Alberto San Juan trae a Cataluña su ‘España ingobernable’

El actor y autor, acompañado a la guitarra por Fernando Egozcue, presenta en el Romea un intenso relato de las luchas populares

San Juan y Egozcue, en la función.David Pérez

La que está cayendo en Cataluña y Alberto San Juan se planta en el Romea, a dos minutos de las Ramblas, con dos espectáculos, dos, sobre España. “Es arriesgado, sí. Traigo dos obras y cada una lleva la palabra ‘España’ o ‘español’, en el título”, dice, en tono de broma, el actor y autor de España ingobernable , un recital de “canciones indignadas y prosas indignantes” que están en cartel hasta el domingo. El fin de semana, San Juan hará doblete y representará también su ya conocido Autorretrato de un joven capitalista español.

San Juan siempre ha sido bien recibido en ...

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La que está cayendo en Cataluña y Alberto San Juan se planta en el Romea, a dos minutos de las Ramblas, con dos espectáculos, dos, sobre España. “Es arriesgado, sí. Traigo dos obras y cada una lleva la palabra ‘España’ o ‘español’, en el título”, dice, en tono de broma, el actor y autor de España ingobernable , un recital de “canciones indignadas y prosas indignantes” que están en cartel hasta el domingo. El fin de semana, San Juan hará doblete y representará también su ya conocido Autorretrato de un joven capitalista español.

San Juan siempre ha sido bien recibido en Barcelona, donde tiene ya un público fiel, que sabe lo que le viene a contar: “Es un relato fragmentado de las principales luchas populares que ha habido por la liberación en una España que es ingobernable porque no se deja gobernar, una España que tiene la osadía de quererse gobernar”, explica. Sobre el escenario, él, de pie, paseando, recitando (cantando, incluso) textos suyos, pasajes de discursos del mismísimo Franco o del general Mola, o versos de Lorca, de Cernuda, de Miguel Hernández o de Pemán, o de Albert Pla (“no le he pedido permiso”, advierte; habrá confianza…). Sentado, guitarra en mano, Fernando Egozcue, que ha compuesto la música, “sensible, visceral, intensa”, sobre la que discurre la narración.

“Este relato, que empieza en la Segunda República y llega hasta hoy, ahora mismo tiene su epicentro clarísimamente en Cataluña”, asume el autor, que se declara profundamente soberanista (“que no es necesariamente ser independentista”, aclara): “Estoy a favor del derecho a decidir”, dice. “Yo también quiero decidir, y decidir también si quiero que me gobierne un rey, o si quiero que se privaticen los recursos naturales”. De esta libertad luchada y sufrida en las plazas habla la obra. “De esa España que sale a la calle en Murcia, o que salió en Gamonal, en Burgos, o la del 15M, que reclama su derecho a decidir cómo quiere vivir”. Habla de la historia no oficial: “Todos los cambios profundos siempre se han producido al margen de las estructuras de poder”, argumenta. “El fin del franquismo se cuenta como un logro institucional, ocultándose la historia más rica de ese cambio social, que se forjó en las asambleas y en las fábricas mucho más que en los despachos”.

El hilo argumental es el pueblo: “El vulgo, los de abajo, la chusma. La ciudadanía”, dice, categórico, San Juan. “Los que periódicamente se organizan para decir basta, para mejorar la condición humana… y para que el poder los aplaste en nombre de su sistema, el que funciona, según él”. De hecho, el espectáculo no tiene un final: “En todo caso, un clásico ‘continuará…’ porque seguimos, unos y otros, cada uno por la senda que entienda, reclamando o reprimiendo”. Relacionando, de nuevo, el tema con la ocupación de las calles y con la situación catalana, San Juan no se muerde la lengua: “No nos engañemos, ha habido una campaña mediática que ha sabido centrar muy bien en Puigdemont, en Artur Mas y en su partido corrupto lo que está ocurriendo aquí. Pero no. Esto va mucho más allá, esto lo mueve la gente en la calle”, declara.

Pese a la trascendencia de los temas que aborda, el público se lo va a pasar bien. “El elemento humorístico de tantos años en Animalario, con Andrés Lima, siempre está ahí”, subraya, con orgullo, el autor. “Lo primero que busco al subir al escenario es que la gente se lo pase apasionadamente bien, que se ría, que disfrute y que se le remuevan las emociones”. Además, Alberto San Juan huye de cualquier tipo de adoctrinamiento: “Nunca caería en la soberbia de creer que yo puedo enseñar nada a nadie… Cada uno piensa lo que quiere”.

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