Vall d’Hebron prueba una terapia con perros para tratar el trastorno alcohólico fetal

El hospital pone en marcha un estudio pionero en el mundo para analizar si este tratamiento mejora la calidad de vida de los niños que sufren este síndrome

Una sesión de terapia asistida con perros para niños con trastorno alcohólico fetal en el hospital Vall d'HebronCarles Ribas

Los nuevos tratamientos de los que dispone el hospital Vall d’Hebron de Barcelona para tratar el síndrome alcohólico fetal se llaman Lila, Bamba, Laica, Buba, Pipa y Menta. Y ladran. El servicio de psiquiatría del centro ha puesto en marcha un estudio pionero en el mundo para analizar si la terapia asistida con perros mejora la calidad de vida de los niños que sufren estos trastornos, provocados por el consumo excesivo de alcohol durante el embarazo. Este síndrome se manifiesta con daño cognitivo,...

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Los nuevos tratamientos de los que dispone el hospital Vall d’Hebron de Barcelona para tratar el síndrome alcohólico fetal se llaman Lila, Bamba, Laica, Buba, Pipa y Menta. Y ladran. El servicio de psiquiatría del centro ha puesto en marcha un estudio pionero en el mundo para analizar si la terapia asistida con perros mejora la calidad de vida de los niños que sufren estos trastornos, provocados por el consumo excesivo de alcohol durante el embarazo. Este síndrome se manifiesta con daño cognitivo, trastornos conductuales y problemas psicomotrices, entre otros.

Lila y Laica, dos labradores de pelo marrón y blanco, descansan debajo de una mesa repleta de juegos. Al lado, sobre unas sillas de colores, Bamba y Pipa se llevan toda la atención de Alexei, de ocho años, y Denis, de 16, dos hermanos diagnosticados con síndrome alcohólico fetal. Los niños eligen entre unas cucharas de colores y les sirven en la boca una gominola a cada animal, como recompensa por haber cumplido un ejercicio. Están contentos y concentrados, apenas conscientes las personas que los observan.

Los especialistas sostienen que las sesiones de terapia psicológica con perros pueden mejorar algunos síntomas que padecen, como aumentar su concentración o rebajar su impulsividad.

Los trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF) aglutinan un paraguas de dolencias provocadas por el consumo de alcohol durante la gestación (esta práctica puede generar alteraciones neurológicas y físicas en el feto). El nivel de afectación es variable: desde características físicas visibles (como la microcefalia o problemas de crecimiento), hasta problemas conductuales graves (impulsividad, hiperactividad, etc). También pueden sufrir daño cognitivo y problemas sociales —tiene dificultades para entender los dobles sentidos, son influenciables y no entienden el sentido de la propiedad o el dinero—.

Un síndrome de difícil diagnóstico

Los médicos coinciden en que el TEAF está infradiagnosticado. La mayoría de casos detectados proceden de Europa del Este —como Alexei y Denis, adoptados en Rusia—, aunque también hay pacientes autóctonos: el origen no es el lugar de nacimiento, sino el consumo de alcohol durante el embarazo, explican los expertos.

En Cataluña no hay datos de prevalencia, aunque la Generalitat ultima un estudio de casos en adopciones de estos países. Ramos Quiroga advierte que el diagnóstico es difícil porque hay síntomas comunes con otras patologías que complican la detección.

Los médicos de Vall d’Hebron, que han atendido y diagnosticado a unos 300 menores, sabían que la terapia asistida con perros era efectiva en otras patologías de salud mental con síntomas comunes, como el autismo. “Queremos mejorar su calidad de vida, que puedan tener cifras más bajas de ansiedad y trabajar sus habilidades sociales”, apunta Nuria Gómez, especialista en TEAF.

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La prueba piloto ha comenzado con una veintena de niños en sesiones individuales. “Lo primero que se genera es la adherencia al tratamiento. Se crea un vínculo del animal con el niño. El perro es una herramienta, un canalizador de emociones”, explica Francesc Ristol, del Centro de Terapias Asistidas con Perros. Trabajan, sobre todo, la impulsividad y la ansiedad. Por ejemplo, con un circuito de psicomotricidad, que primero ejecuta el perro y, luego, el niño, que lo observa concentrado, copia lo que hizo el perro.

Inés Benítez, madre adoptiva de Alexei y Denis, ya nota los cambios tras las primeras sesiones. “Están más concentrados y ya se puede hablar con ellos. También ha cambiado su relación con los animales que tenemos en casa”, apunta. Para trabajar las habilidades sociales, los facultativos estudian ampliar la terapia con perros en sesiones grupales.

Vall d'Hebron también ha empezado a utilizar la terapia asistida con perros en niños terminales, con parálisis cerebral o con autismo. El jefe del servicio de psiquiatría de Vall d’Hebron, Josep Antoni Ramos Quiroga, espera que el ensayo clínico en marcha pruebe la eficacia de la terapia y permita extenderla a todos los pacientes con TEAF. "Queremos poder instalar un servicio dentro de la cartera pública no solo para niños con TEAF, sino también para niños que están en una situación terminal, que tienen autismo o una parálisis cerebral", apunta.

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