Pese a otra derrota, Gareca tiene fe

“Tengo fe”, dijo Ricardo Gareca en vestuarios tras la derrota de Chile ante Brasil por dos a uno, que le significó quedar penúltimo en la tabla, con cinco puntos, tras jugarse la primera rueda de las clasificatorias.

El Tigre se aferra a un milagro, porque los números de su proceso son espantosos. Aún no gana un partido oficial, no ha sumado ni un punto en el camino a la Copa del Mundo y sus rivales directos siguen distanciándose. Antes de comenzar el pleito ante el scratch Gareca se había enterado de la victoria de Bolivia ante Colombia (histórica, la tercera consecutiva), la paridad de Paraguay ante Ecuador como visitante y el empate de Venezuela frente a Argentina.

El entrenador argentino sigue férreamente apegado a su sistema, al cual tuvo que agregar nuevos nombres debido a las ausencias. Su 4-2-3-1 que le dio tantos réditos con Perú en las dos últimas clasificatorias no rinde frutos con Chile. Sus extremos no desequilibran y las opciones de gol que genera por partido son escasas. Pese a marcar el gol más tempranero en un duelo ante los brasileños, la Roja dejó escapar la ventaja entregándole el balón al rival, que lo presionó hasta marcar.

Brasil saltó a la cancha del Estadio Nacional en zona de repechaje, arrastrando los peores números de su historia en una etapa de clasificación mundialista. Tras el fracasado coqueteo con Carlo Ancelotti, confío la escuadra a Dorival Júnior, un multicampeón con clubes locales que no ha sabido sacarle provecho a los delanteros que deslumbran en los principales clubes de Europa. Ante Chile le bastaron dos estocadas para quedarse con los puntos y subir al cuarto lugar, pero el juego estuvo lejos de responder al de un “favorito para llegar a la próxima final del Mundial”, como declaró Dorival.

Más allá de los pésimos resultados, no hay vientos de cambio para Gareca, que sigue contando con el respaldo de la Federación y que no tiene quejas en torno al apoyo directivo. Sigue confiando en su esquema y en un grupo de jugadores que interpretan su juego, aunque la afición le reclame cambios en su planteamiento.

Vendrá ahora un desafío en tierras que Gareca conoce bien. Su mejor etapa como futbolista la vivió en Colombia, defendiendo los colores del América, donde llegó a jugar tres finales de la Libertadores de forma consecutiva. Barranquilla es siempre un infierno pues se juega de tarde y con mucha humedad, un escenario que siempre complica a los jugadores chilenos, que actuarán bajo la inmensa presión de obtener resultados.

Para Gareca aún se puede luchar, quizás recordando que en su exitoso proceso con Perú para el Mundial de Rusia ganó sólo 4 puntos hasta el partido 7. Es decir, un punto más que los que ha cosechado ahora Chile, todos logrados por su antecesor, Eduardo Berizzo. Por eso y por la sensación de tener mejor material humano que en aquella época, Gareca seguirá remando, aunque la corriente hasta ahora venga claramente en contra.