Opinión

Voces de mujer

Resulta que el tono de las jóvenes ha descendido 23 hercios en cinco décadas (desde 1945 hasta inicios del XXI). Coincide ese tono más oscuro con el ascenso de la mujer a papeles relevantes

Meritxell Batet, aplaudida por diputados y diputadas como presidenta del Congreso, el 3 de diciembre.uly martín

Siempre he querido cantar; pero pronto, en la adolescencia, me avisaron que mi voz jamás llegaría a ser de soprano (lo eran las de mi abuela y mi madre), tampoco de mezzo. “Contralto”, fue la cariñosa sentencia. Solo un 2% de mujeres tiene ese timbre grave y oscuro. Las voces de mujer —variadas, algunas incluso virtuosas— son, fuera de los escenarios, poco escuchadas o menos requeridas para liderar y dar opinión. Al cierre de 2019 seguimos lejos de la igualdad tanto en la economía como en la política. El próximo hemiciclo español ya no será el más paritario de Europa, un título conseguido en l...

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Siempre he querido cantar; pero pronto, en la adolescencia, me avisaron que mi voz jamás llegaría a ser de soprano (lo eran las de mi abuela y mi madre), tampoco de mezzo. “Contralto”, fue la cariñosa sentencia. Solo un 2% de mujeres tiene ese timbre grave y oscuro. Las voces de mujer —variadas, algunas incluso virtuosas— son, fuera de los escenarios, poco escuchadas o menos requeridas para liderar y dar opinión. Al cierre de 2019 seguimos lejos de la igualdad tanto en la economía como en la política. El próximo hemiciclo español ya no será el más paritario de Europa, un título conseguido en la XII legislatura con Pedro Sánchez. En 2020, las mujeres tendrán menos voz.

En las últimas elecciones generales, la obra la cantaron cinco tenores (los líderes de los principales partidos) y, tras el 10-N, la paridad en el Congreso de los Diputados empeoró en cuatro puntos. Ese resultado fue consecuencia del ascenso de Vox —cuyo numeroso grupo está formado por un 73% de varones— y de la abrupta caída de Ciudadanos. La próxima investidura deberá ser votada por un Congreso con el 43% de mujeres. Sólo después, la decimocuarta legislatura de la democracia española tendrá presidente. Desde 1978, ocho hombres han ocupado ese cargo. Ninguna mujer ha estado cerca de conseguirlo.

Las mujeres no deberían forzar el tono ni asumir los hábitos de los varones. La igualdad es un derecho

Las 151 nuevas diputadas, 13 menos que en la anterior legislatura, se enfrentarán, junto a sus 199 colegas masculinos, a temas complicados, dado el peor escenario económico y los conflictos territoriales, que siguen sin resolverse. Vamos a necesitar voces de todo género. Con graves reforzados y capacidad para el vibrato rápido. En la política española hacen falta sopranos, las voces de más elevado rango. Solo la reciente dimisión de Albert Rivera dio el liderazgo de un partido a una mujer, Inés Arrimadas. Es pronto para saber si ella será capaz de recuperar el espacio perdido por el centro; necesitará dar el Fa sobreagudo, el que alcanzan las sopranos de coloratura. Los hombres, con excepción de los antiguos castrati, se rompen ante esa nota tan aguda o caen en el falsete.

Ni siquiera Carmen Calvo —que obtendría una vicepresidencia en un Gobierno de PSOE y Podemos— cantará un primer papel. No me extrañaría que Carmen, al igual que el 40% del género femenino, tuviera voz de mezzo. Es una tesitura (rango entre notas) intermedia, a la vez que importante; igual a la de cantantes líricas como Cecilia Bartoli y Teresa Berganza o de estrellas del pop como Madonna.

En el escenario económico, la igualdad tampoco avanza a gran ritmo. Las empresas del Ibex no han conseguido cerrar el último ejercicio alcanzando el objetivo europeo del 30% de presencia femenina en los Consejos de Administración. A cierre de año, se ha alcanzado un 27,4%. Y, según el último estudio de PwH, solo el 9% de los altos ejecutivos españoles son directivas.

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Sea cual sea el tono, ha llegado la hora de escuchar a mezzos y sopranos el cargos de responsabilidad

¿Hay algo en nuestras voces que impide que seamos escuchadas? Cada voz es, desde luego, única. Y es en el tono, la altura que resulta de la frecuencia de las vibraciones de las cuerdas en la laringe, donde empieza la diferencia. La voz de la mujer, con cuerdas vocales finas y mayores vibraciones, es aguda; la del hombre, con cuerdas más gruesas, es grave. Diversos estudios fonéticos desvelan que el público, los oyentes, prefiere las voces graves. Se perciben como más creíbles.

Margaret Thatcher debía saberlo. La que fue primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990 contrató a un educador para conseguir que su voz sonara profunda. Consiguió bajar el tono en 60 hercios (unidad de frecuencia); su mandato fue de los más largos del Reino Unido.

La Universidad de Australia del Sur comparó, para una investigación científica, grabaciones antiguas y modernas realizadas entre mujeres de 18 a 25 años. Resulta que el tono de las jóvenes ha descendido 23 hercios en cinco décadas (desde 1945 hasta inicios del siglo XXI). Coincide ese tono más oscuro con el ascenso de la mujer a papeles relevantes. Copiar las voces no es sino una forma de integración en las formas de quienes dirigen el mundo. Sea cual sea el tono, ha llegado la hora de escuchar a mezzos y sopranos, palabra esta última que se origina en el término latino supra y significa “por encima de”.

Pueden cantar con calidad un rango de notas más alargado que cualquier tenor. Las mujeres no deberían forzar el tono ni asumir los hábitos de los varones. La igualdad de género es un derecho y conseguir la paridad real —tener voz— el gran objetivo.

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