El informalismo hecho mujer

La Galería Mayoral expone 14 obras de Juana Francés, fundadora, junto a Saura, Canogar y Millares del mítico El Paso en 1957

Exposición de Juana Francés en la galería Mayoral de Barcelona.Joan Sánchez

“Me interesa la materia como medio. Con ella creo una masa informe que desgarro. Pretendo hacerla girar con ritmos que la envuelven, hasta sacarla fuera de los límites del cuadro, hacia un espacio infinito. Me gustaría, que realmente, cobrase movimiento y explotara desapareciendo o suavemente se deslizara en silencio”. Juana Francés (1924-1990) teorizó poco sobre su pintura, como esta breve nota que escribió con motivo de su participación en la Bienal de Venecia de 1960. Ella se limitaba a crear obras abstractas y...

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“Me interesa la materia como medio. Con ella creo una masa informe que desgarro. Pretendo hacerla girar con ritmos que la envuelven, hasta sacarla fuera de los límites del cuadro, hacia un espacio infinito. Me gustaría, que realmente, cobrase movimiento y explotara desapareciendo o suavemente se deslizara en silencio”. Juana Francés (1924-1990) teorizó poco sobre su pintura, como esta breve nota que escribió con motivo de su participación en la Bienal de Venecia de 1960. Ella se limitaba a crear obras abstractas y matéricas llenas de fuerza y poder a base de arenas, colas y pigmentos que parecían, efectivamente, salirse del cuadro. La Galería Mayoral de Barcelona le dedica (hasta el 13 de abril) la muestra Juana Francés: el informalismo también era mujer, centrada en los años 1957 y 1962, etapa del informalismo matérico muy vinculado a su participación en el grupo El Paso, la fuerza más activa de la generación que puso la vanguardia española en la primera fila del arte internacional, del que formó parte desde su fundación en 1957; siendo un caso paradigmático de un ámbito dominado casi en exclusiva por hombres.

En la muestra, comisariada por Tomàs Llorens, pueden verse 14 de estas pinturas gestuales de la autora alicantina procedentes de museos y colecciones privadas que ponen de relieve la intensidad y libertad creativa con la que mezclaba estos pocos elementos para obtener texturas que dan cierta tridimensionalidad a las obras y que adquieren gran expresividad. “Regularmente empleaba pinceles gruesos; las impresiones las realizaba con espátulas de grandes tamaños… en ocasiones sembraba las arenas de cola acrílica, que posteriormente modificaba con el pincel, produciendo ritmos con las pinceladas”, escribió.

Saura, Canogar, Francés, Millares, Rivera y Conde, en la primera exposición del grupo El Paso, en 1957.

Según Llorens, en una auténtica clase magistral sobre Francés, la pintora, después de iniciarse en la figuración geometrizada, hierática y cargada de simbolismo “herencia del novecentismo” se sumergió a mediados de los años cincuenta de forma rápida y radical en la pintura abstracta y el informalismo, llegando a participar en las ediciones de la Bienal de Venecia de 1954, 1960 y 1964, en la muestra Before Picasso. After Miró, que se celebró en el Guggenheim de Nueva York en 1960 y en la exposición Modern Spanish Painting, de la Tate Gallery de 1962, que le acabaron dando reconocimiento nacional e internacional. “Formaba parte del grupo de artistas, todos hombres, de su generación, entre los que estaban Manolo Millares, Antonio Saura, Rafael Canogar, Manuel Rivera, Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, Luis Feito, Pablo Serrano, su compañero desde 1956 y luego marido, y Antonio Suárez. Todos coincidieron en un giro hacia la modernidad gracias al conocimiento que tuvieron de lo que se estaba desarrollando en el ámbito internacional, el informalismo europeo y el expresionismo norteamericano”.

Francés en su estudio de Madrid, en 1961.

Y en este grupo destacó Francés, que al poco tiempo de fundar El Paso con sus compañeros “abandona o es expulsada del grupo”, asegura Llorens. En el excelente catálogo publicado para la muestra se apunta que su salida (junto a Rivera y Serrano) del Paso pudiera ser por cuestiones machistas o por celos profesionales. “Juana Francés en ese momento es muy buena y muy radical, y le da mil vueltas a algunos de ellos”, asegura Isabel Tejeda, historiadora y crítica de arte en el catálogo. “Pese a que siguió exponiendo con algunos de los miembros del grupo”, puntualiza Llorens.

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Para el crítico de arte, que ha sido director del IVAM, el Reina Sofía y conservador jefe de la colección Thyssen-Bornemisza “el informalismo español de esos años oscilaba entre la materia de Tàpies y el gesto de Saura. Ella se situó de forma clara en el campo de la materia, aunque con una visión muy diferente de la de Tàpies. Y lo hizo con una pureza y radicalidad que no dejaron de ser advertidas por la crítica del momento”.

En los sesenta Francés volvió, de forma paulatina, a la figuración con series como El hombre y la ciudad, en la que aparecen personajes esclavizados por el falso progreso. “Pero ya no es lo mismo y comienza a caer en el olvido; ayudado por el hecho de ser mujer”, sentencia Llorens.

Es difícil ver una exposición con tantas obras de Francés juntas. Ella misma repartió sus pinturas en tres centros: el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), que presta ocho de las obras, el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, que presta dos, y el IVAM de Valencia. Mucho menos es que haya obras suyas en el mercado del arte. La muestra permite comprar una de las piezas, es Como tierra, nº 51, pintada entre 1959 y 1960, propiedad de los Mayoral que la ponen a la venta por 25.000 euros.

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