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FÚTBOL CHILENO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Colo Colo ‘73: el equipo que postergó el golpe de Estado

Cuando ya ha pasado medio siglo de la campaña que llevó al más popular cuadro chileno a la final de la Copa Libertadores, sigue flotando una tesis jamás confirmada

El equipo de 1973 de Colo Colo junto a Salvador Allende
El equipo de 1973 de Colo Colo junto a Salvador Allende.Cortesía

Para Carlos Caszely, el notable goleador de aquel Colo Colo, no hay dudas: “Ese 29 de mayo el juez brasileño Arppi Filho nos robó la final”. “El gol que anoté para ganarle a Independiente en el Estadio Nacional no debió ser anulado. No hubo posición de adelanto”.

Cincuenta años después, y analizando la jugada con los medios digitales hoy disponibles, Caszely tiene razón: no hubo posición de adelanto y, por lo tanto, Colo Colo se habría coronado esa noche del 29 de mayo de 1973 como campeón de América. El empate, sin embargo, los obligó a jugar un partido de definición en Montevideo, que el cuadro de Avellaneda ganó para levantar su segunda Libertadores, consolidando un ciclo que lo llevaría a obtener cuatro trofeos consecutivos.

Fue un año político convulsionado aquel 1973 en Chile. En marzo, justo cuando se iniciaba la disputa de la Copa, las elecciones parlamentarias demostraron la polarización de fuerzas entre el Gobierno encabezado por Salvador Allende y la oposición. Mientras el conglomerado oficialista de la Unidad Popular obtenía el 43% de los votos, la fuerza opositora que comprendía a los partidos de centro y derecha se quedaba con el 53%, consiguiendo mayoría, pero no determinante, en el Parlamento. La inflación estaba desatada, había desabastecimiento, violencia y una planificación internacional para desestabilizar al mandatario.

De inmediato se alzaron voces, en medio de la creciente crispación del debate, para buscar una salida militar al primer Gobierno socialista elegido en las urnas. Luis Urrutia, autor del libro El equipo que retrasó el golpe, asegura que antes de los partidos importantes, el presidente Allende llamaba al entrenador del equipo, Luis Alamos –conocido como El Zorro… para decirle que “Colo Colo es lo único que mantiene unido al país”.

Entre marzo y abril las noticias del fútbol dominaron en la actualidad nacional. Colo Colo, el cuadro más popular, bajó el tono del debate político al ganar su grupo ante los ecuatorianos de Emelec y El Nacional, más la Unión Española de Chile. Ya en semifinales, superó a Botafogo (con la primera victoria de un cuadro chileno en Maracaná incluida) y a Cerro Porteño de Paraguay. El camino a la final estaba allanado, aunque al frente estaba Independiente de Avellaneda, campeón defensor del certamen y que tenía en sus filas a Santoro, Pavoni, Francisco Sá, Daniel Bertoni y un crack que recién comenzaba a despuntar, Ricardo Bochini.

Transmisiones televisivas y un público jamás inferior a las 70.000 personas en el Estadio Nacional fueron generando un clima de fiesta permanente, semana a semana. Hasta que llegó la gran final, marcada siempre por las polémicas arbitrales que favorecían a los equipos poderosos del Atlántico (Argentina, Uruguay y Brasil).

Leonel Herrera, uno de los defensores de aquella escuadra, recuerda que hablaron con Héctor Gálvez, el presidente del club, para que trataran de compensar lo que creían era un factor decisivo. “Don Aladino (le decían así porque tenía una fábrica de lámparas) nos contestó que no había dinero para comprar a los jueces. Y así nos fue”. Herrera fue expulsado en el tercer partido de definición por tirarle los bigotes al uruguayo Pavoni. El triunfo fue para los argentinos por 2 a 1, lo que no impidió un recibimiento triunfal para Colo Colo en Santiago.

En su documental Sabor a victoria, el periodista Víctor Gómez también levanta la teoría de la postergación del golpe. De hecho, el 29 de junio, una vez jugada la final de la Copa, se produce el primer levantamiento militar, conocido como El Tanquetazo, donde se testeó la capacidad de movilización del ejército, esa vez neutralizada por las fuerzas de Gobierno.

Axel Pickett, en su libro Leyenda hay una sola, cita a Elson Beyruth, un brasileño goleador llegado a Colo Colo a finales de la década del sesenta: “Chile en ese momento vivía problemas políticos tremendos y cuando Colo Colo ganaba había mucho entusiasmo y era una semana de tranquilidad para las autoridades”.

Pero la Copa había terminado y sólo quedaba un apéndice futbolístico que podía retardar el asalto de los militares al poder. Los jugadores de Colo Colo eran el grueso de la selección chilena que disputaría la clasificación a Alemania 74, dirigida también por Luis Álamos. Ambos equipos habían jugado en mayo, ganando cada uno en condición de local. El partido definitorio fue fijado para el 5 de agosto de 1973 en Montevideo y el triunfo de Chile obligó a ir a un repechaje con la Unión Soviética.

El golpe llegó, finalmente, el 11 de septiembre, lo que apresuró la decisión de Carlos Caszely de marcharse al Levante español. Los principales jugadores chilenos –como Elías Figueroa, Carlos Reinoso o Alberto Quintano– jugaban en el exterior. Colo Colo ya hacía planes para habilitar su estadio en Pedrero, por lo que debería desprenderse de varias de sus principales figuras para recaudar fondos. Cuando la Junta entraba a La Moneda, se anticipaba el final de un ciclo brillante para El cacique.

En ese clima, el primer avión que despegó desde Santiago tras el ascenso de Pinochet al poder fue el que llevaba a la selección chilena a enfrentar el duelo con la Unión Soviética en Moscú, que terminó empatado sin goles. El duelo de revancha jamás llegó a disputarse pues el Kremlin no quiso presentar a su equipo en Santiago, señalando que pese al visado de la FIFA y la Cruz Roja, el Estadio Nacional era campo de detención y tortura, como lo demuestra el documental Estadio Nacional de Carmen Luz Parot.

Terminaba el año y, como lo habían dicho los mismos protagonistas, ese plantel de Colo Colo fue lo único que logró unir al país. Pero no llegó a impedir la fractura más feroz y sangrienta de la historia. Quizás, apenas, la retrasó un poco.

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