El fútbol chileno, desafiado por acusaciones de violencia contra la mujer
Los casos de Jordhy Thompson y Matías Fernández Cordero han demostrado que la dirigencia futbolística chilena no tiene protocolos adecuados para abordar el tema, ganando muchas críticas, incluida la de la Ministra de la Mujer
Damián Pizarro, el juvenil centrodelantero de Colo Colo, dedicó el gol del triunfo ante La Calera –que le permite seguir luchando por el título– a su compañero y amigo Jordhy Thompson, que seguía el partido desde la prisión. Un gesto polémico y controvertido al interior de la institución, que había marginado del plantel a Thompson y que seguramente prescindirá de él para la próxima temporada.
Jordhy, de 19 años, está acusado de cuasidelito de homicidio contra su pareja, Camila Sepúlveda, en una serie de incidentes de violencia intrafamiliar sucedidos a la largo de la última temporada, incluida una sentencia de alejamiento que ambos incumplieron. La sentencia judicial significa que el jugador deberá permanecer en prisión durante 45 días, mientras dura la investigación.
La situación motivó una declaración pública de la Ministra de la Mujer, Antonia Orellana, quien condenó las tibias condenas de Colo Colo al delito cometido por su jugador: “No se necesita una ley que obligue a comprometerse con la erradicación de la violencia contra las mujeres. Y ha sido muy triste la forma en que en el fútbol han tratado de restarle gravedad a la situación. Hablan de recuperación y él (Thompson) no está lesionado. Trató de asfixiar a otra persona”.
Justo cuando el presidente del club, Alfredo Stowing, volvía a dejar en el aire el contrato del jugador para la próxima temporada y el festejo de Damián Pizarro se tomaba el debate en las redes sociales, Matías Fernández Cordero, jugador del Independiente del Valle de Ecuador, era convocado a la selección chilena para jugar la fecha clasificatoria ante Paraguay y Ecuador.
Previo a la concentración, Fernández Cordero (se le identifica con los dos apellidos para no confundirlo con Matías Fernández, de Colo Colo, Villarreal, Milan y Fiorentina, entre otros, recientemente retirado) fue acusado por su ex pareja y madre de su hija de cinco años de violencia intrafamiliar y lesiones leves producidas en una discusión en el domicilio de la mujer en Valparaíso. La acción policial no pudo dar con el paradero del jugador, quien debía presentarse al entrenamiento de la selección de Eduardo Berizzo en horas de la tarde.
El entrenador decidió marginarlo de la convocatoria hasta que la investigación determine el grado de culpabilidad de Fernández, quien fue defendido por su actual pareja, Lesly Otto, quien plantea que la disputa se produjo por el intento frustrado del futbolista de ver a su hija.
La violencia intrafamiliar volverá a ser tema en la esfera deportiva en los próximos días por la visibilidad que entregan las clasificatorias mundialistas. Matías Fernández Cordero fue campeón de la Sudamericana con su club ecuatoriano, pero Berizzo se negó insistentemente a convocarlo hasta la pasada fecha. Ahora que el lateral se había ganado su espacio en la selección, escaló a las páginas policiales, y es buscado por Carabineros.
Chile suma sólo este año 36 feminicidios consumados y 186 feminicidios frustrados. La violencia contra la mujer se ha ido instalando como un tema de preocupación pública a partir de las grandes marchas de las mujeres de los últimos años y es parte de la agenda de un gobierno que se define como feminista. Una legislación específica condena los crímenes contra las mujeres en Chile y las leyes se han adecuado para abordar más drásticamente temas como la responsabilidad en el pago de las pensiones alimenticias. En ese nuevo rayado cancha se desarrollan también la actividad futbolística y sus protagonistas. Las graves denuncias que afectan estos días a jugadores que deberían representar las ideas y aspiraciones de nuevas generaciones no pueden estar ajenas a una sociedad que todavía se debe a sí misma, y por largo, una vida sin violencia y sin violencia contra las mujeres.
La dirigencia futbolística, que enfrenta un sinnúmero de desafíos, se medirá también en su capacidad para abordar y sancionar adecuadamente estas acusaciones ni en los hechos ni en las declaraciones. Sin tener claras las sanciones ni los términos adecuados para definir los hechos.
En todos los casos, además, no ha quedado claro el rol de los sicólogos o los cuerpos médicos de apoyo a los jugadores. O su nivel de influencia en las sanciones o procesos de acompañamiento implementados. Más complejo aún es el compromiso legal o contractual que se establece en este tipo de conflictos.
En suma, una relación cada vez más frecuente que obliga a establecer reglas más claras. E ideas más precisas.
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