Análisis

Volver al 8-N

El rechazo de la CUP a los Presupuestos empuja al soberanismo a abandonar la vía unilateral

El Gobierno catalán no podrá aprobar la ley más importante del año, la de los Presupuestos. Es la primera vez que el Parlament le devuelve el proyecto. El que en teoría es su socio de gobierno, no solo para el día a día, sino para “dejar Cataluña a punto para la independencia”, como dicen sus responsables, se ha negado a votarlos. La CUP no ha querido perder su virginidad política ni involucrarse en la estabilidad de un gobierno que va a la deriva y que no tiene suficiente fuerza para gestiona...

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El Gobierno catalán no podrá aprobar la ley más importante del año, la de los Presupuestos. Es la primera vez que el Parlament le devuelve el proyecto. El que en teoría es su socio de gobierno, no solo para el día a día, sino para “dejar Cataluña a punto para la independencia”, como dicen sus responsables, se ha negado a votarlos. La CUP no ha querido perder su virginidad política ni involucrarse en la estabilidad de un gobierno que va a la deriva y que no tiene suficiente fuerza para gestionar al mismo tiempo las demandas independentistas y las urgencias presupuestarias.

El fracaso es mayúsculo y difícil de reparar. Tras ver como la CUP enviaba a Artur Mas a la “papelera de la historia”, en lenguaje de los anticapitalistas, Convergència quiso creer que la CUP estaría saciada por una buena temporada. Y que dejaría gobernar con cierta calma. Estaban equivocados. Los sectores más radicales de los anticapitalistas, que son los que monopolizan sus asambleas, no pararán hasta la revolución. Y la de Carles Puigdemont no quiere ser una revuelta de guerrillas, sino de unas clases medias empobrecidas que quieren darle la vuelta al calcetín sin sufrir un rasguño ni, sobre todo, dejarse ni un euro en la aventura.

La revolución de la CUP no casa con la de Junts pel Sí. A partir de aquí, la opción de un nuevo adelanto electoral se instalará en la política catalana. No será antes de finales de año por cuestiones estrictamente legales. Políticamente hay motivos para volver a las elecciones mañana mismo.

La otra opción es mantener las cuentas prorrogadas e intentar, solo intentar, unos nuevos Presupuestos ya para 2017 con otro socio. Los socialistas y Catalunya Sí que es Pot —el referente de Podemos en Cataluña— podrían ejercer como muleta parlamentaria. Pero ello obliga a dejar a un lado el plan independentista. En otras palabras, fuerza a volver al 8 de noviembre de 2014, el día antes de la pseudoconsulta que situó la política catalana en una cuesta abajo y sin frenos.

CDC parece haberse anticipado a este escenario. La propuesta de su candidato, Francesc Homs, de abrir una ponencia parlamentaria para abordar la cuestión catalana va en este sentido. Es un intento tímido de encauzar el problema a través de las instituciones y no de las movilizaciones en la calle. La duda es si alguien en el soberanismo tendrá suficiente fuerza, no solo para admitir que el plan independentista estaba mal planteado, sino para no ser barrido en las elecciones. Todo el mundo tiene un límite. Los catalanes también.

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