Cuando el tiempo es vida: innovación para las listas de espera oncológicas en Chile
Desde el punto de vista práctico, un desafío clave es la creación de unidades de analítica de datos en los hospitales, independientes de ‘TI’

El cáncer es una de las enfermedades más devastadoras de nuestro tiempo. En Chile, no solo es la principal causa de muerte desde 2019, sino que también refleja las desigualdades profundas de nuestro sistema de salud. Con más de 60.000 diagnósticos nuevos y 30.000 muertes anuales, esta enfermedad expone las fallas estructurales que condenan a miles de personas a una espera muchas veces fatal.
El informe reciente sobre las listas de espera oncológicas en el Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente revela que, pese a los avances como la Ley Nacional del Cáncer y las garantías explícitas en salud (GES), seguimos enfrentando barreras que comprometen la atención oportuna. La falta de una lista unificada de pacientes, la insuficiencia en la calidad de los datos hospitalarios y la inexistencia de modelos estandarizados de priorización son algunos ejemplos de algunas deficiencias.
Con el patrocinio del Centro de Políticas Públicas UC, desarrollamos una serie de propuestas para optimizar el manejo de las listas de espera oncológicas, con ideas que van desde la estandarización de procesos clínicos hasta el reforzamiento del Registro Nacional de Cáncer, pasando por la implementación de tecnologías avanzadas usando modelos de lenguaje (“LLM” por sus siglas en inglés, reconocidos hoy por servicios como ChatGPT de Open AI o Gémini de Google). Con el apoyo del Hospital de la Florida, realizamos un piloto en el que el uso de Procesamiento de Lenguaje Natural permitió reducir el tiempo de respuesta de 52 a 15 días en algunas garantías GES oncológicas, demostrando que la digitalización y algunas herramientas sencillas asociadas pueden mejorar significativamente los tiempos de atención.
Asimismo, el desarrollo de modelos de optimización matemática para priorizar pacientes (similares a los que usted usa para viajar más rápido en Waze o Google Maps), ofreció una solución más justa y eficiente, entregando recomendaciones transparentes para tomar decisiones. Estos modelos no solo consideran la urgencia médica, sino también las restricciones de capacidad hospitalaria, logrando una asignación más equitativa de pacientes y recursos. Un enfoque como este evita que los sistemas operen bajo decisiones rígidas y estáticas, maximizando la capacidad disponible y reduciendo tiempos de espera. Adicionalmente, pueden mostrar por qué una persona se atiende antes que otra, y los efectos que tiene sobre el sistema hacer cambios, aumentando la transparencia para usuarios y profesionales. Así, estas herramientas ofrecen un futuro donde las decisiones no dependan del azar o los contactos personales, sino de datos objetivos y criterios claros.
Sin embargo, el desafío no es solo técnico, pues implementar estas soluciones requiere voluntad política, financiamiento sostenido, capacidad humana y, más aún, un cambio de paradigma que priorice a las personas sobre cualquier limitación burocrática. Desde el punto de vista práctico, un desafío clave es la creación de unidades de analítica de datos en los hospitales, independientes de ‘TI’, y asociadas a equipos de innovación, que cuenten con recursos y autonomía para desarrollar y mantener herramientas avanzadas de apoyo a la toma de decisiones. Estas unidades deben tener la flexibilidad para adaptarse a las necesidades cambiantes del sistema de salud, asegurando que las soluciones implementadas sean sostenibles y escalables en el tiempo. Por otro lado, también se requiere un compromiso ético del sistema de salud para actuar con urgencia y transparencia, devolviendo la confianza a quienes hoy esperan.
El cáncer es una enfermedad que no solo afecta a quienes la padecen, sino también a sus familias y comunidades. Frente a esta realidad, no podemos permitir que las fallas del sistema de salud agraven aún más el impacto de esta enfermedad. El sistema de salud chileno tiene la oportunidad transformar su enfoque para la atención oncológica, priorizando la equidad, la eficiencia y la transparencia en cada etapa del proceso, gracias a la colaboración interdisciplinaria y el uso de herramientas que ya están disponibles, pero requieren de un esfuerzo colectivo para su implementación exitosa. En el cáncer (y otras condiciones crónicas que hoy esperan), el tiempo es vida, y cada día que pasa sin actuar significa más personas que comprometen su oportunidad de recuperación.
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