Anna y Ona, en silla de ruedas, ¿y qué?

Una joven, víctima de una hemorragia cerebral, publica un cuento cuya figura es una niña con movilidad reducida

Anna García, en el centro, con su hermana Cristina y la madre de ambas. GIANLUCA BATTISTA

Anna García ríe a carcajadas cuando le recuerdan que un día llegó a decir que la protagonista del libro que ha escrito es “como una hija” para ella. La criatura en cuestión se llama Ona y nació fruto del afán de superación de su joven creadora, que sufrió una hemorragia en el tronco cerebral hace nueve años. Desde su silla de ruedas, la joven, que ahora tiene 35 años, comenzó hace poco más de uno a escribir un cuento para niños. Aunque tiene movilidad reducida, dificultades en el habla y un parche en el ojo para evitar la visión doble, Anna consiguió parir por fin el pasado otoño el libro ...

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Anna García ríe a carcajadas cuando le recuerdan que un día llegó a decir que la protagonista del libro que ha escrito es “como una hija” para ella. La criatura en cuestión se llama Ona y nació fruto del afán de superación de su joven creadora, que sufrió una hemorragia en el tronco cerebral hace nueve años. Desde su silla de ruedas, la joven, que ahora tiene 35 años, comenzó hace poco más de uno a escribir un cuento para niños. Aunque tiene movilidad reducida, dificultades en el habla y un parche en el ojo para evitar la visión doble, Anna consiguió parir por fin el pasado otoño el libro L'Ona i el seu aniversari (Editorial Stendhal), con una protagonista ideada a su imagen y semejanza: Ona también va en silla de ruedas y lleva un parche en el ojo. Y al igual que Anna, a pesar de todo, “está feliz con su situación”.

La autora acababa de licenciarse en Filología Catalana cuando sufrió el accidente cerebrovascular. Estaba dando clases en Cerdeña. Pasó un mes en coma y a partir de ahí, una paulatina recuperación que todavía hoy sigue en marcha con sesiones de fisioterapia tres veces por semana, ejercicios en piscina y jornadas en un centro ocupacional. Aunque físicamente es dependiente, a nivel cognitivo es completamente autónoma. Prueba de ello es que, después de la montaña rusa emocional de los primeros años para adaptarse a su nueva vida, Anna se sentó frente a su ordenador portátil y creó a Ona. Con la ayuda de su hermana Cristina, capitaneó todo el proceso para publicar el cuento, desde localizar una editorial hasta buscar un ilustrador que dibujase los personajes tal y como quería Anna —la joven también dejó escrito cómo quería que fuesen sus protagonistas—. “Quería contar la historia de una niña que está feliz con su situación. Está en silla de ruedas, y qué? Ella es feliz. Se trata de normalizar una realidad”, explica Cristina.

Anna recuerda que estaba “muy emocionada” cuando vio el libro por primera vez. “Es un mensaje de motivación, de que si quieres, puedes”, concluye Cristina, que reconoce que tras el accidente de su hermana, la vida cambió para toda la familia. “Mides todo de otra manera, cambian tus prioridades y la forma de gestionar las cosas”.

Anna llena las librerías en todas las presentaciones del cuento de Ona y la primera edición de 500 ejemplares se ha quedado corta solo entre familia, amigos y conocidos. “Es un libro dirigido a tres colectivos: a los niños que están en silla de ruedas, a quienes se les demuestra que no son invisibles, que ellos también pueden ser los protagonistas de una historia; a los niños que tienen cero contacto con otros que tienen movilidad reducida, y también para los adultos, que si tienen algún caso cerca, que vean que no son personas desamparadas, que si quieren hacer algo, pueden conseguirlo”, insiste Cristina.

Mientras Anna cavila nuevas historias para su hija, Ona ya va por la segunda edición con otro millar de ejemplares.

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