Explotadas en la calle y en los clubes

En 2014 la agencia ABITS del Ayuntamiento ha visitado ha atendido a 448 mujeres

Imagen de una prostituta en el centro de Barcelona.ENRICO BARAZZONI

“Llevo 30 años ejerciendo como prostituta, ahora trabajo en la calle; he perdido toda mi juventud en pisos y clubs entregándoles la mitad de mi sueldo a proxenetas”, así de tajante es Janet una de las representantes del grupo de prostitutas autodenominadas Putas Indignadas que prestan sus servicios en el Raval de Barcelona. El Ayuntamiento puso en marcha el año pasado nuevos programas para atender a profesionales del sexo que trabajan en espacios cerrados de los distritos del Eixample y Sants y Les C...

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“Llevo 30 años ejerciendo como prostituta, ahora trabajo en la calle; he perdido toda mi juventud en pisos y clubs entregándoles la mitad de mi sueldo a proxenetas”, así de tajante es Janet una de las representantes del grupo de prostitutas autodenominadas Putas Indignadas que prestan sus servicios en el Raval de Barcelona. El Ayuntamiento puso en marcha el año pasado nuevos programas para atender a profesionales del sexo que trabajan en espacios cerrados de los distritos del Eixample y Sants y Les Corts. Unos programas que han constatado lo que Janet y otras compañeras llevan años alertando: que las prostitutas que ejercen en la calle (en torno a 400 personas, el 43% de origen nigeriano) son una minoría, que la mayoría trabaja en pisos o prostíbulos y que la situación de vulnerabilidad de éstas es enorme.

Durante 2014 la agencia ABITS (Abordaje Integral del Trabajo Sexual) del Ayuntamiento ha visitado 101 espacios cerrados y ha atendido a 448 mujeres. Unas mujeres a las que se ofrece atención social y sanitaria (información sobre drogas, prevención de embarazos, enfermedades de transmisión sexual, etc.), atender sus necesidades y derivar a otros proyectos de la agencia municipal o a servicios de otras entidades.

En algunos aspectos la situación es peor para las prostitutas que ejercen en lugares cerrados", admite la edil Francina Vila

La concejal de Mujer y Derechos Civiles, Francina Vila, reconoció ayer que si hace años el consistorio pensaba “que la vulnerabilidad era peor en la calle”, ahora han constatado “que en algunos aspectos la situación es peor para las prostitutas que ejercen en lugares cerrados”. Vila se refirió por ejemplo al aislamiento de estas mujeres, al hecho de que pueden trabajar más horas o consumen más sustancias tóxicas.

En el caso del Eixample, casi la mitad de las mujeres atendidas proceden de Latinoamérica, las procedentes de Rumanía fueron un 26% y las autóctonas un 10%. De media, tienen entre 29 años y su situación legal en regla. En el caso de Les Corts-Sants-Montjuïc, las procedentes de Latinoamérica son el 43% de las atendidas, el 14,5% de Rumanía y el 13% autóctonas. La franja media edad es de entre 26 y 45 años.

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La entidad Genera lleva desde 2006 atendiendo a prostitutas. Clarisa Velocci, portavoz de la entidad, aplaude que el Ayuntamiento haya abierto el foco a los espacios cerrados. “Después de casi 10 años entregando una memoria anualmente, celebro que el Ayuntamiento se haya enterado de las vulnerabilidades del ejercicio y derechos humanos que supone ejercer la prostitución en espacios cerrados”, afirma. Unas vulnerabilidades que Velocci sitúa en “invisibilidad y estigma social que puede provocar aislamiento y que dificulta la autoorganización; o el hecho de que no hay regulación de los espacios, de forma que las compañeras se organizan de manera informal o deben negociar con encargados o propietarios”. La experta celebra también que hayan surgido colectivos de prostitutas organizadas, como Prostitutas indignadas o Aprosex.

Para Dolors Calvo, de la Fundación Apip-Acam dedicada a trabajar con colectivos en situación de riesgo, “la ausencia de oportunidades ha hecho que cada vez más mujeres se aboquen a la prostitución”. Calvo sentencia que cada vez hay más pisos donde ejercen las mujeres, lugares donde hay una “elevada situación de riesgo”. Janet, de Putas indignadas, asegura que a los especuladores inmobiliarios en el Raval les molestan “la mezquita, los drogadictos y las prostitutas; pero la explotación de la mujer no está en las calles, sino en los pisos”.

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