Jeannette Jara: “Chile tiene dolores que deben recomponerse con mayor justicia y cohesión social”
La ministra de Trabajo chilena, del Partido Comunista, impulsa una de las principales promesas del Gobierno de Gabriel Boric: una reforma para mejorar las jubilaciones
Es la primera ministra comunista que llega a la cartera de Trabajo desde el Gobierno de Salvador Allende. Jeannette Jara (Santiago de Chile, 48 años) ingresó a la primera línea de la política el pasado 11 de marzo, cuando fue convocada al Gabinete por Gabiel Boric. Desde esta cartera, empuja una de las principales promesas de campaña del presidente de izquierdas: mejorar las jubilaciones de los chilenos con la reforma previsional presentada al Congreso hace algunas semanas, que contempla el fin de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Militante de su partido desde la secundaria, vivió en su niñez y adolescencia en un municipio popular de Santiago, Conchalí, como hija de padre obrero mecánico y madre ama de casa. Fue la primera de su familia en convertirse en profesional. Cuando la conversación avanza hacia los aspectos políticos y técnicos que debe enfrentar en su cartera, Jara pide volver al comienzo, a sus orígenes: “Cuando estoy acá con la responsabilidad que el presidente me dio, pienso en la vida cotidiana de las personas. Y eso lo hago con el corazón y la cabeza puesta en Conchalí”.
Pregunta. Se ha destacado su perfil dialogante y se repite —quizá para su irritación— que pareciera no ser comunista. ¿Qué opina?
Respuesta. Me lo han dicho. Hay mucho prejuicio respecto de cómo somos las y los comunistas. Formamos parte de un partido político que persigue una idea transformadora de la sociedad chilena, pero que no es un regimiento y, evidentemente, no somos todos iguales. Pero lo tomo como una oportunidad para derribar mitos. Son caricaturas que se impusieron desde la dictadura, que somos dirigentes enojados.
P. Usted se ríe bastante…
R. Pero me tomo con mucha seriedad la desigualdad y, por lo tanto, aunque soy muy feliz, no me pierdo ni un segundo en las luchas que hay que seguir llevando adelante. La desigualdad estructural de la sociedad chilena es tan seria de abordar que requiere de mucho diálogo político para poder viabilizar los cambios.
P. ¿Eso implica ceder? A usted le toca negociar ejes clave del Gobierno, como las pensiones…
R. Primero, entablar relaciones de confianza. Luego, hablar con franqueza y transparencia, incluso con alguien con ideas opuestas. Y lo tercero: tener flexibilidad táctica. Hay objetivos finales importantes y en el camino se debe, por cierto, recoger ideas de otros. En pensiones, la ley con la que buscamos rebajar el trabajo a 40 horas semanales y en otros proyectos estructurales, el debate se enriquece con las ideas de otros.
P. Se ha escrito que en estos meses ha conseguido “aliados inesperados”, como determinados líderes empresariales…
R. Se pensaba que por ser comunista no iba a poder trabajar con los empleadores y empresarios. Nuevamente, había ciertas ideas preconcebidas. Si bien tenemos posiciones distintas, hay un convencimiento tanto entre empleadores como trabajadores que Chile, a partir de octubre de 2019, con el estallido, manifiesta dolores que deben recomponerse con mayor justicia y cohesión social.
P. ¿Qué tan importante es para los trabajadores la rebaja de las horas de trabajo semanales?
R. Se dan muchas discusiones teóricas, pero si uno ve que las personas se trasladan más de una hora y media en micro para llegar a sus trabajos y esta ley les permitiría irse sentadas, tiene otra perspectiva de las cosas. Si una mujer antes de salir a trabajar puede dejar a los hijos despiertos y no dormidos, lo mismo. Cuando se formulan políticas públicas hay que tener siempre en cuenta cómo esto impacta en la vida real. Esperamos aprobarla de aquí a enero.
P. ¿Qué representó para el Gobierno que el 4 de septiembre Chile rechazara la propuesta de nueva Constitución?
R. El presidente nos ha dicho que debemos hacernos cargo de las urgencias de la vida de las personas, pero, al mismo tiempo, de sacar adelante una agenda transformadora y poder, desde este Gobierno, de izquierda, cumplir con lo comprometido.
P. La propuesta de reforma de pensiones aparece en un momento en que, a juicio de muchos, el Gobierno estaba inmovilizado tras el plebiscito…
R. Es una propuesta dinamizadora. Nuestro sistema de pensiones actual tiene un tronco central, la capitalización individual administrada por privados, las Administradoras de los Fondos de Pensiones (AFP). En ese sentido, el concepto de seguridad social no existe y pasa a primar una especie de seguro privado donde cada persona mayor tiene que asumir los costos del envejecimiento, no desde una mirada colectiva. Esto hizo crecer un poder importante, las AFP, que se instalaron sin un contexto democrático y sin ningún tipo de derecho de libertad de elegir para los trabajadores. Los cambios que se han tratado de hacer desde 2008 han integrado elementos de solidaridad con cargo a los impuestos, pero hoy el desafío que tenemos apunta a incluir elementos de seguridad social.
P. La propuesta incluye un seguro social con un 6% de cotización adicional con cargo a los empleadores…
R. Hasta hace poco había versiones encontradas acerca de cuál es el camino más adecuado. Y digo hasta hace poco, porque hoy solo los que están en el extremo piensan que la única solución siguen siendo las AFP. Incluso en la derecha hay una percepción de que si queremos tener resultados distintos debemos hacer las cosas de forma diferente. Ahora, ¿cuán distinto? ¿Cuánta solidaridad? ¿En cuántos años? ¿De qué forma? Es parte del debate que estamos llevando adelante en el Parlamento.
P. ¿Cuál es el horizonte?
R. Mejorar las pensiones y, en particular, las de las mujeres. Confluir en un sistema que tenga seguridad social. Si una persona de 30 años hoy día ahorra el 10% y mañana el empleador le coloca un 6%, a los 60 años va a tener más que si hubiera seguido solo con el 10%. Pero va a seguir corriendo ella sola el riesgo del envejecimiento. Es necesario pensar que hasta la edad de su jubilación hay generaciones completas de pensionados y de gente que se va a pensionar que no pueden ser echadas al sacrificio. En un país donde el 72% de las jubilaciones son inferiores al salario mínimo, el proyecto busca reconocerle a los jubilados, con cargo al seguro social, los años que cotizaron. A los futuros jubilados, con cargo al seguro social, al menos un piso mínimo de pensión.
P. Es transversal el debate del destino de ese 6% debe ir a las cuentas individuales o al seguro social…
R. Es muy contradictorio que hablemos mucho sobre solidaridad, pero siempre pensamos que otros solidaricen con nosotros y no al revés. Pero a cada uno de los cotizantes les llegarán los beneficios del seguro social.
P. ¿Es transable para el Gobierno la existencia de un seguro social?
R. Eso significaría que el aumento de las pensiones tardaría 40 años y eso para este Gobierno no es posible.
P. ¿Es una propuesta de reforma radical?
R. Esta reforma propone un sistema mixto, donde está el 83% de los países de la OCDE. Y lo que busca, más bien, es sacarnos de la radicalidad en la que hemos estado por 40 años. En pensiones, Chile tiene una oportunidad histórica que no se puede perder.
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