Por qué los cohetes chinos siempre dan un susto en España después de cada lanzamiento
El programa espacial del país asiático siempre deja caer sin control una parte, de 30 metros de largo, de la nave que pone en órbita los módulos de su estación espacial
Los cielos españoles son una víctima colateral de la carrera espacial china. Cada vez que la potencia asiática envía al espacio un nuevo bloque de su ambiciosa estación espacial, a los pocos días los medios españoles se ven en la tesitura de enviar alertas porque un pedazo gigante de chatarra espacial puede caer sobre nuestras cabezas. La explicación es simple, pero tiene dos partes. Por un lado, que China no se preocupa de reali...
Los cielos españoles son una víctima colateral de la carrera espacial china. Cada vez que la potencia asiática envía al espacio un nuevo bloque de su ambiciosa estación espacial, a los pocos días los medios españoles se ven en la tesitura de enviar alertas porque un pedazo gigante de chatarra espacial puede caer sobre nuestras cabezas. La explicación es simple, pero tiene dos partes. Por un lado, que China no se preocupa de realizar reentradas controladas de sus cohetes una vez cumplen su misión, por lo que caen en órbitas caóticas que incluso los han llevado a chocar contra la Luna. Por otro, porque esa basura espacial china siempre se desploma siguiendo una trayectoria que, como se ha visto este viernes, incluye a España.
“Es muy sencillo”, afirma Jorge Lomba, jefe del departamento de Espacio en el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI). “Cada vez que ellos envían un cohete para su estación [Tiangong, “palacio espacial”], lo hacen desde el mismo sitio y hacia el mismo sitio, por lo que se produce un fenómeno orbital en el que la zona potencial de entrada siempre va a pasar por Europa”, explica Lomba, que anoche apenas durmió haciendo el seguimiento de este módulo espacial. “China los lanza desde una latitud en la que siempre terminan sobrevolando España, igual que pasa con los cohetes rusos”, explica Alberto Águeda, coordinador de programas de vigilancia espacial de la compañía GMV. China realiza sus lanzamientos desde la base de Wenchang, en la isla de Hainan; el último, el 1 de noviembre. Ese mismo día, muchos expertos sabían que el viernes o el sábado habría un susto.
El objeto que amenazó los cielos españoles es la fase central del cohete Larga Marcha-5B Y4, que transporta los distintos bloques de la estación espacial que se van ensamblando en órbita, a unos 380 kilómetros de altura. Al ponerlos en el espacio, este módulo cilíndrico de 30 metros de largo y 5 de diámetro se desprende en caída libre fuera de control. “Este cohete es un gran depósito de combustible y un motor, y tiene este tamaño porque su misión es poner en órbita un módulo también muy grande de la estación espacial”, explica Águeda. Este objeto era de unas 20 toneladas. El experto añade que hay otros, de más de cinco toneladas, que caen sobre la Tierra dos veces al año. También hay alguno de más de una tonelada que caen cada dos semanas.
No deja de llover chatarra espacial, pero este módulo es especialmente grande. En 2018 se dio el primer gran susto con la caída de uno de estos módulos chinos. En 2021 volvieron a sonar las alarmas, también en España, donde podría haber caído el cohete con una probabilidad del 0,3%, según los cálculos iniciales. En esa ocasión cayó sobre el Índico, pero la NASA acusó a las autoridades chinas de “no estar cumpliendo con los estándares responsables con respecto a su basura espacial”. En julio de este año, se volvió a repetir la secuencia: España estuvo parcialmente amenazada tras la puesta en órbita de un bloque de su estación espacial, aunque la chatarra se desintegró sobre el sudeste asiático. La buena noticia es que China ya ha completado el ensamblaje del último módulo de Tiangong. La mala, que van a seguir lanzando cohetes como este en otras misiones.
“Cuando sabemos que van a lanzar, empezamos a seguir el objeto, aunque la mayor parte se desintegra”Jorge Lomba, CDTI
Como China siempre deja caer a plomo esa parte del cohete, lo único que queda es vigilar el objeto y esperar que caiga en el mar o que se desintegre por completo al rasgar la atmósfera terrestre a ocho kilómetros por segundo, a unos 80 o 100 kilómetros de altura. En cuanto se produce esa fricción brutal, que hace arder el cohete, “la caída es muy vertical. Decir que golpea con la atmósfera o contra el mar es prácticamente lo mismo”, apunta Águeda sobre la situación que se dio este viernes en la zona sur del Pacífico. Tras pasar por encima de Melbourne y Tasmania, lo que quedara del objeto se estrelló contra la Tierra a las 11.01 hora peninsular española.
Controlar es caro
“Lo único que se puede hacer es monitorizar el proceso y tomar medidas”, señala resignado Lomba. Ese ha sido su caso en las últimas horas, dado el papel que desempeña el CDTI coordinando el sistema europeo de seguimiento y vigilancia espacial (EU-SST), el organismo encargado de observar estas amenazas y calcular los riesgos. “Lo que hizo España es avisar al tráfico aéreo cinco horas antes del momento esperado de la reentrada: es mejor restringir los vuelos por las zonas de riesgo antes de salir, es más peligroso empezar a cambiar trayectorias de aviones en el aire”, defiende. Y añade: “Aunque la probabilidad es pequeña, solo se ha afectado durante 40 minutos a la trayectoria de 800 aviones, con 33 minutos de retraso medio”.
En la última órbita sobre la Tierra, los radares que vigilan los cielos pudieron descartar que los restos fueran a caer sobre Europa, asegura Lomba, gracias a la colaboración de EU-SST con el mando espacial del ejército de EE UU. Esta comandancia estadounidense cuenta con un radar capaz de detectar el punto en el que la chatarra china golpea el planeta y así lo anunció, lo que dio por zanjada la crisis. “Tenemos sensores buscando el objeto continuamente cuando pasa por encima, para poder ajustar la predicción de la órbita”, afirma Lomba. Un radar de Morón de la Frontera, en España, ha sido importante a la hora de trazar esta trayectoria, explica el experto del CDTI.
“Como nadie nos ha dicho que ese objeto está controlado, tenemos que asumir el peor caso”, añade Lomba. Eso es lo que pasa siempre con estos lanzamientos chinos: “Cuando sabemos que van a lanzar, empezamos a seguir el objeto, aunque la mayor parte se desintegra”. Eso mismo ha criticado Bill Nelson, administrador de la NASA, en un comunicado: “Una vez más, la República Popular China está asumiendo riesgos innecesarios”. “No compartieron información de trayectoria específica que se necesita para predecir las zonas de aterrizaje y reducir el riesgo”, acusó Nelson en un comunicado en el que señalaba que es la cuarta reentrada descontrolada desde 2020. “Es fundamental que todas las naciones que realizan actividades espaciales sean responsables y transparentes en sus actividades espaciales”, reclamó Nelson, que advirtió que estos restos “muy bien podrían resultar en daños importantes o pérdida de vidas”.
El programa espacial chino toma la decisión deliberada de dejar caer estos módulos. “Controlar la reentrada exigiría contar con unos motores en el módulo que lo colocaran en el área de caída que interese”, explica Águeda, “pero eso depende de la disponibilidad de tecnología y de los costes”. “Exigiría meter más combustible, por lo que sería más pesado, más caro y más complejo”, resume el especialista. Lomba señala que, al contrario que China, Europa y EE UU cuentan con una “obligación moral” de no dejar caer de este modo objetos tan peligrosos. No hay legislación que obligue a hacerlo.
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