Las caras de la muerte

Edgar Martins muestra en Pilar Serra su investigación sobre asesinatos y suicidios

Katie Conway's Eyes, 2016, una obra incluida en la exposición.

La muerte es un límite para casi todo, el gran enigma al que lo demás se ve sometido: por eso es tan difícil de tratar y hoy se ha convertido en un tabú para la sociedad optimista e hiperacelerada. Pero también es, dicen, aquello que da sentido a esta cosa tan rara que es la existencia. El artista Edgar Martins (Évora, Portugal, 1977) llevó a cabo una investigación de tres años en el Instituto Nacional de Medicina Legal de Lisboa ahondando en todo lo que rodea la muerte (porque la muerte misma es inaprensible) e interesándose, sobre todo, en las formas de representarla, especialmente la muerte...

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La muerte es un límite para casi todo, el gran enigma al que lo demás se ve sometido: por eso es tan difícil de tratar y hoy se ha convertido en un tabú para la sociedad optimista e hiperacelerada. Pero también es, dicen, aquello que da sentido a esta cosa tan rara que es la existencia. El artista Edgar Martins (Évora, Portugal, 1977) llevó a cabo una investigación de tres años en el Instituto Nacional de Medicina Legal de Lisboa ahondando en todo lo que rodea la muerte (porque la muerte misma es inaprensible) e interesándose, sobre todo, en las formas de representarla, especialmente la muerte violenta. De esta investigación sale el proyecto Siloquies and Soliloquies on Death, Life and Other Interludes, que se puede ver en la Galería Pilar Serra (Santa Engracia 6, bajo centro) hasta el próximo 17 de marzo.

Se trata de un trabajo donde predomina lo fotográfico (que ha sido tradicionalmente la forma más utilizada para la representación de la muerte) y en el que Martins mezcla material propio con el hallado en la citada institución de ciencias forenses. Más que lo documental, la vía elegida para tratar el tema es la poética. Así, vemos gafas rotas, familias con el rostro oculto, trozos de cuerda, caminos que llevan a la oscuridad, representaciones de calaveras, hombres sujetando balas. Un viejo móvil Nokia en cuya pantalla se lee 4give me (perdóname). Todo extraído de archivos históricos, informes médicos y confidenciales o evidencias recogidas en la escena del crimen (o del suicidio). Otro concepto relacionado con el proyecto, según afirma el artista, es el de destinerrance, acuñado por el filósofo Jacques Derrida: el riego de cada carta, de cada postal, de acabar en el destino equivocado, de ser una “carta muerta”.

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