fue diseñado para ser visitado. Esto es, está colocado en una órbita cercana a la Tierra que ha permitido, entre 1993 y 2009, cinco puestas a punto. Cinco veces los astronautas se han subido a un transbordador espacial, han capturado el telescopio en el espacio y han arreglado sus problemas de óptica, reemplazado baterías, paneles solares, giroscopios, colocado nueva electrónica, e instalado instrumentos científicos de última generación.
Hace ya 13 años del último reconocimiento técnico, en 2009. Ni un coche, que es bastante más simple, aguanta tanto tiempo sin mantenimiento. Y esa iba a ser la última visita de puesta a punto, ya que NASA sin un sistema de transbordadores espaciales operativo (fueron retirados en 2011) no puede hacer el viaje hasta el telescopio. Por eso, después de esta última actualización, la vida útil del telescopio dependería de la degradación que experimenten los instrumentos, los sistemas de apuntado y la órbita. Y así era, salvo en los detalles, hasta hace apenas un mes, la crónica de una muerte anunciada.
Pero la historia ha dado un giro de guion con la aparición en escena de los billonarios y sus empresas privadas en el sector aeroespacial. Ahora puede que Hubble tenga la posibilidad de tener un tiempo de vida más allá de su secuencia programada, o no, veremos.
Hubble actualmente se encuentra en una órbita a 535 km de altura sobre la superficie de la Tierra, comparemos con la de la Luna a unos 384,400 km o la del James Webb Space Telescope a 1,5 millones de kilómetros. En el 2009 se encontraba a 565 km de altura. En 13 años la órbita ha descendido 20 km. A ese ritmo la órbita es estable hasta 2034, pero esa fecha es aproximada porque depende de la actividad del Sol. Si el Sol es muy activo, actualmente estamos en camino a uno de sus máximos en un ciclo de 11 años, la órbita se degradará más rápidamente, alcanzando antes el límite de vida del telescopio. El cómo y el porqué de este efecto lo dejamos para otro artículo.
Lo que NASA y SpaceX están estudiando es la posibilidad de utilizar una nave Dragon para subir, agarrar al Hubble y colocarlo en una órbita más alta, más estable, dando más tiempo de vida al telescopio. De hecho, SpaceX ya tiene experiencia en acoplamiento con la Estación Espacial Internacional. También estudiarán si las futuras misiones de SpaceX podrían dar servicio al Hubble, de la misma manera que lo hacían los astronautas antes de la retirada de los transbordadores espaciales.
En esa última misión, la SM4, los astronautas colocaron una pieza especial en el exterior del telescopio para que cuando llegase el momento de apagarlo una nave espacial pudiera subir, engancharse y guiar el telescopio a una reentrada segura a través de la atmósfera. Traerlo de vuelta intacto para conservarlo como una pieza de museo sería demasiado caro y a día de hoy inviable. La alternativa, que es dejarlo a su libre albedrío en el espacio, podría provocar una caída descontrolada en la Tierra, con el peligro de que lo haga encima de alguna, o varias cabezas.
La cuestión es que hay que hacer algo sí o sí. Cuando Hubble termine su vida útil, habrá que convertirlo en un meteorito que surque los cielos de manera controlada antes de caer al océano, probablemente el Pacífico que es más grande. O colocarlo, aparcarlo, en una órbita más alta donde se pueda apagar y dejar ahí sin peligro de reentradas o colisiones. Veremos si el interés de los millonarios por el espacio le puede dar más años a esa joya de la comunidad astronómica, y del público en general, que es el Hubble. Lo sabremos pronto. En seis meses, dicen.
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