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Copa América
Columna
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Sin visa para un sueño

Luciano Cabral es el mejor jugador de la liga chilena, pero no podrá vestir los colores del país en la Copa América porque pagó con cinco años de cárcel su participación en un homicidio. Como consuelo, espera ahora firmar el mejor contrato de su vida

Luciano Cabral
Luciano Cabral durante un partido con Coquimbo Unido, el 16 de mayo.Marcelo Endelli (Getty Images)

Luciano Cabral, la mejor figura del torneo nacional, no podrá saltar a la cancha defendiendo a la selección chilena en el debut de la Copa América. La razón es simple y contundente: no obtuvo visa para ingresar a los Estados Unidos debido a que purgó en la cárcel una condena por homicidio simple.

Mientras la selección de Ricardo Gareca debuta frente a Perú, Cabral espera en Chile el contrato más importante de su carrera. Pretendido por el grupo Pachuca de México, los principales clubes del país y por otras varias instituciones del extranjero, está imposibilitado de defender a la Roja pese a que ya vistió la camiseta de la sub 20, antes del juicio y el fallo que le cambió la vida para siempre.

Luciano nació en General Alvear, provincia de Mendoza, Argentina. Gracias a su abuelo chileno pudo obtener la nacionalidad, lo que le permitió disputar el Sudamericano Juvenil del 2015 en Punta del Este, tras lo cual debutó en Argentinos Juniors para luego ser cedido a préstamo al Atlético Paranaense de Brasil.

Pero el éxito le cobró la cuenta. En la madrugada del 1 de enero del 2017 participó en una riña callejera en General Alvear, donde su grupo familiar se enfrentó a los golpes con Joan Villegas, de 27 años, quien falleció producto de los golpes recibidos. En el juicio, José Cabral, su padre, explicó que la víctima era un pendenciero que lo extorsionaba con hacerle daño al futbolista cada vez que retornaba a su localidad natal, y que la muerte fue producto de una disputa provocada por Villegas. En uno de los antecedentes probatorios del juicio, las zapatillas ensangrentadas de Luciano Cabral lo situaron en el sitio del suceso, aunque ante los jueces y en un mensaje enviado a la madre de la víctima subrayó que él “no había matado a Joan”.

La sentencia fue lapidaria. Diez años para Luciano y 18 para su padre, aunque el futbolista, por su buen comportamiento, salió de prisión tras cinco años de condena. Fue entonces cuando Coquimbo Unido confió en que mantenía intactas sus capacidades. Talentoso y perseverante, Cabral tardó un año en adaptarse plenamente al juego, liderando un cuadro de expectativas moderadas en el campeonato chileno.

En un país donde no abundan los volantes habilidosos, Cabral se ha llenado de elogios, al punto de ganarse un puesto en la pre-nómina de Gareca para la Copa América de los Estados Unidos. Sin embargo, todos los esfuerzos de la Federación por conseguirle visa de ingreso resultaron vanos, pese a que el futbolista jugó en Argentina, Brasil y Paraguay en representación de los coquimbanos en la Copa Sudamericana.

La sorprendente historia de Cabral tiene pocos precedentes en el fútbol mundial. La mayor parte de los jugadores condenados que cumplen pena en prisión no consiguen mantenerse en forma para reanudar su carrera. La mayoría, en medio del proceso, son suspendidos por los clubes hasta la dictación del fallo. La excepción es el brasileño Breno -Vinicus Rodríguez, quien fue a prisión durante tres años acusado de quemar su casa cuando militaba en el Bayern Munich. Tras cumplir la condena retornó a Brasil, donde jugó en São Paulo y Vasco da Gama, ganando títulos y cosechando elogios.

Cabral podrá no jugar la Copa América por culpa de las políticas migratorias estadounidenses, pero espera expectante su futuro. Desde su club, Coquimbo Unido, hacen esfuerzos para lograr el mejor precio de transferencia y para que se enrole en el extranjero. Los reglamentos de la Liga local permiten a un jugador defender a dos equipos en el torneo, por lo que Cabral podría ser el mayor enemigo de las pretensiones de su escuadra por conseguir el primer título de su historia.

Nimiedades al lado de una inmensa historia de redención que tiene al fútbol como escenario. Y a un joven que, una vez pagados sus pecados, quiere soñar en grande.

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