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COQUIMBO UNIDO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La historia íntima del botín de los piratas

Coquimbo se consagró campeón indiscutido del fútbol chileno con una campaña sin par. Por primera vez las calles del puerto que alguna vez conquistó Francis Drake, se llenaron de la alegría inmensa de una gran batalla ganada

Esteban González, entrenador de Coquimbo Unido

Como toda buena historia de piratas, esta comenzó con una pelea. Y por lo que se consideraba una traición. Fernando Díaz, el director técnico consagrado que había salvado a Coquimbo Unido del descenso y lo había elevado a los primeros puestos de la tabla, se enfermó primero, se peleó con el plantel y fue finalmente despedido ante el derrumbe futbolístico. Fue entonces cuando su ayudante técnico, Esteban González, asumió en su lugar.

La relación entre Diaz y González era lo suficientemente larga como para crear lazos. El primero fue técnico del segundo en Cobreloa, y luego su mentor cuando decidió saltar a las ligas mayores. Con un plantel fragmentado, sentarse en la banca fue un desafío para González, El Chino (igual que Ríos y Caszely), que debió armar un plantel para no sufrir zozobras en la temporada 2025.

Llegaron, como en cualquier tripulación que se respete, renegados y redimidos. Hombres en busca de una nueva oportunidad, tipos que habían conocido la gloria, pero también el abismo. Gente que se perdió en la bruma del olvido y en los sargazos profundos del fútbol. Veteranos y jóvenes; líderes y descarriados.

Coquimbo, de la mano de González, se consagró campeón del fútbol chileno con cifras históricas, faltando cuatro fechas para el final. Encadenó -hasta ahora- 14 victorias consecutivas, tiene la valla menos batida y, el dato más concreto, el peor porcentaje de posesión de balón de todos los equipos del torneo.

Como ya fue contado en estas páginas la escuadra pirata nació bajo los colores de mercantes ingleses para recoger la historia de los corsarios que asolaron las costas del país. De negro y amarillo vistieron el estadio Francisco Sánchez Rumoroso, en honor a un dirigente español que llegó a esta zona pesquera, agrícola y pisquera para encauzar la aventura profesional de un club que sólo quería mantenerse en primera el mayor tiempo posible, a veces sin conseguirlo. Estuvo más de 4 mil quinientos días en la segunda división, cuando los mecenas desaparecieron de la administración.

Campeón por primera vez en su historia, se suma al puñado de clubes que han conseguido el logro viniendo desde las regiones, habitualmente más desposeídas que las grandes instituciones, que obtienen más recursos y recaudaciones. La noche del domingo se volcaron a las calles, al barrio inglés, a la mezquita y a la cruz del milenio, porque Coquimbo es puerto, es caos, es diversidad, contrastando con sus vecinos y rivales de La Serena, una ciudad de carácter colonial y plácido.

El pirata hizo historia y será una nueva experiencia en Copa Libertadores. Su alcalde, el exfutbolista Alí Manouchehri, quien estuvo a punto de consagrarse campeón el 2005, prometió mejoras en el estadio. Porque el sueño de todos es que la historia se abra ancha para todos, pero sobre todo para el Chino González, el primer técnico chileno en consagrarse campeón desde Mario Salas en la UC el 2016 y desde Jorge Garcés, el 2001, en un torneo largo.

Son demasiados tesoros para una escuadra que nunca estuvo en la proa de los vencedores. Por eso, en la hora del festejo, bien vale mirar la historia. Y reconocer la redención que encierra.

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