Argentina, la sucursal del fútbol chileno

River Plate pretende a la nueva esperanza del fútbol chileno, Lucas Cepeda. Ofreció dos millones de dólares, pero desde Colo Colo replicaron que no negocian por menos de cuatro. De concretarse la transferencia, sería el tercer jugador chileno en el cuadro millonario, después de Paulo Díaz y Gonzalo Tapia, lo que era absolutamente impensado en otros tiempos.

Esta semana Carlos Palacios se llenó de críticas en la derrota de Boca Juniors en el clásico ante Racing, pero hace siete días —y junto a Williams Alarcón— se había llenado de elogios en el triunfo ante Huracán, donde, por primera vez en la historia, dos chilenos fueron titulares en el cuadro xeneixe. Se trata de un fenómeno nunca antes visto de presencia nacional en clubes de la división mayor trasandina, justo en el momento en que Argentina luce los títulos de campeón del mundo y de América. Una realidad que no sólo es nueva, sino que se puede analizar desde distintos puntos de vista.

Para los especialistas, se trata de un tema meramente económico. La gran cantidad de partidos y el alza de los ingresos por espectadores en el torneo trasandino elevó las posibilidades de mercado, aunque países como Brasil o Colombia siguen siendo complicados por sus montos. La estabilidad del dólar alcanzada durante los últimos meses y los ingresos televisivos han permitido que varios clubes habitualmente insolventes, puedan abrir la billetera, y el mercado chileno sigue siendo de los más accesibles del continente.

En marzo del 2024 el diario Clarín de Buenos Aires había calificado al torneo chileno como “la sucursal del argentino”, justificando la masiva presencia de jugadores y técnicos en el certamen como un efecto de la baja inflación, la tranquilidad social y la estabilidad política. Si se considera que el fenómeno inverso es toda una novedad, con perfiles históricos, habrá que hurgar también en los factores futbolísticos, y la razón se encuentra en que son varios los técnicos que después de dirigir en Chile tuvieron exitosas campañas de retorno a su país. Gustavo Quinteros fue campeón con la Universidad Católica y Colo Colo antes de coronarse en Vélez Sarsfield la temporada pasada. Y Gustavo Costas se sentó en el banco de Palestino antes de ganar la Copa Sudamericana con Racing.

Esta lista es generosa. Mauricio Pellegrino, Pablo de Muner, Frank Kudelka, Mariano Soso, Arial Holan, Miguel Ángel Russo, Javier Sanguinetti, Nicolás Diez, Facundo Sava y Walter Erviti son entrenadores de la primera división argentina que tuvieron paso por canchas chilenas. Muchas veces bajo el alero de representantes que son propietarios de clubes en Chile, asumen con la intención de llevar jugadores del corral a sus nuevos clubes. Y lo mismo pasa a la inversa, lo que ha provocado polémicas y acusaciones.

La fiebre de jugadores que han llegado a Argentina no tiene parangón. Se consideran aquellos que habiendo nacido en Argentina tiene raíz familiar chilena, como Gabriel Arias (Racing), Matías Catalán y Ulises Ortigoza (Talleres) o Luciano Cabral (Independiente) o Leonardo Gil (Huracán), pero la gran mayoría son formados en Chile y han significado transferencias importantes para los clubes locales. Felipe Loyola en Independiente, César Pérez en Defensa y Justicia, Maximiliano Rodríguez en Platense o Bastián Yáñez en Godoy Cruz son buenos ejemplos de la búsqueda del talento joven, ganándose incluso varios de ellos oportunidades en la selección chilena.

El destino quiso que en esta representación no estuviera Bruno Barticciotto, hijo de Marcelo, el campeón de la Libertadores con Colo Colo 91. Formado en las inferiores de la Universidad Católica, fue contratado por Talleres tras breve paso en Palestino. Tuvo en sus manos hacer realidad el sueño de su padre, fanático de Racing, pero la oferta de la Academia no prosperó al cruzarse los mexicanos del Santos Laguna en el camino.

Están los que llegan desde clubes foráneos en busca de nuevas oportunidades, como Claudio Baeza que llegó desde el Toluca a Vélez Sarsfield; o Pablo Galdames, quien recaló en Independiente desde Vasco da Gama y Rodrigo Ureña, contratado por Belgrano después de cumplir buenas campañas en Universitario de Lima. A esta legión se suman Iván Morales en Sarmiento y Brandon Cortés en Nueva Chicago.

Dependiendo del momento y antes del cierre del libro de pases, son 17 chilenos. Y podrían ser más si la grúa sigue funcionando, los empresarios tejen nuevas redes o la realidad se empeña en demostrar que, sometidos al rigor de la alta competencia, los que vienen desde Chile son capaces de responder al desafío. Que, por primera vez, resulta masivo.