comer y beber

Rojo y acolchado

Los platos de Tatel parten de la cocina tradicional, pero se sirven en un ambiente muy moderno

Un camarero en una de las salas del restaurante Tatel.Santi Burgos

Boqueroncitos fritos, pero del revés; ravioli con pichón o chuletillas de cordero. Los platos de Tatel (paseo de la Castellana, 36; 35-70 euros por persona) parten de la cocina tradicional, pero se sirven en un ambiente muy moderno: cuidados salones que no tienen nada que ver unos con otros (en uno de ellos aparece Dalí y en otro las paredes son rojas y acolchadas); una zona de barra clásica o una agradable terraza (cubierta) con muebles que no pegan unos con otros, pero hecho a propósito. El resultado es un interesante restaurante con una carta pensada por Nino Redruello y avalado por Rafa Na...

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Boqueroncitos fritos, pero del revés; ravioli con pichón o chuletillas de cordero. Los platos de Tatel (paseo de la Castellana, 36; 35-70 euros por persona) parten de la cocina tradicional, pero se sirven en un ambiente muy moderno: cuidados salones que no tienen nada que ver unos con otros (en uno de ellos aparece Dalí y en otro las paredes son rojas y acolchadas); una zona de barra clásica o una agradable terraza (cubierta) con muebles que no pegan unos con otros, pero hecho a propósito. El resultado es un interesante restaurante con una carta pensada por Nino Redruello y avalado por Rafa Nadal, Pau Gasol y Enrique Iglesias.

Las tres celebrities apoyan este proyecto gastronómico, de Abel Matutes Junior y Manuel Campos, que se inauguró el pasado mayo. Aunque en sus inicios parecía un local donde el fulgor de los famosos iba a eclipsar a los platos, una propuesta brillante, pero vacía, el resultado no ha sido ese. Sin salirse de la tradición (el tartar de atún es de lo más atrevido que aparece en su carta), sus propuestas culinarias son bastante interesantes mientras que el ambiente, diferente en cada espacio por la cuidada decoración, es muy animado. Por las noches, la música no para de sonar. En ocasiones son Dj’s que amenizan la velada; otras, son grupos que tocan en directo.

Acompañando a los platos aparece una interesante carta de vinos —aunque con precios elevados— y un amplio menú de cócteles —además de restaurante, el espacio es bar y cóctel bar— para tomar o bien en sustitución del postre (ojo al curioso mango asado) o bien tras este. El mejor lugar para disfrutar esas bebidas es la terraza. Con vistas a un lateral ajardinado de la Castellana, pueden ser el colofón de una comida o una cena, aunque para nada barata, muy agradable.

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