“A 100 votos por hora en Nueva York”

La jornada en la sede de la Generalitat en Manhattan discurre inundada de emociones

Nueva York -
La sede de la Generalitat en Nueva York, en la calle Lexington de Manhattan, también ha registrado colas para participar en la votación.Edu Bayer

El primer voto del 9-N en Nueva York se depositó en la urna a las 9 de la mañana en punto entre voces de “¡Visca Catalunya!”, las lágrimas de alguno de los presentes y un retrato sonriente del presidente Artur Mas. El portador de la papeleta, Jordi Benach, de 44 años, natural de L’Arboç (Alt Penedés, Barcelona), había llegado desde Chicago, donde trabaja en la industria farmacéutica. “Voto por mis abuelos, que no pueden estar aquí. Por los que no pudieron hablar en catalán. Y por mis sobrinos, para q...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El primer voto del 9-N en Nueva York se depositó en la urna a las 9 de la mañana en punto entre voces de “¡Visca Catalunya!”, las lágrimas de alguno de los presentes y un retrato sonriente del presidente Artur Mas. El portador de la papeleta, Jordi Benach, de 44 años, natural de L’Arboç (Alt Penedés, Barcelona), había llegado desde Chicago, donde trabaja en la industria farmacéutica. “Voto por mis abuelos, que no pueden estar aquí. Por los que no pudieron hablar en catalán. Y por mis sobrinos, para que vivan en una Cataluña libre y como Estado de Europa”, dijo en el arranque de una jornada sin validez legal pero inundada de emociones.

Cientos de catalanes, la mayoría jóvenes, se acercaron a la representación de la Generalitat en Lexington Avenue, en Manhattan, donde les esperaban dos mesas de votación y una decena de voluntarios. La estrecheces del lugar provocaron colas de hasta dos horas en la calle, sobre todo durante la mañana. El de Nueva York fue uno de los lugares de votación para los catalanes en Estados Unidos. Acudió gente de Boston, Atlanta, Chicago y otras ciudades. La representación del Gobierno catalán cifró en unas 2.000 las personas residentes en Nueva York susceptibles de ejercer el voto. El otro “centro de participación” se abrió en San José (California). Andrew Davis, delegado de la Generalitat en Estados Unidos, explicó que no habrá recuento de votos en Nueva York. “Se enviará todo a Barcelona, y allí harán el escrutinio”, aclaró. El ritmo al cierre de esta edición era de unos 100 votos a la hora, lo que auguraba un total de unos 1.200 votantes.

Jaume Soler, presidente del Catalan Institute of America, un entidad sin ánimo de lucro que se financia con fondos privados, no ocultó su satisfacción: “Este es un momento muy especial. Democracia en estado puro. No somos cuatro políticos encerrados en un despacho, ni cuatro jueces en su tribunal. Esto no va de tarjetas negras ni de sobres con dinero. Esto es la gente expresando su voluntad”, declaró a EL PAÍS. El hecho de que la consulta no tenga validez legal, que se haya hecho pese a las decisiones del Tribunal Constitucional y del Supremo, no le pareció relevante ahora. Lo que importa es el mañana: “Después de esto, todo es posible. Los políticos españoles no podrán seguir con la misma actitud”.

De la misma opinión fue Carmen Calderer, profesora de matemáticas de la Universidad de Minnesota con 35 años de experiencia profesional en Estados Unidos. “La gente aquí me pregunta por qué los catalanes quieren la independencia. Yo les digo que por el futuro de la gente joven. No quiero que las nuevas generaciones vivan en un país mediocre”, explicó. No lejos de ella, Enric Aguilera, Joel Fernández, Pau Ortiz y Anna Domènech, un grupo de amigos de Figueres, disfrutaron como algo especial una día más de sus vacaciones en Nueva York. “Este es el primer paso. Que el mundo lo vea. Los catalanes queremos decidir lo nuestro”, afirmó Enric.

Jordi Puntí, de 47 años, escritor becado por la Biblioteca Pública de Nueva York, dejó por unas horas su nueva novela, que versará sobre el músico Xavier Cugat, para ejercer su “derecho a votar”. Lo que pase a partir de este lunes es, dijo, un incógnita: “Pero vamos a intentar que la incógnita lo sea cada día menos. Esto, más allá de la cuestión legal, es un aviso a los políticos”.

Rowan Ricardo Phillips, con pasaporte de EE UU y residencia en España, se acercó a votar con su hija en brazos. Con un catalán repleto de sabores caribeños y neoyorquinos, recordó que, hace diez años, pensar en un presidente negro en la Casa Blanca “se consideraba una tontería”. "Y fíjate ahora", añadió. Phillips es escritor y traductor, y trabaja con el poeta barcelonés Melcion Mateu. Su pareja es catalana, razón por la que vive entre Nueva York y Barcelona. “Los catalanes deben tomar sus propias decisiciones. Tiene que haber diálogo. Desde Nueva York este proceso se entiende muy bien, porque esta ciudad es en Estados Unidos como Cataluña en España”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El 9-N en Nueva York tuvo otros escenarios. La Assemblea Nacional Catalana desplegó una enorme pancarta en Hunter's Point South Park, junto al East River de Nueva York, con el perfil de Manhattan al fondo. El mensaje de la pancarta dirigida a Obama fue: "Señor presidente, los catalanes votan libertad". Al anochecer, cuando en Cataluña las urnas se habían cerrado y se procedía al escrutinio, decenas de catalanes se congregaron en el Hotel Roger Smith de Manhattan para seguir las informaciones que TV3 ofrecía sobre la consulta. Tras la intervención de Artur Mas, los presentes cantaron Els Segadors.

Archivado En