El Govern enfada de nuevo a los Mossos por excluir al Estado de un acto oficial

Diversos mandos policiales no aplauden al consejero del Interior, Miquel Buch, en la inauguración del curso de la Escuela de la policía catalana

El consejero Miquel Buch en la inauguración del curso de la Escuela de MossosAndreu Dalmau (EFE)

La hostilidad de los mandos policiales de los Mossos hacia sus jefes políticos se hizo patente una vez más este viernes en la inauguración del nuevo curso de la Escuela de Policía (Institut de Seguretat Pública). Nadie aplaudió ni se levantó de su silla para recibir al consejero del Interior, Miquel Buch, en su entrada protocolaria al auditorio, anunciada por megafonía. El motivo es que Buch y su equipo político decidieron no invitar a representantes del Estado: ni jueces, ni fiscales, ni policías...

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La hostilidad de los mandos policiales de los Mossos hacia sus jefes políticos se hizo patente una vez más este viernes en la inauguración del nuevo curso de la Escuela de Policía (Institut de Seguretat Pública). Nadie aplaudió ni se levantó de su silla para recibir al consejero del Interior, Miquel Buch, en su entrada protocolaria al auditorio, anunciada por megafonía. El motivo es que Buch y su equipo político decidieron no invitar a representantes del Estado: ni jueces, ni fiscales, ni policías, ni guardias civiles, ni la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera. “Nuestra obligación es trabajar y entendernos con ellos”, se quejaban mandos de Mossos.

No hubo esfuerzo por reprimir el gesto serio, ni las expresiones de disgusto. Muchos mandos ni siquiera aplaudieron el discurso de Buch, que habló por primera vez desde la crisis abierta por la gestión del dispositivo de seguridad del aniversario del 1 de octubre, cuando diversos manifestantes acabaron aporreando la puerta del Parlament con la intención de asaltarlo. Y eso que el consejero dejó claro que se sentía “muy orgulloso” de los Mossos y de su “elevadísima cualidad”. A la vez, se defendió de las quejas por no haber admitido errores públicamente: “Hacemos autocrítica permanentemente”. “Todos juntos haremos que este país sea mejor, más justo, más democrático y más libre”, concluyó Buch.

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Tampoco fue bien recibido que el discurso inaugural recayese en el director de TV3, Vicent Sanchís, al que tampoco aplaudieron diversos jefes policiales. Sanchís comparó ser periodista en una televisión pública con ser mosso d’esquadra, ambos “servicios públicos”, en unos “tiempos muy difíciles” con un “estado que no te acaba de entender y ayudar, y que incluso les gustaría que no estuvieras”. Desde el atril, pidió a los presentes que no hiciesen de “hooligans” en las redes y se controlasen. “Yo he sido víctima de otros cuerpos policiales”, dijo, y aprovechó para defender su gestión al frente de TV3. “Quien acusa a los medios de adoctrinar considera que la gente que los mira es idiota. Nadie se deja adoctrinar y nosotros no queremos adoctrinar a nadie”, sostuvo.

“¿Cómo iban a poder venir jueces y fiscales con ese tipo de discurso?”, se preguntaban mandos del cuerpo después del acto, que también buscaban una explicación al hecho de que el director de TV3 inaugurase el curso de la policía catalana. En los pasillos, la queja era cómo los gestos de la cúpula política de Interior minan el trabajo diario de Mossos para recuperar la confianza de la judicatura un año después de que la celebración del referéndum destrozase su relación.

El Departamento de Interior defiende que fue precisamente el “plantón” que ellos les dieron el año pasado en esa misma inauguración lo que ha llevado a no invitarles. “Tampoco hemos recibido ninguna queja de la delegación por no haberlo hecho en otros actos”, alegan. Entonces, la jefatura de Mossos recaía en el mayor Josep Lluís Trapero. Fue su última aparición pública como responsable de la policía catalana, y recibió una sonora ovación del auditorio. Una semana después, el Estado le destituyó con la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

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Los Mossos han sufrido enormemente las consecuencias del procés. Han sido desacreditados como policías, diversos mandos y agentes están imputados en juzgados de instrucción y en la Audiencia Nacional, y quien fuese su máximo jefe espera juicio acusado de organización criminal y sedición. La actual cúpula ya ha advertido a los políticos de que no quieren pasar por lo mismo y les exige que no interfieran en su trabajo. Los CDR han sido ya objeto de diversos encontronazos. “Caminamos hacia el conflicto”, auguran, pesimistas, mandos policiales.

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